El Norte | Crítica

El crisol del mundo

  • Edaf publica 'El Norte', competente libro de divulgación donde Carrie Gibson aborda la historia de América del norte, desde la llegada de Colón, prestando particular atención a la presencia hispánica en el pasado -y el futuro- de los Estados Unidos 

Imagen de la historiadora estadounidense Carrie Gibson

Imagen de la historiadora estadounidense Carrie Gibson

El lector español acaso se halle tentado de pensar que El Norte es una historia del legado español en una importante parte de los Estados Unidos. Y no le faltarían motivos para ello. La propia autora subtitula su obra como “La epopeya olvidada de la Norteamérica hispana”. Sin embargo, El Norte es más que este notable y oportuno empeño, puesto que se trata, sencillamente, de una historia de la América del Norte donde se considera, no solo la secular presencia española en aquellas tierras, sino la prolongada interacción, cruenta e incruenta, de los nativos americanos con sus “visitantes” europeos, llegados a partir del XV, así como de los propios europeos entre sí, en liza por apropiarse y colonizar el Nuevo Mundo. Esa misma interacción, profunda e ininterrumpida, es la que justifica el contenido de estas páginas; páginas donde triunfa una vocación de imparcialidad, apoyada en el conocimiento histórico, y cuya última ratio es la creciente presencia de población hispana en los EE.UU.

Una parte sustancial de esta obra va dedicada al paulatino establecimiento español en América del norte

Quiere decirse, pues, que El Norte es, principalmente, una historia de América del Norte, escrita desde una perspectiva continental, y no filtrada por lo que pudiéramos llamar el “eurocentrismo”. En tal sentido, los españoles aparecerán y desaparecerán, como los ingleses, los franceses, los holandeses, etcétera (al tratarse del norte, los portugueses apenas tienen presencia en la obra), cuando se halle cumplido su ciclo histórico. No así su múltiple herencia, que conforma parte el crisol americano, y cuya naturaleza heteróclita es la que vemos fluir en las presentes páginas. Quiere decirse también, y por iguales motivos, que cuando Donald Trump hable desconsideradamente de los mexicanos, y fundamente su campaña presidencial en la construcción de un muro, no solo estará simplificando un complejo hecho social, sino que estará ignorando la propia historia de su país, de una manera torpe y acaso deliberada. Una parte sustancial de El Norte viene dedicada al paulatino y trabajoso establecimiento en el sur y el oeste norteamericanos de las pequeñas misiones y poblados españoles, hasta que, ya independizada México de la metrópoli, la guerra con su vecino del norte le arrebate más de la mitad de su territorio, en el que se incluía lo que luego se llamará el Far West, el “salvaje oeste” y otros membretes que sugerían, contra toda evidencia, que se trataba de tierras vacías, ubérrimas y sin civilizar, a la espera del hombre blanco protestante.

Anclada a esta visión parcial e interesada, se encuentra otra de las cuestiones tratadas oportunamente por Gibson: los cambiantes intereses nacionales con que se conforma la política internacional. Si España fue de gran ayuda para lograr la independencia de los Estados Unidos, reduciendo el influjo de Gran Bretaña en ultramar (véase la figura de Bernardo de Gálvez), también será España el obstáculo mayor para hacerse con vastas extensiones de territorio, como se comprobará, al terminar del XIX, con la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, en beneficio de la nueva potencia continental. Como sabemos, en estas guerras de propaganda se formará la llamada “Leyenda negra” española, considerada aquí en sus justos términos; pero también las reiteradas formas de exclusión y explotación, de componente racial (que alcanzará al cientifismo del Setecientos/Ochocientos que justificó la gradación entre razas), que aún hoy repercuten en la actualidad estadounidense, y que precipitaron, mediado el XIX, una devastadora guerra civil entre el norte abolicionista y el sur esclavista. No en vano, y como ya hemos dicho, el origen de esta obra radica en la creciente importancia de lo hispano en la sociedad y la política de aquel país. Lo cual debe considerarse a la luz de cierta visión providencialista y racial del orbe anglosajón, donde se cimenta esta concepción adversa de lo hispano y, en general, de lo nativo y lo mestizo. En tal sentido, El Norte es tanto una historia de los cinco últimos siglos de la América septentrional, como un análisis de los prejuicios que han acompañado el acontecer político y humano de aquellas tierras. También es una prospección del futuro inmediato, donde dichas concepciones deterministas quizá pierdan una parte de eficacia. A ese norte reconciliado con su pasado parece dirigirse El Norte de Gibson.

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