Un trueno 'sentío' en la garganta
El cantaor turrero es un ejemplo de lucha por un ideal, el torrente de voz que le identifica es su seña más clara de identidad · Su maestra, su madre, tiene un lugar muy especial dentro de su vida
Le truena la voz del barrio en la garganta. Arriba del escenario de Manantial de Músicas, el cantaor turrero Juan Ángel Fernández Santiago, Fersán, nota emoción, rabia, tristeza, alegría, un repertorio de sentimientos entretejidos en trasparente turbulencia conectada al corazón de cuando niño preguntón de tres años: mamá, ¿cómo se hace esto? "Ella me enseñaba lo que sabe, la teoría; yo escuchaba a gente buena como El Duquende, Camarón, Arcángel, Fosforito, gente así".
Fersán cogió el portante, emprendió camino a Sevilla, se metió, y en esto anda, en la Fundación de Arte Flamenco Cristina Heeren. A Juan Ángel le gusta tanto, pero tanto, el cante que no se puede aguantar "por eso estoy aprendiendo a tener asiento, madurez, sitio, reposo".
Antes de ahora, le arropó su gente "mis tíos Luis el Bizco y Antonio el Turreño, mi tía María que esté en Gloria como mi abuelo Frasquito, y mi madre, Francisca". Dice Juan Ángel Fersán que un buen guitarrista "te saca todo lo bueno tuyo, lo que tienes dentro, es casi el ochenta por ciento, el otro treinta lo pones tú si es bueno de verdad". Si pudiera, ¡ay, si pudiera! Fersán quisiera llegar a ser uno de los mejores en lo suyo, en el cante, "pero me conformaría con ganarme la vida en esto y ayudarle a mi gente y ya está". Y si hiciera falta a Japón que se iba. Juan Ángel no le pone puertas al campo.
Al flamenco le pones el alma, el corazón en lo que haces o si no, nada. "El cante flamenco es algo exagerado, para mí es el género más difícil y por eso me gusta. Es un cante que sabes de dónde viene, del trabajo, de la pena, y le pones el sentimiento porque sabes cuáles son las raíces. Es algo grande que se lleva dentro, que a veces duele, que te lleva a la soledad, a perder el sentido del tiempo, a la alegría más grande, a que de la garganta salga lo que llevas tú y los que fueron antes que tú", asegura con la calma de quien sabe apoyar cada una de las palabras en lo más hondo del corazón.
Comenta Juan Ángel Fernández Santiago que si no triunfa de triunfar, de hacerse grande, pero grande, Dios no lo permita, enseñará una mijilla a su sobrinillo que canta y le ayudará.
Juan Ángel Fernández Santiago, Fersán, recuerda a su padre, Juan José Fernández, "lo estoy haciendo también por mi padre, en Gloria esté, que le gustaba mucho y lo estoy haciendo por él, ya está". La emoción asoma a la garganta, al iris de los ojos. Hay que serenar los pulsos tras una actuación que le ha devorado la energía.
La espera hasta recobrar resuello se entretiene con el ensayo de la bailaora flamenca Ana Alonso de taconeo vertiginoso, o de las guitarras de Flamenco Guitar Trío, o el calentamiento de garganta de Cristo Heredia.
El también turrero Juan Grima ha escrito de Juan Ángel Fernández Santiago, Fersán, "es una promesa, pero al mismo tiempo es un producto configurado, preparado para ocupar un espacio importante en el universo flamenco.
Su cante, su seriedad, su humildad, la riqueza expresiva de su voz, sus matices son algo fuera de lo común, es una delicatesen para los sentidos, un flamenco jondo de primera. Hay que escucharlo". Y tiene razón, hay que escucharlo aunque sea en Japón.
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