Bartali, 100 años de una leyenda
El italiano Giani Bartali, ganador de dos Tours y tres Giros y que se jugó la vida durante la II Guerra Mundial para salvar a cientos de judíos del holocausto nazi, nació hace justo 100 años.
Aquel niño nacido días antes del inicio de la Primera Guerra Mundial se convertiría más adelante en una las leyendas del ciclismo italiano junto a su eterno adversario Fausto Coppi, y en una de las figuras deportivas más emblemáticas del siglo pasado en el país transalpino. Comenzó a rodar a los 17 años y no tardó en despuntar. Conquistó dos ediciones del Tour de Francia (1938 y 1948) y tres Giros (1936, 1937 y 1946) en los años previos y posteriores a la II Guerra Mundial, gracias a que durante el conflicto continuó entrenándose en las carreteras secundarias de su Toscana natal.
Lo que nadie sabía por entonces es que en sus rutas entre Asís y Florencia transportaba, escondidos en los tubos de su bicicleta, documentos y fotografías para la expedición de salvoconductos falsos que el Vaticano proporcionaba a los judíos refugiados en Italia para evitar su envío a campos de concentración. Su fama y popularidad entre sus compatriotas le permitió eludir en incontables ocasiones los controles policiales mientras pedaleaba con su bicicleta, ataviado siempre con la camiseta negra que caracterizaba a los fascistas.
En una ocasión fue descubierto y quisieron fusilarlo, pero la irrupción de las tropas aliadas lo salvaron de una muerte violenta. Conocido también con el apodo de Ginetaccio, Bartali, católico practicante e icono de la Italia fascista de Benito Mussolini, consiguió salvar a unos 800 judíos del holocausto nazi, un secreto que se llevó a la tumba el 5 de mayo del año 2000, a los 86 años.
Esa información se supo algunos años después, cuando se encontraron varios cuadernos de apuntes de Giorgio Nissim, un judío que vivía en la Toscana y que dirigió esa operación de salvamento de judíos en estrecha colaboración con el cardenal Elia Angelo Dalla Costa, quien llamó a Bartali para pedirle ayuda.
Por esta proeza, el mito de la bicicleta, que ordenó a sus hijos que no contasen nada con la frase "el bien se hace, pero no se dice", fue nombrado en septiembre de 2013 Justo entre las Naciones que otorga la institución israelí Yad Vashem a quien ayudó a los judíos durante la II Guerra Mundial.
Pero no fue la única ocasión en la que Bartali vivió un momento de tensión de gran magnitud, con muchas vidas de inocentes en juego. Durante el Tour de 1948 recibió una llamada del entonces presidente del gobierno italiano, Alcide di Gaspari, para instarle que ganara ante la delicada situación en la que se vio inmersa la nación con el atentado contra el dirigente comunista Palmiro Togliatti, que podía desencadenar una guerra civil. "Lo voy a intentar", contestó Bartali. Lo intentó y lo consiguió.
Los testimonios de la época señalan que Bartali y Coppi levantaron pasiones en los años de la posguerra y dividieron el país en dos formas de concebir el deporte, pero también el estilo de vida: el primero era un católico convencido, tradicional, que bebía y fumaba; el segundo, laico, infiel, sano y de izquierdas. Sin embargo, ambos se respetaban y les gustaba medirse en las carreras. Una fotografía plasmó uno de los momentos más célebres entre ellos cuando Coppi le pasó una botella de agua en plena subida al Alpe d'Huez en la edición de 1952 del Tour.
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