Intervención en el Congreso

Montero, una de las pocas estrellas de la campaña

  • La ministra de Hacienda será uno de los puntales de Pedro Sánchez para la cita del 28-A

Pedro Sánchez saluda a María Jesús Montero el martes.

Pedro Sánchez saluda a María Jesús Montero el martes. / EFE

El Gobierno bonito apenas ha dado ministros brillantes. Algunos dimitieron de modo casi instantáneo; otros, como la de Justicia, pasó a una zona de sombra que se parece más a una de hibernación, y otros lo fueron siempre, como Borrell o Grande Marlaska. Carmen Calvo ha ejercido en lo que ya es una tradición en los gobiernos españoles: de vicepresidenta, carga y escudera del presidente, aunque su última intervención a causa del relator sacó a la luz la pesada locuacidad de la ex consejera y ex ministra de Cultura.

Y cuando estaba todo perdido, cuando la legislatura estaba acabada y había fracasado el intento de diálogo con los separatistas catalanes, la andaluza María Jesús Montero, tan discreta en la política como suelta cuando habla, le dio la alegría a los socialistas. Un grupo de whatssap en el que hay más de cien diputados y ex diputados del PSOE se encendió el martes y el miércoles con el discurso de Montero y la respuesta que le dio a Pablo Casado y a Albert Rivera. Casi la sacan en hombros por la cancela de la Carrera de San Jerónimo. 

Nunca un ministro de Hacienda salió tan bien de una sesión donde se le devuelve el Presupuesto, que es lo peor que puede pasarle.

"Ningún ministro sale reforzado cuando no saca un Presupuesto, pero dentro de lo malo, está contenta con este debate franco, lo que le ocurre es que ella no está ni abajo ni arriba, no tiene las ataduras que mucha gente tiene en política, en ese sentido, es más libre", explica uno de sus colaboradores.

Montero será uno de los referentes de la campaña de las próximas elecciones generales. Posiblemente, sea ella quien encabece la lista al Congreso por Sevilla. Ha sido la que mejor ha fijado el relato de su partido frente a los bloqueadores: los independentistas catalanes y el PP y Ciudadanos.

Cuando Pedro Sánchez fichó a María Jesús Montero como ministra de Hacienda -era consejera de Susana Díaz-, le hizo el más difícil de los encargos, que intentase pactar el proyecto de Presupuestos de 2019 con Podemos, PNV y los independentistas catalanes. Carmen Calvo se iba a encargar de la parte más política de la alianza, pero Montero tenía que ponerle los números.

Aun hubo un encargo más feo: defender en el Senado el proyecto de Presupuestos que le dejó su antecesor, Cristóbal Montoro, con quien Montero se llevaba bastante bien a fuerza de negociar las cuentas andaluzas. Eso sí que fue un trance: "Me parece muy importante trasladarle a la Cámara que estas no son las Cuentas del Partido Socialista. Pero por otra parte trasladar que queremos caminar sobre estas Cuentas porque nuestra mirada tiene que estar ya en la construcción de los Presupuestos de 2019".

Montero no tuvo problemas en la negociación, con Podemos se entiende bien. Aunque fue fichada por Francisco Vallejo en 2002 como viceconsejera de Salud, no fue hasta el Gobierno de José Antonio Griñán cuando se hizo militante socialista. Lo suyo era más rojo, en las inmediaciones de la Izquierda Unida más alternativa, con raíces en el cristianismo de base. En Andalucía ya había negociado cinco presupuestos, con IU y con Ciudadanos, que le arrancó una de sus pequeñas derrotas: la casi eliminación del impuesto de las herencias.

Nacida en Sevilla en 1966, es hija de un matrimonio de profesores que han sido muy conocidos en Triana. Su madre, Conchita Cuadrado, es una de las profesoras históricas del colegio José María izquierdo. Con su vida personal, Montero ha sido tan prudente como en sus opiniones de partido. Tiene dos hijas y ha estado casada con Rafael Ibáñez, un conocido abogado, que lo fue de Comisiones. así consta en sus últimas declaraciones del IRPF entregadas en el Parlamento andaluz.

Sánchez le pidió a Susana Díaz que esperase a abril

A pesar del encargo del Presupuesto, Pedro Sánchez llevaba desde el verano con la idea de convocar las elecciones en abril, y así se lo explicó a Susana Díaz por si cabía convocar los dos comicios a la vez. La entonces presidenta de la Junta no quiso mezclar la campaña con los asuntos nacionales, algo que no pudo conjurar a pesar de apartarse de Sánchez.

María Jesús Montero apoyó a Susana Díaz en las primarias contra Pedro Sánchez, pero nunca fue una de las más susanistas del Gobierno. Tampoco lo contrario. Fue Carmen Calvo y Alfonso Rodríguez Gómez de Celis los que le pidieron que colaborase con el nuevo secretario general en un grupo sobre organización territorial y financiación autonómica que ser creó en torno a Manu Escudero. Aunque aceptó, siempre envió a su viceconsejera.

Montero ha sabido mantenerse atrás en la pugna entre Susana Díaz y Sánchez, quizás con una excesiva cautela para no ser señalada como una de las posibles sucesoras. Ahora, con la Junta perdida para el PSOE, vuelve a hablarse de ella, hay quien opina que sería la mejor candidata para las próximas elecciones andaluzas. Y quien la ve como secretaria general del partido, aunque la organización nunca la ha considerado una de los suyos. 

Montero siempre ha sido así, apreciada por tres ex presidentes de la Junta, pero distante de los delfinatos.

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