Un terremoto destruyó un pueblo entero de Almería hace 500 años

El seísmo, de una magnitud estimada de 6,4 en la escala de Richter, provocó la muerte de 150 personas

Un fuerte terremoto sacude Almería y provoca avisos de emergencia en los móviles

Ilustración del terremoto de Bayra de 1518.
Ilustración del terremoto de Bayra de 1518. / José Manuel Ramírez

Este lunes 14 de julio toda Almería se ha despertado alertada por un gran terremoto que ha sacudido a la provincia a las 7:13 horas. Un seísmo de magnitud 5,4 según los últimos datos aportados por el Instituto Geográfico Nacional. Es solo uno más de los muchos que ha sufrido esta zona de España a lo largo de la historia, ya que está en un terreno de alta peligrosidad sísmica por la convergencia entre las placas euroasiática y africana, que se aproximan a un ritmo de 5 milímetros por año, acumulando una energía que, tarde o temprano, se libera en forma de terremoto.

Uno de los peores terremotos que ha vivido Almería se produjo el 9 de noviembre de 1518 y provocó la destrucción completa de un pueblo, que tuvo que ser reconstruido desde cero en un llano cercano. Quedó sepultado para siempre hace más de 500 años. Es el caso de Vera, o Bayra en aquella época, ubicada en el cerro del Espíritu Santo.

El fatal terremoto sucedió un martes de noviembre. Ese mismo verano de 1518 habían ocurrido cosas extrañas en la comarca. Presagios de que algo malo se acercaba, según cuentan las crónicas. En julio, las norias se pusieron en movimiento ellas solas en el campo de Huércal-Overa. Días después, las campanas de la iglesia de Lubrín tocaron, sin que ninguna persona las voltease. Así lo cuenta José Ángel Tapia en su libro ‘Historia de la Vera Antigua’. Posiblemente fueran movimientos sísmicos previos al gran terremoto.

Muchos de los habitantes de Bayra estarían ya durmiendo cuando a las 23:00 horas de ese día 9 de noviembre se rompió el silencio dominaba la ciudad. De súbito, la tierra bramó con fuerza, temblando como estremecida por un escalofrío que recorrió desde la falda hasta la cima.

Alonso de Sepúlveda, vecino de Bayra, era uno de los que dormía. Vivía en una casa vieja y en mal estado, como casi todas las que formaban aquella ciudad. De repente, el techo se les vino encima y las paredes se desmoronaron como si fueran de papel. Sus padres murieron allí mismo, sepultados. Él quedó malherido, también bajo la tierra. Su testimonio quedó recogido por escrito para siempre y se conserva en el Archivo General de Simancas.

La casa de Andrés Perpiñán, otro de los vecinos de esa ciudad, también quedó reducida a escombros. Les cayó encima a él, su mujer y sus tres hijos. Cuando lo sacaron tenía un brazo roto y la cabeza malherida, pero sobrevivió.

La misma suerte tuvieron todas y cada una de las viviendas de la ciudad: unas 200 según los testimonios que se conservan. Ni siquiera resistió la alcazaba de la cima. “Sus cimientos, que eran grandes peñas, se hundieron”, contaba Alonso de Sepúlveda. Todos estos testimonios los recoge Gabriel Flores en su libro ‘La vida en Vera: capítulos de su historia’.

El “célebre castillo” del que había hablado el viajero Jerónimo Münzer en 1494, ya no existía. Apenas quedaron unas piedras dispersas por la ladera y los restos de sus cimientos y puertas, que aún hoy perduran.

Poco después el suelo volvió a temblar por otro terremoto tan violento o más que el primero. Las construcciones que habían logrado resistir, se vinieron abajo. Murieron unas 150 personas: hombres, mujeres, niños, ancianos… Un monolito recuerda a las víctimas en el Parque de la Rambla de Vera desde el año 2018.

Monolito en recuerdo a las víctimas del terremoto de Vera de 1518.
Monolito en recuerdo a las víctimas del terremoto de Vera de 1518. / Víctor Visiedo

Solo quedó en pie “una pequeña capilla de la iglesia donde estaba el Corpus Domini”, algo que se tomó como un gran misterio “pues parece que el soberano Señor, que allí estaba, permitió que la naturaleza tuviera poder sobre los edificios que eran más fuertes que la capilla, pero que ella se conservara sin ruina”. Así lo relató el emperador Carlos V a su embajador en Roma. No obstante, hoy lo que queda en el cerro es solo un aljibe, que quizás fuera usado como ermita.

Ha pasado más de medio milenio ya de la destrucción de Bayra que, como consecuencia, dio lugar a la construcción de la actual Vera, en el llano cercano, junto a la Fuente Chica. Una ciudad que mandó erigir el emperador siguiendo la traza propuesta por el corregidor Francisco de Castilla: planta cuadrada, cerrada por muros de tapial, con ocho torres, con almena y troneras y dos puertas; una al camino de Granada o Puerta de Arriba, y otra hacia el mar —la puerta de abajo o del sol—. Hoy, por desgracia, no queda nada que aquella muralla que protegió a la ciudad, por ejemplo, del asedio del morisco Abén Humeya en septiembre de 1569.

Según los datos del Instituto Geográfico Nacional, ese terremoto de 1518 tuvo una magnitud estimada de 6,4 en la escala de Richter, y el epicentro se ubicó en Vera. También afectó a otras poblaciones cercanas como Mojácar, donde se cayeron la tercera parte de las casas y la fortaleza se vino abajo, así como las torres y almenas de la muralla; em Garrucha, donde cayó un torreón; y en Cuevas del Almanzora, donde provocó diferentes daños.

stats