El teniente coronel Montellano se despide tras 40 años de servicio
Cálido homenaje de sus compañeros de la Unidad de Servicios de la Base y Brigada de La Legión
"Quiero expresar desde lo más profundo de mi corazón mi enorme satisfacción por estos 40 años de servicio, amor y entrega a la Patria. Por ello, hoy no es un día triste sino de enorme alegría, orgullo y satisfacción; la satisfacción por el deber cumplido que, como recogen nuestras Reales Ordenanzas, es la mayor recompensa a la que puede aspirar un militar". Las palabras del teniente coronel Francisco López Montellano reflejan el emotivo acto celebrado en el Hotel Elba en su despedida de una larga vida como militar en activo, al que asistieron el coronel jefe de la USBA, José Luis Puig-Terrero; el coronel Estévez, coronel Conrado y numerosos compañeros.
La vida es un suspiro, afirmó el tcol. Montellano. "Han pasado solamente 40 años y algunos meses desde mi ingreso en las Fuerzas Armadas, un 15 de abril de 1974 junto a mi amigo Sebastián Uceda. He sido tropa, suboficial y oficial y siempre me he sentido plenamente realizado; he procurado ser un colaborador inmediato del mando y he pretendido ganarme la confianza y el apoyo tanto de mis jefes como de mis subordinados; he tratado de mantener siempre mi lealtad con unos y otros, conocer al máximo a mis subordinados y cuidar de ellos tanto profesionalmente como en asuntos familiares y personales; y he intentado siempre hacer unidad y que todos mis subordinados se sintieran integrados".
A lo largo de su dilatada trayectoria profesional, López Montellano ha prestado servicios en Unidades como la Guardia Real en Madrid, COE nº 41 y posteriormente GOE Almogávares en Barcelona, Brigada de Infantería Motorizada 23 en Almería, Grupo Logístico de La Legión, Mando de Operaciones Especiales en Alicante, Cuartel General de la Brileg y finalmente en la Unidad de Servicios de la Base Álvarez de Sotomayor.
El teniente coronel Montellano destacó la Imprescindible colaboración, extraordinaria ayuda y valiosa amistad de compañeros, jefes y subordinados, especialmente al coronel José Luis Puig-Terrero, coronel Estévez, tcol. Torres, personal de la OFAP, subtte. Castro, brigada Laguía y sargento 1º Chacón, "con quienes más estrechamente he trabajado en esta última etapa. Gracias a todos por vuestra probada lealtad, cooperación y amistad". Sus últimas palabras fueron de recuerdo para sus padres, que le inculcaron el trabajo, la humildad y la honradez; y de gratitud hacia su mujer, Mariana Baeza, y sus hijos Fran y Alejandro. "Y a Dios, a quien siempre he rogado que me ayudara a obrar bien".
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