Keukeleire el veloz
El belga se lleva la victoria en un apretado sprint Los favoritos mantienen sus distancias en la general a la espera de la alta montaña
Jens Keukeleire (Orica), padre desde hace un mes, se regaló la victoria en el reducido sprint que puso fin a la duodécima etapa de la Vuelta a España, disputada entre Los Corrales de Buelna y Bilbao, de 193,2 kilómetros de recorrido y en la que Nairo Quintana (Movistar) mantuvo el jersey de líder.
Keukeleire, otro anónimo en la lista de velocistas que se han atrevido este año con la Vuelta, fue el más poderoso en la Gran Vía de Bilbao, y su valentía y sentido táctico para arrancar en el momento preciso le regaló su primer triunfo en una grande, imponiéndose a Maxime Bouet (Etixx) y a Fabio Felline (Trek), ambos con un tiempo de 4:31.43.
Segunda victoria para el Orica, que ya abrió su casillero en la Ribeira Sacra con Simon Yates. Esta vez firmada por Keukeleire, un ciclista de 27 años nacido en Lovaina, profesional desde 2010 y que fichó por su actual equipo tras ganar dos etapas en la Vuelta a Burgos en 2013. En definitiva, otro corredor del segundo escalón de velocistas que salieron del anonimato en la presente edición de la ronda española.
Los favoritos no pasaron un día tranquilo, de esos llamados de transición. El triunfo en Bilbao, ciudad que vibró en 2011 con la exhibición del local Igor Antón, era un botín al que aspiraban los aventureros de la jornada, y como entre ellos había ciclistas peligrosos para la general, a todos les tocó rodar más rápido de lo que quizá hubieran deseado.
La etapa, con el ascenso del Alto de las Alisas y El Vivero en dos ocasiones, terminó con una media de 42,7 kilómetros por hora y sin cambios en la general. Quintana conservó la roja, Chris Froome (Sky) lo sigue a 54 segundos y Alejandro Valverde (Movistar) cierra el podio provisional a 1.05.
Desde la salida en Los Corrales de Buelna, centro geográfico de Cantabria en el eje del Besaya, se vieron las intenciones. Costó un potosí formar la fuga, pero la insistencia despegó del grupo a David López y Kennaugh, dos hombres de Froome, así como a Atapuma, Elissonde, Brambilla Hardy y Meintjes, entre otros.
Escapada inaceptable para el Movistar, que hubiera querido una jornada más tranquila. Sin embargo, la presencia de los corredores del Sky lo obligó a trabajar para evitar minutadas que dieran lugar a sorpresas.
No se dispararon las diferencias. El Vivero, donde Antón desató la locura hace cinco años, fue la tumba para la fuga. El Astana quería jugarse la baza de Luis León Sánchez y tensó el ritmo. Restaban 18 kilómetros para llegar a la meta de la Gran Vía de Don Diego López de Haro cuando se dieron la mano David López y Kennugh. Se terminó la aventura y empezó la gestión de la etapa.
Dries Devenyns (Trek) atacó en la segunda ascensión al puerto, pero no pudo ir muy lejos, entre otros motivos porque se probó Alberto Contador (Tinkoff) y obligó a reaccionar a los gallos. Luego se lanzó Luisle y se fueron a por él unos cuantos predadores que también querían lucirse en la capital vizcaína.
Con el pelotón roto por miles de ataques, no hubo forma de organizar un sprint convencional, de tren, colocación y guepardo al frente. Más bien se concibió una llegada anárquica entre 40 aspirantes, favoritos incluidos.
Finalmente, la gloria abrazó a Keukeleire, que no esperaba vivir "el día más feliz" de su carrera. Y no sólo por el hecho de ganar la etapa, sino porque su hazaña la presenció en directo su familia. Una auténtica bilbainada que jamás olvidará y que podrá contar a su hijo cuando crezca, pues apenas tiene un mes de vida y aún es ajeno a las andanzas de su padre.
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