A solo media hora de Almería, un lugar con vistas espectaculares y artesanía para disfrutar la Navidad

Calles blancas, talleres artesanos y una panorámica única desde la Atalaya en uno de los pueblos más tranquilos del interior almeriense

El Pueblo Más Bonito de España andaluz con más visitantes es de Almería

La Villa de Níjar tiene unas vistas espectaculares desde su Atalaya.
La Villa de Níjar tiene unas vistas espectaculares desde su Atalaya. / Rafael Espino

A solo media hora de Almería, hay un pueblo que se presta a un fin de semana sin prisas. La Villa de Níjar se ha consolidado como una de las escapadas más sencillas y agradecidas dentro de la provincia: cercana, reconocible y con una identidad propia que se percibe nada más empezar a caminar por su casco histórico.

Vistas de la parroquia de la Villa de Níjar.
Vistas de la parroquia de la Villa de Níjar. / Rafael Espino

Situada a los pies de la Sierra Alhamilla, Níjar conserva un trazado urbano de origen árabe, con calles estrechas, casas encaladas y pequeñas plazas que invitan a recorrer el pueblo sin rumbo fijo. No es un destino de grandes monumentos ni de recorridos cerrados, sino un lugar que se descubre a base de paseos tranquilos y paradas improvisadas.

Artesanía que define al pueblo

Uno de los elementos que mejor explica ese recorrido es la artesanía, todavía muy presente en el día a día del pueblo. A lo largo del casco histórico se reparten tiendas y talleres artesanos especializados en cerámica tradicional nijareña, jarapas tejidas a mano, trabajos de esparto y otros productos ligados a oficios heredados durante generaciones. Muchos de estos espacios combinan venta y taller, lo que permite conocer de cerca técnicas que forman parte de la identidad cultural de Níjar.

Un rincón en el que besarse.
Un rincón en el que besarse. / R. E.

El patrimonio histórico acompaña ese ambiente sereno. La Iglesia de Santa María de la Anunciación, construida sobre una antigua mezquita, marca el perfil del pueblo y recuerda su pasado medieval. Desde este entorno parten algunas de las calles que ascienden hacia las zonas más elevadas del casco urbano.

El Banco del Beso, un gesto urbano

En ese paseo aparece uno de los rincones más conocidos de la Villa de Níjar: el Banco del Beso. Situado en una calle del casco histórico, cerca del Museo Memoria del Agua, este banco urbano se ha convertido en un punto habitual para fotografías gracias al cartel que lo acompaña, con la inscripción “Bésame en este banco”. No es un mirador ni un espacio monumental, sino un detalle sencillo integrado en la vida cotidiana del pueblo.

Una de las calles de la villa.
Una de las calles de la villa. / R. E.

La Atalaya y la vista panorámica

La panorámica llega unos metros más arriba, en la Atalaya, el punto más alto del casco urbano. Desde allí se abre una vista amplia sobre el Campo de Níjar y la Sierra Alhamilla, una de las mejores perspectivas para entender la relación entre el núcleo histórico y el paisaje que lo rodea. Es un enclave especialmente apreciado al atardecer, cuando la luz cae sobre el valle y el blanco de las casas contrasta con los tonos ocres del entorno.

Níjar es también un buen punto de partida para combinar interior y costa. En pocos minutos en coche se accede a distintos enclaves del Parque Natural del Cabo de Gata-Níjar, lo que permite alternar la calma del pueblo con playas y paisajes naturales sin necesidad de grandes desplazamientos.

Plaza de la localidad.
Plaza de la localidad. / R. E.

La oferta gastronómica completa el plan de fin de semana. Bares y restaurantes del centro apuestan por una cocina sencilla, ligada al producto local y al recetario tradicional, adecuada para cerrar la jornada sin complicaciones.

Sin grandes campañas ni turismo masivo, la Villa de Níjar se ha ido consolidando como destino cercano de fin de semana para muchos almerienses. Un pueblo accesible, auténtico y fácil de recorrer, que demuestra que a veces basta con media hora de carretera para cambiar de ritmo.

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