Esteban Villarreal, la joya chilena de Unicaja Almería

Voleibol

La respuesta del colocador es toda una ‘declaración de intenciones’ sobre la conquista de los títulos

Esteban Villarreal, en el gimnasio.
Esteban Villarreal, en el gimnasio.

28 de agosto 2020 - 17:28

De entre las piedras preciosas, muchas más de las que los neófitos en la cuestión creen son de color verde. La lista es bastante larga, así como las tonalidades, pero una de ellas, la esmeralda, está situada en el top cuatro de las más valiosas gemas, junto con el diamante, el rubí y el zafiro. Algunos de estos últimos son verdes, y se produce también muy de vez en cuando la rareza de algún diamante de ese mismo color. En Chile, ya tienen una esmeralda aportada por el voleibol, un país en el que hay uno de los dos únicos yacimientos mundiales de lapislázuli, el más grande, que está ubicado 3.600 metros de altura en la Cordillera de Los Andes. Desde 1984 esa es la piedra nacional, pero 13 años más tarde vino al mundo en Santiago el hijo de una internacional y de un técnico, genes puros de vóley, y a la edad de 23 ha hecho brillar el verde esmeralda en la prensa de su país después de aterrizar en Almería.

Su consideración de promesa mundial de este deporte está muy bien justificada. El jet lag y la prueba del COVID-19 ya están superadas, pero Esteban Villarreal vuelve a despegar, porque la joven joya chilena sabe que ahora está hecha ahora de otro material y empieza a demostrar desde los primeros días que el verde es el color que escondía en su pureza de ‘gota de aceite’, propia de las más valiosas del mundo. Y sí, se siente en el lugar correcto para continuar su proyección, y así lo valoran los medios y los entendidos de su país, con buen número de reacciones positivas desde que se conoció la noticia de su fichaje por Unicaja Almería: “Lo han pronunciado como uno de los contratos más grandes, por así decirlo, de un deportista del voleibol chileno, que va a un equipo tan grande y tan reconocido como es Unicaja, y por eso estoy muy orgulloso”. El paso de las horas refuerza lo acertado de su decisión.

Para comenzar, lo deseado, una buena acogida, “el recibimiento del club, del cuerpo técnico y de todos los compañeros ha sido excelente, así que estoy muy feliz”, dice, a lo que suma que “hemos tenido unas palabras de apoyo y ánimo para comenzar el trabajo”, textualmente. Luego está el encaje de todas las piezas de la plantilla, ya que así se hace vestuario, y su primera lectura es muy positiva: “A la mayoría ya los ubicaba, porque me tocó jugar contra ellos la temporada pasada, y sobre todo con Colito, que compartimos piso en Soria; se nota buen rollo, buena onda entre todos, y esperemos que sea una temporada agradable entre todos”. Eso sí, no pierde de vista su país y su gente: “Obviamente es complicado dentro de todo dejar a la familia con una situación mundial como esta, pero al final es mi trabajo y es mi sueño, venir a grandes clubes y seguir creciendo como deportista”.

Final de la primera semana, “tardé un poco en sacarme el avión de encima y además en acostumbrarme a los horarios, pero sobre todo al calor, que es importante en la ciudad y hay que hidratarse muy bien”, reconoce. Viene del invierno, si bien no lo ha sentido “tan frío como en otras ocasiones, al estar en confinamiento y no tener que salir por la mañana temprano a la universidad, que es el que más se siente”, y por eso “la diferencia no ha sido tanta, aunque se nota”. De hecho, es que llega de vivir dos inviernos seguidos, y vivir el primero de ellos en Soria, donde desde casi su llegada tuvo que abrigarse mientras que aquí, en Almería, “en ‘polera’ todo el día y en el piso ni siquiera con ella, lo más ligero posible”. Los primeros entrenos se han hecho algo más duros precisamente por los más de 30 grados del termómetro, pero la ilusión es absoluta y ‘refresca’ la mente para afrontar el esfuerzo.

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