El templo de los gitanos
El colectivo estudió en un encuentro la situación que viven en Roquetas · Una de las necesidades que elevarán a las administraciones es la construcción de una iglesia
Un grupo de gitanos, que representaban a las diferentes familias que viven en Roquetas de Mar, se reunían el pasado miércoles en la Biblioteca Municipal, para concretar las reivindicaciones que van a presentar a las diferentes administraciones. Su principal problema es el paro, la falta de trabajo, una situación que provoca que muchas veces las familias pasen hambre, siendo los niños los principales perjudicados.
Dos de las peticiones que van a hacer llegar al alcalde Gabriel Amat son la necesidad de creación de una bolsa de empleo para el colectivo gitano así como la cesión de un local para la Iglesia Evangélica, pero también las van a trasladar a la Junta de Andalucía, el gobierno central, la Diputación y otros ayuntamientos de la provincia, porque afirman "estar hartos de que no se nos escuche. En este mundo todo tiene que ir por escrito. A nosotros, los gitanos, nos falta organizarnos", aseguraba el presidente de la delegación almeriense de la Federación Andaluza de Asociaciones de Gitanos, y miembro de la directiva local de Roquetas de Mar, Tomás Santiago, añadiendo que "si no estamos unidos, no nos hacen caso. Los 'japos' triunfan porque están unidos, organizados, y lo hacen todo por escrito, eso es algo que he aprendido de su mundo. Lo que no está escrito no existe. Y éso es lo que tenemos que hacer nosotros, para que sepan que ahora vamos en serio. Que los señores políticos se acuerden de nosotros, que no se olviden, que nos tomen en serio", pedía a sus compañeros.
El pastor evangelista Manuel Rodríguez relataba su caso exigiendo a los vecinos que fueran solidarios entre ellos "porque yo cojo mi coche y me voy por ahí a pedir comida para dar a la gente. A mí no me importa tener que pedir para que vosotros tengáis algo para comer. Y en nuestra iglesia, aunque estemos necesitados, si viene alguien le ayudamos como sea. Y al alcalde le pedimos que nos ayude con un local donde poder reunirnos porque donde estamos ahora hay una carretera y el otro día casi mata un coche a un niño. Nosotros solo queremos hablar de las cosas de Dios, quitar a la gente de la droga y llevarles allí. He abierto un centro y hay cuatro personas a los que les llevo la palabra de Dios. A veces a las tres o las cuatro de la mañana se me ponen un poco rebeldes, me tengo que levantar, ponerme con ellos a dar vueltas, decirles que se peguen una ducha y que se acuesten cuando se cansen. Tenemos que intentar todos ayudarnos los unos a los otros", exclamaba el pastor. Los reunidos estaban de acuerdo en actuar unidos a partir de ahora.
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