Este martes fallecía a los 61 años de edad Francisco Linares Román. Su muerte, inesperada, deja consternados a todos los habitantes de Adra, sobre todo a las decenas de jóvenes que pudo ver crecer dando patadas a un balón en el campo de Miramar durante años, convirtiéndose incluso en el segundo padre de muchos de esos jugadores que hoy lloran su marcha y le guardan un sitio privilegiado en el corazón. Conocido en su pueblo y en el mundillo del balompié como El Fino, apodo vinculado también al nombre de la famosa bodega (Los Finos) que regenta su familia en el municipio abderitano, dedicó gran parte de su vida a la Agrupación Deportiva Adra y posteriormente al Adra Milenaria.

Junto con los canteranos del Adra

"Siempre ha sido una persona servicial, que anteponía el escudo, el equipo y el pueblo de Adra a todo lo demás. Su equipo era el mejor y su pueblo el más bonito. El Fino es un abderitano de pura cepa que tenía amigos en cualquier campo donde jugaba el Adra", afirma Álex Chico, futbolista abderitano que milita en el Atzeneta, recién ascendido a Segunda B. 

El Fino es una claro ejemplo de ese tipo de hombre que cada vez escasea más en los clubes de fútbol actualmente. Aunque su función principal fue la de ser utillero, este gran defensor de su tierra natal ejerció de masajista e hizo siempre cualquier labor que se le encomendó en el momento que fuese necesario, siendo un activo camaleónico en una entidad en la que se convirtió en una leyenda.

Pelegrina y El Fino.

Francisco se puso la capa de héroe. En 1998, durante un encuentro en el mítico feudo de Adra, salvó la vida al central Jorge Pelegrina, uno de esos futbolistas a los que El Fino vio crecer y marcharse del pueblo para buscarse la vida en el deporte rey. El defensor cayó inconsciente y Francisco fue el primero en ir a socorrerle, siendo clave su actuación para evitar una tragedia. Hoy, 22 años después de aquel episodio, Pelegrina comenta emocionado que "para mí es como si hubiese perdido a alguien de mi familia. Gracias a él sigo vivo y será siempre mi ángel de la guarda".

Adra pone el crespón negro en lo más alto de la Torre de Los Perdigones, en la grada de Miramar y en cada uno de los corazones de los vecinos que conocieron a Francisco Linares El Fino, una persona entregada a su pueblo que bien merece un privilegiado capítulo en el extenso libro de la historia del fútbol abderitano.