Spanish Beauty | Crítica

Vida en sombras del paraíso turístico

  • Esther García Llovet ensancha su prestigio como autora de culto con una sólida, breve y peculiar novela negra ambientada en Benidorm

Esther García Llovet.

Esther García Llovet.

Michela, la agente de policía protagonista de Spanish Beauty, piensa mejor mientras conduce. Un detalle tan nimio en apariencia dice mucho, como cada palabra escrita por Esther García Llovet (Málaga, 1963), que aquí pasa de la mundana y heterodoxa capital que acoge su Trilogía instantánea de Madrid al cosmopolitismo hortera, turbio y a la vez alucinante de los rascacielos sobre las playas de Benidorm. Ingleses, rusos o españoles, sus personajes son culos de mal asiento, agitados vividores del instante que arde, gente a la que no esperan en casa. Observan pero no contemplan, van y vienen sin demasiado compromiso transitando lugares de paso, en lo que parece una ajustada radiografía del fluido escapismo contemporáneo.

Con cada nuevo título, García Llovet ensancha su prestigio como autora de culto, mostrando que otra novela negra española es posible. Contra cierto importado dominio comercial del morbo y las vísceras, ella pone en movimiento mecanismos literarios más valiosos. El horror no se esconde, pero asoma sólo si es necesario. No es el gancho, ni sus sórdidas o sangrientas circunstancias merecen más atención descriptiva que un ficus de jardín, un baile delirante o una discoteca en ruinas. Lo noir, el thrill que identifica por definición al género, es casi un pretexto para armar una sólida novela de paisaje y personajes.

Como en otras obras suyas, es asimismo un macguffin de manual el que da cuerda al argumento. Ni macabros asesinatos en serie ni delitos espectaculares. La recuperación de un mechero orienta suficientes emociones y peripecias para avanzar sin respiro. Claro que no es un objeto cualquiera sino un talismán cargado de simbólica mitomanía por haber pertenecido a los gemelos Kray, referentes del crimen organizado en el East End londinense en los años 50 y 60 del siglo pasado, a los que la cultura pop convirtió en siniestras celebridades. Y además, como descubriremos pronto, el mechero es también un fetiche que conecta a la protagonista con su yo más herido y extraviado. Aunque esto, más que descubrirlo, lo iremos intuyendo, porque casi todo lo importante de la novela va iluminándose en la cabeza del lector sin necesidad de cita expresa.

Hay de principio a fin un manejo magistral de la elipsis y la sugerencia. Y esa capacidad conecta con el estilo, con la marca de la casa: frases breves, extraordinariamente breves a menudo, unicelulares; descripciones que exprimen el filo de cada sílaba para aprovechar todo el juego que permite el lenguaje, todo el jugo de su lúbrica semilla, toda su potencia de palanca que mueve una masa mucho mayor; capítulos muy cortos en los que se vislumbra, como en reflejo, una arista sola pero significativa para inducirnos a imaginar la ambigua poesía del cuerpo completo, que apenas supera las 130 páginas. Narrar no tiene reglas o estrategias universales, hay muchos modos. En este en el que la brevedad se impone, García Llovet es una maestra.

Lo importante de la novela se ilumina en la cabeza del lector sin necesidad de cita expresa

A esa alta velocidad en la disposición sucesiva de los elementos se le suele llamar ritmo, aunque conviene no olvidar que el ritmo tiene poco que ver con el cuentakilómetros; puede y debe entenderse como algo menos normativo, menos genérico. Sea como sea, cuando se habla del ritmo en una novela como esta, es muy tentadora la equiparación audiovisual. Quizá por esa aceleración afilada de la narración de Spanish Beauty sería socorrido acordarse de Quentin Tarantino. Sin embargo, la escritora de Málaga supera de largo en elegancia al explícito cineasta de Tennessee. Si mordemos el anzuelo de pensar en fotogramas, es más certera la referencia al David Lynch más misterioso y menos opaco, el de Terciopelo azul o Twin Peaks sobre todo. En cualquier caso, la misma autora (apreciable fotógrafa por otro lado, una imagen suya ilustra la portada de la edición en Anagrama) no esconde en las entrevistas su deseo, integrado en el propio proceso de escritura, de que sus historias aspiren a adaptarse luego al molde de una película o una serie.

Portada del libro. Portada del libro.

Portada del libro.

Otra de las virtudes más destacadas de García Llovet es el buen oído para lo conversacional, algo determinante cuando se pretende que la vida impregne a la literatura a través de los diálogos. Por muy alucinatoria que sea, y esta lo es bastante, la novela negra requiere su dosis de naturalismo, que aquí entra en buena parte por ahí. Y el trasvase del habla al papel siempre es un ejercicio de funambulismo entre los estereotipos, que ella supera con nota, sobre todo si se tiene en cuenta que parte de un territorio de arenas movedizas en el que conviven lo cañí y lo cool, lo guiri y lo local, lo marginal clandestino y lo ilegal sin vergüenza, bajo focos tan potentes como los de la degradante especulación inmobiliaria y turística de las orillas mediterráneas.

Por último, sin entrar en contradicción con lo anterior, la omnisciente tercera persona de la narración trasciende en cada párrafo cualquier propósito de objetividad informativa. Va guiando la lectura desde la empatía que le permite apuntar los motivos de cada acción (que no es lo mismo que justificarla), mostrar a los personajes en su complejidad para disipar así cualquier interpretación que pudiera dar pie al lector a establecer categorías morales absolutas, bondades y maldades de cartón piedra. Y puede decirse que esa voz omnisciente ha asumido, en el fondo y en la forma, el tono sarcástico que todos comparten como si flotara en el ambiente, quizá el único tono posible para sobrevivir en las sombras de ese paraíso artificial llamado Benidorm.

Tras Cómo dejar de escribir (2017), Sánchez (2019) y Gordo de feria (2021), su celebrada Trilogía instantánea de Madrid, que supuso un punto de giro decisivo en la trascendencia de su obra, Spanish Beauty se anuncia como primera entrega de una Trilogía de los países del Este. Estaremos atentos a sus próximos títulos. Esther García Llovet es de esas escritoras que hacen que sus lectores se sientan más inteligentes.

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