Almería

Un tercer carril necesario

  • El cierre provisional del Cañarete y las continuas retenciones, sobre todo en la salida hacia Roquetas, evidencian la necesidad de rescatar una ampliación que fue aparcada por la crisis

Mientras avanza la construcción del tercer carril de la Autovía del Mediterráneo (A-7) en los puntos de mayor densidad del tráfico de Alicante y se ha desbloqueado el proyecto para la ampliación en los de Murcia, en Almería nada se ha vuelto a saber del anuncio que en su día realizara el Ministerio de Fomento, que llegó a incorporar partidas durante varios años en los Presupuestos Generales del Estado, para poder aumentar la capacidad de uno de los grandes ejes viarios de la provincia entre Viator y Roquetas. La actuación en el tramo de 23 kilómetros fue solicitada finales de 2008 por la Dirección General de Carreteras del Ministerio de Fomento como respuesta al incremento del flujo de vehículos en circulación entre los puntos kilométricos 429 y 452 y ante la previsión de que a medio plazo las retenciones serían cada vez más frecuentes. Y así ha sido. La finalización de la Autovía en el itinerario pendiente de Granada y el cierre temporal del Cañarete han convertido al corredor de la A-7 a la altura de El Parador en un punto negro en el que los atascos están a la orden del día. Son más que habituales en las horas punta y vienen causando en los últimos meses un aumento preocupante de las colisiones múltiples en los dos sentidos.

En las cuentas del ejercicio en curso, a la espera de un Gobierno, se ha vuelto a fijar una partida de 1,7 millones de euros destinada a la remodelación de la salida de la A-7 a Roquetas, así como otras de 250.000 y 200.000 euros con las que retomar la prolongación de la A-92 hasta el enlace de Viator y remodelar los accesos 409 y 411 de la Autovía del Mediterráneo a El Ejido. Si bien, la planificación rediseñada después de años de parálisis pasa por intervenciones puntuales en las salidas que no servirán para aliviar las infinitas colas ya habituales de los nudos entre el enlace de Viator y la base militar y el del Poniente. El último compromiso del Gobierno, el que fuera fijado por el secretario de Estado de Infraestructuras, Julio Gómez-Pomar, cuando visitó las obras de emergencia iniciadas en el Cañarete, fue el de estudiar un enlace de entrada a Aguadulce desde la autovía para facilitar el tráfico en la zona, toda vez que los terrenos por los que discurría esa vía pertenecen a particulares y se contemplan como servidumbres de paso. Pero no es nada nuevo. Ya en los presupuestos de 2014 se incluyó otra partida dentro de una programación plurianual por la que se reservarían fondos hasta el año 2017. En total se destinarían 5 millones de los que aún no se han ejecutado ninguno. Sólo papeles mojados, como ya ocurriera con las cuentas de 2010 en las que se llegaron a contemplar 100.000 euros por triplicado para el tercer carril de la A-7 de Viator a Vícar, el acceso a este último municipio desde la autovía y la reforma del enlace 429 de El Parador. Pero el estudio informativo aprobado por Fomento se aparcó primero en la legislatura socialista de Zapatero por los recortes selectivos por la crisis económica y después quedó definitivamente enterrado por el Ejecutivo popular de Rajoy. Pese a la previsión de futuros problemas de congestión del tráfico, se optó por renunciar al tercer carril en los 23 kilómetros de la Autovía del Mediterráneo en la provincia y no se tuvo en cuenta que la inversión necesaria para poner tres carriles en circulación estaría en torno a los 55 millones de euros, según las estimaciones de los técnicos de la Dirección General de Carreteras, una consignación presupuestaria mínima si se compara con los 13,5 millones que han costado cada uno de los kilómetros de la A-7 en el litoral granadino. En Murcia se ha licitado por casi tres millones la prolongación del tercer carril de la autovía entre los puntos 762,2 y 763,8, acotando la actuación a sólo 1.640 metros, los de mayor densidad de la circulación en el nudo de Espinardo. En Almería también se podría intervenir en los puntos más conflictivos del tercer carril que se proyectó, de manera que se daría respuesta prioritaria al nudo de Roquetas, con más concentración de tráfico y accidentes, para después seguir ampliando a otros enlaces cuya necesidad es menos acuciante. De hecho, las retenciones están más vinculadas a los problemas de acceso y salida que a la propia falta de capacidad de la vía y el nudo de El Parador es el ejemplo más claro donde se acumulan los vehículos en interminables colas al inicio y conclusión del horario laboral y obligan a colapsar uno de los carriles provocando a su vez un grave riesgo para todos los usuarios de la autovía.

A la espera de la finalización de las obras de emergencia ante los desprendimientos del Cañarete, Fomento acumula asignaturas pendientes aparcadas durante la crisis que es hora de retomar. El tercer carril de la A-7, aunque sea de forma parcial en las zonas de mayor concentración de coches, sería una de las prioridades, al igual que los accesos al Puerto, que se cayeron de las cuentas del Estado después de tener partidas sin ejecutar durante varios años.

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