Andalucía circular: cuando el residuo se convierte en recurso (y el territorio marca el ritmo)
TRIBUNA
Andalucía no necesita que le cuenten qué es la economía circular. La vive cada día en sus calles, en sus comercios, en sus industrias y en sus hogares. Lo que sí necesita —y aquí está el matiz importante— es que la circularidad no dependa del entusiasmo del momento, sino de un sistema que funcione con regularidad, que sea medible y que se adapte a la diversidad del territorio.
Como director general de GSA, lo compruebo cuando acompaño a nuestros equipos: la circularidad no nace en un eslogan, nace en una ruta bien planificada, en un contenedor bien ubicado, en una recogida que separa de verdad y en una logística capaz de llevar cada fracción al destino correcto. Y esa es la diferencia entre “mover residuos” y convertir residuos en recursos.
En 2024, GSA gestionó 323.398 toneladas de residuos. No es un número frío: detrás hay turnos, personas y decisiones que determinan si el sistema gana calidad o la pierde. Por eso hemos reforzado medios e inversión: solo en 2024 invertimos 4.842.601,89 euros en flota y maquinaria.
La economía circular también se demuestra en los materiales que recuperamos. Por ejemplo, en el contrato de recogida de vidrio que operamos en las provincias de Cádiz, Granada y Málaga pasamos de casi 35.200 toneladas en 2023 a 36.200 toneladas en 2024 para su posterior reciclaje. Ese avance no ocurre por casualidad: ocurre cuando el servicio mejora y cuando la ciudadanía percibe que separar merece la pena.
En 2024, GSA gestionó 323.398 toneladas de residuos. No es un número frío: detrás hay turnos, personas y decisiones que determinan si el sistema gana calidad o la pierde"
En Andalucía ya se están poniendo en marcha modelos que pueden —y deben— extenderse al conjunto de la comunidad. En Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) se ha dado un paso relevante con un servicio pionero de economía circular baja en carbono adjudicado que lideran GSA y Audeca, con una inversión de 2.558.211,52 euros, cuatro años prorrogables y novedades como el puerta a puerta en casco histórico y grandes generadores, con vehículos eléctricos y contenedores identificados para mejorar trazabilidad y calidad. Este es un ejemplo práctico de cómo modernizar un municipio andaluz sin perder de vista lo esencial: separar bien, recoger mejor y valorizar más.
Otro ejemplo de circularidad en nuestra región es la apuesta por la valorización de la fracción orgánica: proyectos como CompoRISE, orientado a obtener biofertilizantes de altas prestaciones a partir de los desechos orgánicos generados en Sevilla y su provincia, demuestran que la circularidad también es innovación aplicada y creación de valor.
La economía circular tiene algo de cultura andaluza: aprovechar, cuidar, dar una segunda vida”
Y en provincias con realidades urbanas y turísticas complejas, como pueden ser Granada o Málaga, sabemos que hay momentos en los que el contenedor no basta y hay que ajustar el sistema al territorio. La experiencia nos ha enseñado que cuando se adapta el servicio —y se acompaña con información y cercanía—, el reciclaje crece y la calidad del material mejora.
Con esa misma lógica hemos lanzado nuestra Estrategia de Sostenibilidad 2025–2030, una hoja de ruta para los próximos cinco años basada en transparencia, innovación y responsabilidad ambiental, con hitos como nuevas certificaciones, tecnologías de valorización y mejora continua del Sistema Integral de Gestión.
Me gusta pensar que la economía circular tiene algo de cultura andaluza: aprovechar, cuidar, dar una segunda vida. La diferencia es que hoy podemos hacerlo con sistemas más eficientes, datos y tecnología, y con una responsabilidad compartida entre administraciones, empresas y ciudadanía. En GSA queremos seguir siendo parte de esa alianza, contribuyendo a que Andalucía marque el ritmo y a consolidar un modelo de referencia en el sur de España: un modelo que convierte el residuo en recurso, y el compromiso en resultados.
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