Fluir, el secreto de la felicidad
LA CONSULTA DEL ESPECIALISTA
Fluir es un estado que debería poder experimentar todo el mundo
Sólo tenemos que proponerlo, buscar el reto dentro de nuestras poasibilidades e ir a por él
Almería/Recuerdo estar teniendo una conversación con mi amigo Guillermo Pérez Giménez, que además de ser un excelente jugador de fútbol sala, es psicólogo deportivo. Comentábamos mi experiencia en el Congreso de Medicina Regenerativa de Miami, donde fui a mostrar mi técnica para frenar la artrosis.
Le describía lo relajado y a gusto que me sentí durante mi conferencia. La sensación de dominar lo que estaba haciendo, sin mirar el reloj, sin nervios, relajado y disfrutando el momento. La respuesta de Guille, como cariñosamente le llamamos sus amigos, fue "tú lo que has hecho es fluir durante la charla". Esa frase me llamó la atención y desarrolló el concepto de una manera más extensa, lo que me pareció fascinante.
Es por ello por lo que últimamente me he documentado sobre el concepto fluir. ¿Quién acuñó ese término? Mihaly Csíkszentmihályi fue el padre de la llamada teoría del flujo. Nacido en Hungría en los años previos a la Segunda Guerra Mundial, vivió una niñez rodeado de tristeza y pobreza por las circunstancias lógicas del momento.
Durante su etapa adulta, comenzó a estudiar el concepto de felicidad, algo que él no había experimentado. Entrevistó a centenares de personas una vez terminados sus estudios en psicología, acerca de qué es lo que le hacía feliz a esas personas y en qué consistía esa felicidad.
Una de sus conclusiones más conocidas sobre la felicidad es: "Los mejores momentos de nuestras vidas no son los momentos en los que no hacemos nada, no son esos momentos pasivos, o cuando estamos relajados. Los mejores momentos ocurren cuando el cuerpo de una persona o su mente se acerca a su nivel máximo, a su límite a través de un esfuerzo o una tarea para alcanzar un objetivo al que consideramos valioso. Las personas son más felices, más creativas, más felices cuando fluyen".
Las personas a las que entrevistó, que pertenecían a diferentes culturas, edad, trabajos, conseguían ese estado de plenitud, de fluir y de felicidad de muchas maneras diferentes: unos tocando una pieza de piano que le transporta a otro nivel, pintando un cuadro, terminar un puzle, escribir una canción, realizar operaciones empresariales, bordando una colcha con un dibujo especialmente complejo. Un pequeño grupo de personas respondió que para ellos fluir era ver una película interesante o un programa de televisión que aportara cosas valiosas. Estos son los menos frecuentes.
En ese estado de fluidez, la mente se olvida de todo y se concentra únicamente en la tarea que se está desempeñando. Fluir significa realizar una tarea en la que estamos completamente absortos, disfrutando de la tarea en sí misma, no dejándonos distraer por el entorno, y sin tener noción del tiempo ni de nosotros mismos, mientras el reloj vuela sin que nos demos cuenta. Es como poner el piloto automático mientras realizamos esa tarea. Eso es fluir.
Echando la vista atrás, reconozco momentos en los que realmente he fluido. Suelo fluir cuando corro, es mi momento. Me olvido de todo: de problemas, de aquellos pacientes que no van bien, de quitarme la corbata por el calor, de todo lo que en el día de día nos bombardea y nos resta energía; son los ladrones de nuestra atención. Eso se queda por el camino. En ese momento sólo estamos mi cuerpo y yo. Para correr una maratón es necesario fluir, es necesario poner ese piloto automático mientras se va consumiendo un kilometro tras otro, ajeno al cansancio y con la cabeza únicamente centrada en el esfuerzo, sintiendo las piernas y el corazón.
¿Cualquier persona puede fluir?
Por supuesto que sí, pero hay una serie de condiciones que se deben cumplir para poder llegar a ese nivel.
- Hay que estar motivado para realizar la tarea o lo que queramos hacer.
- Es fundamental que haya una correlación entre lo que queremos hacer y la habilidad necesaria para poder hacerlo. Imaginemos que nos gusta tocar el piano o la guitarra pero la pieza o canción que nos proponemos tocar es demasiado compleja para nuestro nivel de destreza, nos frustraremos en 0’2, nos aburriremos y abandonaremos ese objetivo. Sin embargo, si está a nuestro alcance, entonces sí que podremos fluir y disfrutar con eso que estamos haciendo. Lo mismo ocurre cuando esa tarea es demasiado fácil y genera aburrimiento.
Se puede fluir solo, pero también se puede fluir en grupo, en equipo. Me vienen a la cabeza recuerdos de la temporada de mi Real Madrid, donde todo el equipo ha fluido dentro del campo, en perfecta comunión con todos los aficionados congregados dentro del campo, en esos momentos de remontada épica en la Champions como contra el Manchester City (pobrecito Guardiola), el Chelsea o el Paris SG (pobrecito Mpappé). Eso es fluir, ese estado mágico donde todo sale. Los envidiosos le llaman suerte.
Motivación
Para poder fluir es imprescindible estar motivado, con ganas de hacer algo. Hay dos tipos de motivación: intrínseca y extrínseca.
La intrínseca es aquella que nos empuja a realizar esa tarea, ese esfuerzo porque realmente lo deseamos, nos gusta y lo queremos. Es la que nos garantiza un mayor éxito a la hora de conseguir ese flow.
La extrínseca es la motivación que proviene del exterior y suele responder a un objetivo profesional como rendir más en el trabajo, ganar más dinero u obtener un ascenso. Esa motivación es más compleja y requiere de la aprobación y supervisión de otros que son los que validan nuestro trabajo.
Fluir es un estado que debería poder experimentar todo el mundo. Sólo tenemos que proponerlo, buscar el reto dentro de nuestras capacidades e ir a por ello. Según dicen, y doy fe, fluir te lleva a la felicidad.
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