Crítica de libros

Palacio, el “buen amigo” de Antonio Machado

  • Un libro rescata la figura de José María Palacio, maestro y periodista, compañero del poeta en Soria

Antonio Machado y Leonor Izquierdo.

Antonio Machado y Leonor Izquierdo. / D. S.

"Palacio, buen amigo,/ ¿está la primavera/ vistiendo ya las ramas de los chopos/ del río y los caminos? En la estepa/ del alto Duero, Primavera tarda,/ ¡pero es tan bella y dulce cuando llega!...” Los amantes de la lírica habrán identificado los primeros versos del hermoso poema que Antonio Machado dirigió a José María Palacio, incluido en Campos de Castilla. Lo compuso en Baeza, el 29 de abril de 1913, y es una evocación del paisaje soriano recordado en la distancia. Desde esa primavera jiennense, Machado revive aquellas otras pasadas en Soria –entre 1907 y 1912–, aquellas en las que enseñaba francés en el instituto de la capital, cuando conoció y se casó con Leonor Izquierdo. Primaveras felices interrumpidas por la muerte de Leonor, seguidas por una honda pena y el traslado a Baeza.

¿Quién es ese José María Palacio al que el poeta transmite tan íntimos sentimientos? Debía de tratarse de un compañero muy cercano, con el que conversa de manera íntima y al que encomienda llevar flores a la tumba de su esposa, enterrada en el soriano cementerio del Espino: "Con los primeros lirios/ y las primeras rosas de las huertas,/ en una tarde azul, sube al Espino,/ el alto Espino donde está su tierra…” Jesús Rubio Jiménez, profesor de la Universidad de Zaragoza, aclara e ilustra por extenso en este libro la personalidad, el pensamiento y la obra de José María Palacio Girón, que nació en Rasal (Huesca), en 1880, estudió Magisterio y ganó unas oposiciones que le permitieron ocupar, en 1901, una plaza de escribiente en la sección de Montes de la Diputación Provincial de Soria y, después, profesor en la Escuela Normal de Maestros. Fue entonces cuando conoció a Antonio Machado.

Portada del libro. Portada del libro.

Portada del libro. / D. S.

Machado y Palacio tenían mucho en común. Ambos eran docentes y compartieron un similar pensamiento regeneracionista. Sabemos mucho de la biografía del sevillano, de sus ancestros y su educación; ahora Rubio Jiménez profundiza en Palacio, llevando a cabo una investigación detenida y rigurosa en archivos y hemerotecas. Palacio era un hombre activo y con gran capacidad de gestión, demostró siempre una gran independencia y una profunda conciencia social y comunitaria. Formó parte de la vida cultural soriana, en cuyas tertulias se reunía con Machado. Había un vínculo familiar, pues la mujer de Palacio era prima de Leonor. También se cruzaron sus firmas en las cabeceras de prensa, por ejemplo, en El Porvenir Castellano, nacido el 1 de julio de 1912, que al principio lideró el propio Palacio, en cuyo primer número el sevillano insertó un poema y el artículo "Política y cultura”. Por su mediación colaboraron en esta cabecera más escritores prestigiosos como Juan Ramón Jiménez y Machado se habría encargado de componer las semblanzas de varios de ellos. La tolerancia era el rasgo que permitió convivir a autores de ideología diversa en esas páginas, como testimonio del talante del director. Leonor Izquierdo falleció en agosto de ese año, pero la mudanza a Baeza no interrumpió el contacto entre los amigos.

Palacio merecía, por sí mismo, un estudio independiente y salir de una nota a pie de página

Jesús Rubio es también autor del ensayo La herencia de Antonio Machado (1939-1970) (Zaragoza, Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2018), en el que explicó la enorme trascendencia del poeta en el arte y el mundo de los exiliados. En José María Palacio Girón. Un regeneracionista aragonés en Castilla ofrece una biografía minuciosa de Palacio, explica el nexo familiar e intelectual con Machado y valora la "simpatía intelectual”, una sensibilidad social común, aunque luego evolucionaran en sentido divergente. Además, rastrea y reúne una extensa antología de los numerosos artículos publicados por Palacio en distintos periódicos, por ejemplo, Tierra Soriana, Heraldo de Aragón, El Porvenir Castellano, El Diario Palentino, El Adelanto y otros de proyección nacional. Se da aquí buena cuenta de todas las reseñas y artículos que dedicó a Machado, permitiendo conocer el día a día del poeta en su ciudad de acogida, con detalles íntimos. La relación se mantuvo cuando Machado y Leonor viajaron a París, en 1911, y en agosto de 1912 Palacio redactó la necrología de la esposa fallecida, uniéndose al dolor del "amigo del alma”. Ya Machado en Baeza, en Soria, "Palacio siguió manteniendo vivo su recuerdo tanto en lo privado como en sus escritos en el semanario”, glosando sus libros, incluyendo poemas y promoviendo homenajes, sembrando el fervor machadiano hoy vivo en la ciudad, como una suerte de alianza entre espacios e imágenes poéticas.

José María Palacio. José María Palacio.

José María Palacio. / D. S.

La biografía de José María Palacio ocupa ciento noventa y una páginas; viene a continuación la nutrida antología de artículos, calificada como "una aproximación”, hasta el límite final del libro. Aprecia Rubio Jiménez la labor de Palacio en los años veinte y treinta, y su evolución hacia la defensa del bando sublevado tras estallar la Guerra Civil, a cuyo desenlace no asistió. Murió en Valladolid, en 1936. La colección de sus artículos permite conocer a un hombre que predicaba la fe en la solidaridad y en la educación. Se agrupan en torno a temas tales como "Periodismo y regeneración”, "Despoblación y emigración”, "Educación”, "Los nuevos ferrocarriles”, "La regularización del Duero”, crónicas de viajes, sobre Machado…, fechados entre 1900 y 1936. Aunque se me antoja suficiente gloria pasar al recuerdo por ser "buen amigo”, la lectura de este libro evidencia que Palacio merecía, por sí mismo, un estudio independiente y salir del campo humilde de una nota a pie de página por su asociación con la bella epístola elegíaca de Campos de Castilla.

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