Facilidades por el respeto excesivo

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El Almería regala campo, balón y puntos a un Rayo que no es mejor cuando se pierde el miedo inicial

Pervis Estupiñán volvió a cumplir en el carril zurdo incorporándose cada vez quee pudo al ataque.
Pervis Estupiñán volvió a cumplir en el carril zurdo incorporándose cada vez quee pudo al ataque. / Javier Alonso
Pablo Laynez

11 de marzo 2018 - 02:31

Vuelven los problemas porque el Almería muestra, durante la primera mitad, esa cara anárquica que parecía desterrada con Lucas Alcaraz. El excesivo respeto a un buen equipo, sin más, un buen equipo al que temieron los rojiblancos como si se tratara de once Messis jugando juntos, provoca una derrota peligrosa por la imagen y porque en este tramo tan importante del campeonato, no se pueden regalar los puntos de manera tan sencilla.

La mínima ventaja que se tiene sobre el descenso era motivo suficiente como para no ser tan cobardes en el Estadio de los Juegos Mediterráneos. El equipo estaba en una línea correcta y, sin ir más lejos, en Huesca se fue valiente y se puntuó. Cierto es que los vallecanos son más equipo que los oscenses, sobre todo si les regalas campo y el balón. Sin embargo, cuando el Almería en la segunda parte quiso ser el Almería de las últimas jornadas, el Rayo no dio dos pases seguidos ni montó contras para sentenciar. Es fácil hablar con el resultado en la mano, por supuesto, pero esto es sólo un aviso de cara al futuro, puesto que del pasado pocas cosas suele aprender este club en las últimas temporadas.

El doble lateral en partido anteriores funcionó mucho mejor que ayer. ¿Por qué? Porque el Almería no se situaba tan atrás, presionaba prácticamente en el área rival, algo que facilitaba las cosas a la hora de defender y escondía las carencias de cualquier lateral de tres cuartos de campo hacia adelante. Por contra, ayer los once jugadores rojiblancos estuvieron durante la primera parte en su campo y poco a poco el Rayo los fue metiendo en el embudo, hasta que una pérdida incomprensible de Sulayman cerca de su área, unida a la fragilidad de Motta y Joaquín en el cuerpo a cuerpo con De Tomás, los madrileños lograron algo que parecía inevitable viendo el desarrollo de la primera parte.

Entonces quiso el Almería venirse arriba y fue cuando descubrió que al Rayo Vallecano podía hacerle daño. Sin llegar a crear claras ocasiones de gol, porque faltó que los hombres de calidad almerienses estuvieran mucho más precisos, se igualaron las fuerzas sobre el césped. Alcaraz decidió deshacer el doble lateral para dar entrada a Hicham y Fidel, cuya aportación fue nula. Tras el descanso hacía falta que los extremos estuvieron ocupados por atacante, sobre todo porque Fran y Nano no estaban siendo capaces de sacar centros en las llegadas rojiblancas, pero es que los que ingresaron en el terreno de juego fueron más estériles todavía.

Fue Pervis Estupiñán, quien está en un buen momento y se ha hecho con el lateral, el que más y mejor llegaba a línea de fondo, sobre todo cuando Pozo lo asistía. Ahí al Almería le faltó lo de siempre, el instinto de sus delanteros, que no remataron en condiciones ni un solo balón.

La derrota escuece por los deméritos rojiblancos, pero debe servir como serio aviso.

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