Las últimas huellas de los burros en la provincia

Un mecánico jubilado de Alhama tiene tres asnos con el objetivo de perpetuar esta especie para delicia de su nieta

Abuelo y nieta dan de comer a las burras.
Abuelo y nieta dan de comer a las burras.
Antonio Alcántara / Alhama

16 de noviembre 2009 - 01:00

El burro. Un animal noble y manso que contribuyó enormemente en la vida cotidiana de muchas familias hace unas décadas. Además, el équido ha sido objeto de inspiración de grandes escritores como Juan Ramón Jiménez con su famoso Platero y mucho antes Cervantes con ese "rucio" rebuznante al que Sancho Panza hacía sufrir con su peso por los caminos de La Mancha.

Actualmente esta especie entrañable se encuentra en un gran riesgo de extinción. La mecanización de las labores agrícolas y, sobre todo, la implantación de los automóviles provocaron que la función de los burros fuera cada vez menos útil.

En la provincia de Almería quedan muy pocos ejemplares de esta especie, que no es sólo un animal bello, sino que supone un símbolo para la historia del país. Diario de Almería pudo contemplar algunos de los últimos resquicios de burros de la provincia en la finca de Andrés Hernández, un jubilado de Alhama de Almería que pretende perpetuar a estos animales. "Los burros no se pueden perder porque han aportado mucho a este país, antes cuando no había coches eran fundamentales en las casas porque servían para traer agua y el estiércol de las cuadras era buenísimo para la tierra", comenta Andrés.

Hernández, mecánico retirado, visita cada día su finca en el paraje alhameño del Moralillo, para alimentar a Nica, Peca y la pequeña Pimienta. Andrés ama a estos animales desde joven, aunque el detonante fundamental para decidirse a comprar una burra fue contentar a su nieta María. "Lo más grande de todo es ver su satisfacción cuando viene cada fin de semana a ver a los animales, se desvive por ellos", asegura su abuelo, orgulloso.

La primera burra que compró se sentía sola y por ello se decidió a obtener la segunda que ya venía preñada de la joven Pimienta, que con un mes de vida es la delicia de nieto y abuela. Su nacimiento produjo una inmensa alegría en la familia Hernández, que la acogieron como una hija más. "Es espectacular ver el nacimiento de un burro, a mis 64 años no había visto nada igual, es una muestra de lo perfecta que es la naturaleza", espeta Hernández.

Pimienta corretea alegre por la finca, juega con los gatos, busca las ubres de su madre para alimentarse, salta y se deja acariciar su piel suave. Es pequeña, peluda, tan blanda por fuera, que se diría toda de algodón o no llevar huesos como el burro más famoso de España, el precioso Platero de Juan Ramón Jiménez.

María está encantada con la pequeña burra. "Es mi mayor juguete, subo todos los fines de semana a verla y porque mi abuelo no me deja que venga todos los días porque tengo que hacer los deberes del colegio", manifiesta la joven de 9 años que cursa 5º de EGB.

Su abuelo se siente orgulloso de que su nieta disfrute con estos animales que nadie tiene en su pueblo. "Burros como estos no hay en Alhama ni por aquí por los alrededores. Además, últimamente sólo se ven burros morunos que tienen menos calidad que los tres que ves aquí", espeta Hernández.

Aunque tener el privilegio de contar con estos animales, también acarrea obligaciones como el cuidado y la compra de camiones de paja con un precio de 300 euros cada uno. Pero mientras a Andrés no le falten las fuerzas y María siga realizando sus tareas escolares, esta familia seguirá conservando un reducto de estos bellos animales orejudos que tanto aportaron al quehacer diario de las familias españolas.

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