Los abulenses vuelven hoy al parque municipal de Montagón. Y ya van 131 veces en sendos años. Toca comer huevos cocidos y disfrutar de un día de campo con la familia y los amigos. Esa es la esencia de la conocida como Merendica o Fiesta del Huevo. Una efeméride que con el paso del tiempo se ha convertido en una tradición que todo vecino de Abla conoce a la perfección y que, por ende, atrae también a muchos otros de los pueblos de la comarca del Río Nacimiento.

La Fiesta del Huevo es una celebración que tiene sus orígenes en el año 1883 y nunca tuvo un un lugar fijo de celebración hasta hace unas décadas. En mayo de ese año, Pedro González Herrerías, el campanero y preparador de la Primera Comunión de Abla decidió una tarde llevarse a los niños a merendar a los jardines de la ermita de los Santos Mártires para pasar una tarde de diversión y asueto amenizada con su guitarra. En esa jornada les acompañaron onzas de chocolate, rosquillas de pan blanco, gaseosas de bola y huevos cocidos para la merienda. Y ahí empezó todo.

Hoy, 131 años después, sus paisanos siguen celebrando esta efeméride que tiene lugar siempre el domingo de Pentecostés pero que se decidió celebrar el sábado para contar con una mayor participación.

Pero no solo se devoran huevos cocidos. Es muy habitual encontrar día jamones colgados en las ramas de los árboles, normalmente acompañados de botas de vino. Los asistentes se van sirviendo según su apetito y sed. Y no todo va a ser jamón y vino. "También se preparan para la ocasión manjares como fritada de conejo, choto en salsa, y, como no, los dulces mas típicos del municipio como roscos de sartén" , explica la abulense Ana Belén Moreno.

Esta tradición congrega a centenares de personas en uno de los pulmones verdes de Abla que sirve también de escenario para un concierto para la tarde-noche, que pone el broche final a una jornada festiva que sigue reinventándose y que cada año cuenda con más adeptos. Algo lógico si se conjuga gastronomía, amigos y mucha alegría.