Festín del Real Madrid en Riazor
El equipo de Ancelotti trata de zanjar el debate con una sonora goleada a un dócil Deportivo
El Real Madrid se aprovechó en Riazor de la docilidad del Deportivo, que resistió media hora delante de su afición, para darse un festín (2-8). En un campo que había sido gafe para el Madrid durante casi veinte años, el equipo blanco descubrió las vergüenzas de los deportivistas.
Los primeros minutos no entusiasmaron a Carlo Ancelotti. El Deportivo se estiró en ataque, donde Juanfran le complicó la vida a Marcelo, aunque sus centros nunca encontraron rematador.
Empezó a temblarle el pulso a Germán Lux bajo los palos, Arbeloa subió la banda con más frecuencia y el Madrid encontró el primer gol en un centro del lateral que cabeceó Ronaldo tras un espléndido salto en el que aguantó suspendido en el aire hasta cazar el balón y sorprender al portero del Deportivo.
El portugués celebró por primera vez un gol en Riazor y el Madrid dio rienda suelta a sus virtudes hasta el descanso. Un zurdazo de James que se coló por una escuadra castigó un poco más al equipo coruñés y, cuatro minutos antes del descanso, el campeón de Europa dejó el partido resuelto. Fue en un contragolpe en el que Lux se precipitó ante Benzema, al que derribó a 40 metros de la portería y que habría podido costarle la roja, pero el árbitro aplicó la ley de la ventaja, Cristiano recogió el balón en fuera de juego y anotó a distancia.
El Deportivo parecía muerto al descanso, pero Víctor Fernández lo reanimó desde el banquillo con la entrada de Cavaleiro y Juan Domínguez, y un penalti polémico por mano de Sergio Ramos le reavivó en el campo. Medunjanin lo transformó.
Pero el Madrid acabó de calmar las aguas con el cuarto tanto, obra de Bale tras un pase en profundidad de Marcelo, y se gustó y los goles cayeron ya en cascada. Volvieron a marcar Bale y Cristiano, Toché acortó la ventaja blanca de cabeza y el mexicano Chicharito empezó a justificar su fichaje con dos tantos más en apenas cuatro minutos.
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