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Alejandro Palomas, la versión original

  • El autor se desnuda emocionalmente en 'Esto no se dice', un libro en el que parte del abuso que sufrió en su infancia para reivindicar la sanación que puede aportar la literatura

Alejandro Palomas, fotografiado el pasado noviembre en el Hotel Inglaterra de Sevilla.

Alejandro Palomas, fotografiado el pasado noviembre en el Hotel Inglaterra de Sevilla. / Antonio Pizarro

"Tengo cincuenta y cinco años y siento que he vivido demasiados pidiendo permiso para vivir. Durante mi adolescencia y mi juventud, ni siquiera me atrevía a pedir permiso. Pedía perdón", escribe Alejandro Palomas en Esto no se dice, el libro que ha publicado con Destino y el primero en el que renuncia a su inventiva como narrador para desnudarse emocionalmente y contarse a sí mismo. Una obra en la que, a partir de los abusos y las agresiones sexuales que sufrió de niño, un episodio que reveló en enero del pasado año a la prensa, despliega la historia de un hombre, él mismo, que consiguió salvarse y encontró la serenidad pese a todo. "No he sido un hombre feliz, esa es la verdad", confiesa en sus páginas. "Pero también es cierto que mi infelicidad ha mantenido viva mi curiosidad en mí y que, con el tiempo y la soledad, he entendido que hay hombres y mujeres con infancias tan rotas que la medida de la felicidad a la que aspiramos es el alivio. Sentir que hay paz, que llega un día en que no hay voces en nuestro silencio".

Palomas (Barcelona, 1967), que presentó este testimonio hace unas semanas en Sevilla, considera Esto no se dice el trabajo más "luminoso" de su carrera. "Lo es, en primer lugar porque juego sólamente con la verdad. Yo estoy acostumbrado a las novelas, y no tener que forzar una historia ni construir unos personajes para mí ha sido un consuelo, ha sido luz", confirma el autor, que en su propuesta defiende cómo los libros pueden salvar a alguien de mantenerse en el abismo y plantearle una esperanza. "La literatura sana, creedme. Yo soy prueba de ello", asegura en el texto.

"Es curioso, porque en las entrevistas nadie me pregunta por esto, y mira que doy referencias", apunta Palomas, que entre otras obras que le ayudaron a entender sus circunstancias cita El acoso moral de Marie-France Hirigoyen. "En Esto no se dice doy pistas de lecturas que me han marcado y que pueden guiar a muchas personas, creo que incluso pueden cambiar vidas como cambió la mía. Para mí, la literatura abrió un mundo paralelo que fue un refugio", asegura. El autor recuerda el estremecimiento que le supuso comprender, gracias a La historia interminable, de Michael Ende, que existían en el mundo otros chavales inadaptados como él. "Para mí fue la constatación de que no estaba solo", evoca sobre un período en el que encontró compañía también en la pandilla de Los cinco, de Enid Blyton. "Ahí, en sus historias, estaba nada menos que la vida que yo no tenía", expresa asombrado. "Con ellos podía salir de aventuras, tener amigos, y hasta un perro... Aquél era un entorno en el que no había peligro, en el que no podían agredirme, y podía formar parte de una comunidad, de una familia".

Más tarde, Palomas desarrolló con los personajes de sus libros la misma relación afectiva que con aquellos héroes de papel de la infancia. "Cuando digo que son personas con las que convivo no exagero. Son mi familia y necesito tenerlos conmigo, no quiero que mueran", declara en las páginas de Esto no se dice. "Como escritor he repetido patrones con los que me topé como lector. Me gusta volver a los mismos personajes en varios libros, plantear series", reivindica el autor de la trilogía Una madre, Un perro y Un amor. "Y como en Los cinco, he creado un mundo seguro para los vulnerables, donde no pueden acosar a los que se sienten fuera de la norma".

“No albergo rencor. Uno debe decidir si quiere tener más pasado que futuro”, dice el autor

En Esto no se dice, Palomas afirma que no guarda "ningún rencor", y añade: "Parece que estemos obligados a mantener vivo el rencor contra quien nos agredió –o abusó de nosotros– y que, si ese rencor no existe, es que quizá el abuso no fue tal, o no lo fue tanto". El barcelonés ha advertido que su desinterés por el resentimiento "sorprende mucho, y me preguntan una y otra vez cómo puede ser. Y yo siempre respondo lo mismo: puede ser porque uno, en un momento, debe decidir si quiere seguir teniendo más pasado que futuro o por el contrario quiere disfrutar de un futuro, aunque sea corto, pleno. Tienes que hacer un trabajo previo, claro, pero yo siento que mi energía debe dirigirse a crear... Y, entre lo creativo, también está conseguir que la sociedad cambie".

Portada del libro. Portada del libro.

Portada del libro. / D. S.

Esto no se dice es, entre otras cuestiones, un homenaje de Palomas a su madre, que inspiró a Amalia, uno de sus personajes más logrados, y ya fallecida. "Era una persona excepcional, tenía eso que se llama inteligencia emocional, y supo protegerme sin que yo advirtiera que me estaba protegiendo. Cuando yo creía que iba a naufragar, siempre aparecía con algún subterfugio, como cuando me trajo a un perro, Rulfo, para que me hiciera cargo de él. Yo entonces no lo sabía, pero me estaba obligando a que me implicara en la vida", explica el novelista.

Entre los momentos que recrea Palomas en el libro está la promoción de Una madre, cuando las lectoras empezaron a abrazarlo y él se percató de que había perdido el rechazo al contacto físico que arrastraba como secuela de los abusos. "Cuando me di cuenta de que la gente me tocaba y no pasaba nada me maravillé. La literatura, esa familia que vino de la mano, me ayudó también en eso", confiesa un narrador que no tiene escenas de sexo en sus novelas y no ha sido, analiza, "capaz de dar a mis personajes esa capacidad de disfrute limpio y libre que yo no he podido tener". "Sinceramente, no sé cómo se describe el sexo, y sufrí mucho en mi época de traductor. Siempre lo hacía mal. Es muy complicado porque o suena muy cursi o muy ordinario".

En Esto no se dice, Palomas admite el miedo que albergaba a perder lectores si contaba la agresión que sufrió. "He vivido en incontables ocasiones esos momentos", escribe en las páginas del libro, "en los que, por temor a manchar la imagen que tienen de mí, debo elegir entre la verdad, tal como yo la vivo, y esa otra versión suavizada que los demás prefieren oír". "Y si a eso le añades", reflexiona en su visita a Sevilla, "que tú has vivido siempre con el temor a ser rechazado, que eso sigue cuando eres escritor, te acabas construyendo un personaje lejos del chico al que no querían, y vives con la sospecha de estar falseándote. No sabes hasta qué punto te traicionas, eres sincero o un impostor... Por eso digo que la verdad es luz. Siento que en este libro estoy yo, está todo lo que soy, y me muestro a los demás sin miedo".

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