La tradición de 'salirse al fresco' se mantiene viva en la periferia
Vecinos de barrios como El Puche, Los Molinos o Pescadería mitigan el calor del verano sentados a la puerta de casa · La tradición, típica de los pueblos, es una opción de ocio económica en época de crisis
No es lo mismo salir a tomar el fresco que 'salirse al fresco'. Quienes practican la segunda opción conocen de sobra el matiz y todo lo que conlleva. Heredada de una antigua costumbre propia de los pueblos, la tradición de coger una silla, tumbona o similar y salirse a la puerta de la casa para 'comadrear' con los vecinos y 'escanear' a los viandantes se ha extendido por algunos de los barrios periféricos de la ciudad desde hace años. Ahora, con esto de la crisis, salirse al fresco se convierte en la opción de ocio más económica y son muchos los que sustituyen las 'cañas' por un rato de asueto a la puerta de su casa o en el parque más cercano.
En el verano almeriense, zonas como Los Molinos, Pescadería o El Puche se llenan de grupos de vecinos al caer la tarde, aunque también se encuentran 'adeptos' en puntos más atípicos como las aceras de la carretera de Ronda, a sólo dos pasos del tráfico rodado.
Buscan, principalmente, aliviar el calor sofocante de las tardes estivales, aunque "lo que es el fresco, en Almería no lo tomamos mucho", ironiza Ana, vecina del barrio de Los Molinos orihunda de Melilla.
Sentados en corrillo o en fila india, se dedican a 'comentar' las novedades del barrio, vigilar a los niños mientras corretean por la calle, leer y hasta pintarse las uñas. También hay quien aprovecha para echar un buen rato con los amigos jugando a las cartas o a los viejos juegos de mesa, tan en desuso desde que irrumpieron los videojuegos y ordenadores que capitalizan el mundo del entretenimiento.
En Los Molinos, Juan, Marina, Antonio, Miguel y Loli se juntan todos los días a la puerta de sus casas y cuentan en su haber con mil y una historia de las veladas al fresco.
"Tenemos la mesa montada para lo que surja: unos días arreglamos el país, otros hablamos de sexo o debatimos sobre por qué Zapatero sigue vivo...", bromean. En este grupo de amigos y familiares no faltan las ganas de "cachondeo", tanto es así que en ocasiones les dan las tantas de la madrugada entre cenas, risas y partidas de póker.
"El récord fue un día que nos juntamos 18 personas", y en otra ocasión "nos dio por hacer una paella a la una de la madrugada y nos quedamos jugando a las cartas hasta las seis. Después algunos fuimos a comprar churros a El Alquián, nos quedamos hasta que se hizo de día...".
Un poco más arriba, en la misma calle, Vicente y Estrella practican un "critiqueo" saludable y se cuentan las cosas del día a día. Él, desde su silla de ruedas, ironiza, "si me porto mal, no me saca".
Entre broma y broma, pasan algunas horas y se "despejan" un poco viendo pasar a la gente y hablando con unos y otros. Eso sí, hay que cuidarse bien de qué cosas se cuentan y cuáles se callan.
Estrella da las claves a seguir. "Todos contamos sólo una parte de nuestras historias, no decimos la verdad, sino una parte de ella". Y es que, como se suele decir, en boca cerrada no entran moscas. "Todos nos conocemos y sabemos cómo son los vecinos, y a unos les gusta aparentar más que a otros...".
Se suele asociar a abuelas, hijas y nietas, pero también ellos gustan de practicarla. Ya sea en la ciudad o los pueblos, la tradición continúa.
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