Deportes

Ironman, la belleza del sufrimiento

El Ironman es considerado unánimemente como una de las pruebas más duras del mundo, y está destinado a convertirse en uno de los más espectaculares desafíos deportivos afrontados por el ser humano.

Este triatlón de larga distancia es una demostración palpable de la necesidad del hombre de ponerse límites cada vez más difíciles de alcanzar.

Consta de 3.800 m de natación, 180 km de ciclismo y 42,2 km de carrera a pie. Se debe completar en un tiempo inferior a las 17 horas.

Los triatletas que compiten en esta disciplina deben de entrenar duramente para esta prueba, cubriendo grandes distancias de natación, ciclismo y carrera a pie a la semana durante un mínimo de uno o dos años, tanto a nivel amateur como profesional, y el solo hecho de terminar es motivo suficiente de reverencia.

Su origen se remonta a 1.978, cuando el infante de la marina americana John Collins propuso combinar en Hawaii las tres disciplinas para saber qué atletas eran los más completos (nadadores, corredores o ciclistas). Collins propuso hacer las tres seguidas. El ganador sería considerado el "Ironman" (Hombre de Hierro).

El sábado dia 9 de octubre se celebrará en Hawaii el Ironman más popular del mundo. Entre los atletas españoles destaca Eneko Llanos, que fue segundo en 2008 y este año aspira a lo más alto del podio.

En este artículo se narra el periplo de mi amigo José Peinado, experimentado triatleta granadino que participó en la edición Challenge 2010 de Barcelona (triatlón distancia Ironman) que tuvo lugar hace una semana.

Domingo, 3 de octubre de 2010, 5:00 horas

Por fin ha llegado el gran día que llevo un año esperando. A las 8:00 comienza la natación, tras el pistoletazo de salida, dejo pasar al grueso de competidores y comienzo a nadar a la cola del grupo para evitar empujones, patadas y codazos. La visibilidad es total, en todo momento veo el fondo de arena con nitidez, me encuentro bien, experimento buenas sensaciones, nado en grupo con comodidad adelantando puestos poco a poco a la vez que pienso en todas y cada una de las personas que me han apoyado para afrontar este enorme reto. Ahora sí agradezco la confianza que me proporcionaron mis entrenamientos realizados durante el pasado mes de agosto en la playa de Las Salinas de Roquetas de Mar. Brazada a brazada voy dejando atrás una boya tras otra y tras 1h y 18 min completo los 3.800 m del recorrido rectangular diseñado por la organización.

Transición a la bicicleta

Satisfecho de ver mi primer objetivo cumplido en un muy buen crono, me dirijo con paso firme a realizar mi primera transición, me desprendo del traje de neopreno, ingiero algo de alimento (he preparado unos sandwiches de miel, queso y jamón de york) y un comprimido de ibuprofeno para mitigar inflamación y los dolores que sin duda más tarde aparecerán, me coloco el casco y las gafas, mi dorsal 429, me calzo las zapatillas y me dispongo a iniciar mi cabalgada de 180 km en solitario a lomos de mi flaca (término con el que designamos a las bicicletas de carretera). Esta distancia se hace especialmente dura puesto que no se permite "ir a rueda" de ningún otro competidor.

Tras unas interminables 5h y 52 min completo el larguísimo recorrido. La postura aerodinámica de contrarrelojista que he mantenido durante esas casi 6h me pasan factura… no sabría decir si me duelen más las piernas, las cervicales o los riñones…

Transición a la carrera a pie

Y por si fuera poco, ahora queda "la traca final", la maratón. Una vez realizada la segunda transición, las buenas sensaciones que hasta ahora me acompañaban se esfuman abandonándome por completo, y a pesar de haber corrido una media de 10 km casi a diario durante el último mes y medio, aquí y ahora mi cuerpo es incapaz de dar dos zancadas seguidas… Muscularmente me encuentro razonablemente bien, pero la ingesta combinada de agua, bebida isotónica, barritas energéticas, geles, plátanos, y naranjas durante los múltiples avituallamientos del sector ciclista no está siendo bien asimilada por mi organismo. Las ganas de vomitar me obligan a realizar buena parte de los 42 km andando en lugar de corriendo. Al intentar correr me asaltan unas náuseas terribles que me hacen parar porque sino vomitaré. No voy a enumerar los mensajes negativos que la mente te envía cuando estas hecho polvo. Todo aquél que ha practicado deportes de resistencia sabe a lo que me refiero. En el km 40 comienzo a correr, ya no con las piernas sino con la cabeza para al menos entrar en meta con un poco de dignidad. Me cubro con la bandera de España y cruzo la meta. Tiempo final: 13h 21min. Después de acabar la carrera es difícil de explicar lo que se siente al haber sido capaz de superarse a sí mismo y conseguir algo que horas antes parecía inalcanzable. Me colocan la manta térmica y comienzo a ingerir líquido. Me encuentro débil y las asistencias médicas me colocan un suero con un antiinflamatorio intravenoso y un primperan.

Con el paso de los días me doy cuenta que lo verdaderamente importante no ha sido terminar (ser "finisher"), sino compartir durante gran parte del año entrenos, inquietudes y dudas con compañeros, familiares y amigos. Lo bonito del Ironman es saborear todos esos meses de sacrificio, todos los días que no te apetece entrenar, que son muchos, y superarte doblegando tu mente.

Las sensaciones que tengo son contradictorias y agridulces, por una parte estoy feliz de haber acabado y por otra parte triste por no haber podido hacerlo en plenitud de facultades físicas. Hacer algo al 100% de tus posibilidades con un buen resultado es una de las cosas más bonitas, gratificantes y excitantes que le puede pasar a un deportista, la culminación de un trabajo bien hecho a base de sudor, sacrificio y mucha voluntad. Alguien a quien respeto y admiro me dijo en una ocasión que una de las pocas cosas que nos diferencian a los seres humanos de los animales es sin duda nuestra capacidad para complicarnos la vida… y yo añadiría: "¡¡¡y cómo disfrutamos algunos complicándonosla!!!".

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