Y al tercer año... lo delató

El lado oscuro de Almería

Francisco González Vicente 'Frasquito', vecino de Benahadux y vendedor ambulante de embutidos, fue brutalmente asesinado por unos asaltantes cuando iba en su burro por la barriada de El Chuche

José Ángel Pérez / / Periodista

14 de noviembre 2011 - 01:00

UN estremecedor e intrigante alevoso crimen ocurrido a mediados de los años cincuenta en la provincia de Almería fue durante bastante tiempo la habitual "comidilla" de los vecinos de la comarca del Bajo Andarax cuyo misterio y enigma se mantuvo un largo tiempo hasta llegar a su feliz resolución de forma accidental y en donde fue clave un testigo conocedor del suceso que durante más de tres años mantuvo en silencio el secreto y el encubrimiento del criminal.

Una noche de intenso y racheado viento un conocido vendedor ambulante de embutidos y quesos llamado Francisco González Vicente "Frasquito" que regresaba de la capital tras comprar mercancías para su venta por esta zona fue vilmente asesinado por unos desconocidos que le golpearon despiadadamente para robarle el dinero y el género que llevaba, cuando la víctima a lomos de su burro se encontraba en la cuesta de la barriada del Chuche en el término municipal de Benahadux para dirigirse a un cortijo cercano donde vivía con su mujer, una hermana y sus dos hijos de corta edad.

Según se pudo determinar entonces tanto por la Guardia Civil como por las autoridades judiciales, el crimen de Francisco González Vicente se cometió en torno a las diez y media y once y media de la noche del 25 de abril de 1955. La mujer, alarmada ante la tardanza del marido en regresar a la casa fue dando la alarma a los vecinos, uno de los cuales sobre la una de la mañana se presentó en el cuartel de la Guardia Civil de Gador, informando a los agentes de la desaparición del vendedor temeroso de que le hubiese ocurrido algún accidente.

A primeras horas de la mañana del día siguiente se halló el cadáver del infortunado vendedor con el cráneo aplastado y el rostro totalmente tumefacto cerca de la carretera a la altura de la fuente y lavadero de "Las Aguaillas" mientras que a una corta distancia se encontraba el asno despojado de la montura y todas las pertenencias que transportaba y a escasamente a unos dos metros del cadáver varias piedras de mediano tamaño con restos de cabellos y sangre.

El autor o autores del crimen que conmocionó a los vecinos- se sospechó desde el primer momento que podrían haber intervenido más de una persona - esperaron escondidos al vendedor sabiendo perfectamente que esa era la ruta habitual de Francisco González para dirigirse a su casa una vez terminada la jornada de trabajo.

En la oscuridad de la noche le atacaron por sorpresa y tras derribarlo violentamente de la caballería, una vez en el suelo fue ferozmente golpeado al ofrecer la victima fuerte resistencia a ser robado y de cuya paliza murió en el acto reventado a golpes tal como a posteriori certificaron los médicos que le practicaron la autopsia.

El crimen se presentó rodeado de un gran halo de misterio e interés y durante algunos años todas las investigaciones llevadas a cabo por la Guardia Civil no dieron su fruto pese a que un elevado numero de personas, amigos, vecinos, conocidos e incluso familiares de Francisco González fueron entrevistados por los agentes de la Benemérita, sin que se hallara una pista o indicio sólido que activase la línea de investigación a seguir para llegar al esclarecimiento del asesinato.

El tiempo pasaba y los diversos rumores en torno al caso eran múltiples y variados, rechazándose desde el primer momento de que los asesinos de "Frasquito" fuesen vecinos de Benahadux o de municipios cercanos ya que se trataba de una persona muy querida y apreciada y nadie de allí le habría hecho nada malo. Y esas "corazonadas" del vecindario tuvieron mucho de certeza, aunque tuvieron que pasar algo más de tres años, para que uno de los implicados en el asesinato fuese detenido y condenado.

Para muchos el crimen había quedado impune y no había rastros de los asesinos, pero de imprevisto entre tanta oscuridad sobre el caso surgió la luz. Ocurrió a finales del invierno de 1959 al ser delatado uno de los autores por una mujer que conocía en parte la historia y que se vio implicada con el supuesto asesino junto a otros familiares, en una grave disputa ocurrida en un pueblo de Granada donde también se produjo una muerte violenta y en donde la Guardia Civil efectuó numerosas detenciones.

La mujer, María H.A. de 41 años de edad y familiar de uno de los agresores autor de esta muerte, buscando la benevolencia de la Benemérita facilitó una valiosa información relacionada con el crimen de "Las Aguaillas" a cambio de que su pariente "no fuese muy perjudicado". La Guardia Civil le tomó declaración y en sus testimonios señaló como autor de la muerte de "Frasquito el quesero" a un vendedor ambulante llamado Ventura Amador de 32 años de edad, natural de la localidad granadina de Aldeire quien al ser detenido por la Guardia Civil y ante el testimonio de María H. confesó su participación y autoría en el crimen del comerciante junto a otro individuo conocido como "El Heredia" quien al parecer unos días después del asesinato huyó a Francia sin que nadie hubiera vuelto a saber de el sujeto.

Este suceso coincidió en el tiempo con otro hecho que marcó a la provincia en la década de los años cincuenta. Se trata del caso de las apariciones marianas en una cueva de Terque, un fenómeno visionario que se mantuvo por espacio de tres o cuatro años, hasta que el obispo de Almería ordenó cerrar la cueva. Después del robo de una imagen de la virgen del Rosario de la iglesia de Alhabia, un grupo de niñas que habían salido de excursión acompañadas por su maestra asombraron a los vecinos afirmando que en una de las cuevas del paraje de "La Cañada" habían visto a la virgen. Lo que sucedió después, es sumamente conocido.

En pleno apogeo de las supuestas apariciones de la Virgen, un luctuoso suceso empañó los acontecimientos de fe que se vivían en la localidad. Una de las diferentes videntes, una niña de unos catorce años de edad que se había quedado embarazada, mató el hijo al que había dado a luz para ocultar su vergüenza.

El bebé murió destrozado nada más nacer con la cabeza machacada. Para deshacerse del cuerpo, la menor lo arrojó por la taza del water de su domicilio. Cuando se descubrió el tremendo suceso la triste noticia se propagó de boca en boca entre los vecinos. Fueron unas semanas de cierta inquietud hasta que la Guardia Civil, bajo la dirección del juez instructor de Canjayar detuvo a la niña acusada de un delito de infanticidio.

La menor, estuvo internada por espacio de varios años en el colegio de Las Adoratrices de Almería, hasta cumplir su mayoría de edad. La justicia decretó su destierro a Cataluña. Según cuentan algunos vecinos de la localidad, años más tarde la joven reinició su vida, se casó e incluso en ocasiones esporádicas, regresó a la localidad.

daban la comunión.

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