Pecado de ingenuidad
Regalo El Sevilla, sin ser mejor, se quedó con los puntos tras un grave error de la defensa rojiblanca No tienen gol Los almerienses gozaron de muchas ocasiones, pero la falta de definición ha condenado al equipo a la zona baja de la tabla
Pese a que el campo estaba para pocas florituras por la cantidad de aguda caída, el Almería no renunció al juego de toque que lleva practicando en las últimas jornadas, craso error en esta ocasión en lo que a la parcela defensiva se refiere. Aunque había zonas del campo donde el balón no rodaba, en otras iba muy rápido y los rojiblancos trataron de explotar la velocidad de Crusat y Goitom. Así, cuando no se habían cumplido ni cinco minutos, Soriano no aprovechó un mal despeje de un Palop descolocado e, instantes después, el extremo catalán disparó mansamente.
Pero todo exceso se paga [en este caso, el de los pases absurdos] y Acasiete regaló ingenuamente el primer gol al Sevilla. El peruano, con toda la experiencia que atesora, pecó de pardillo. Quiso ceder un balón a Alves, el agua frenó sus intenciones y Renato le puso en bandeja el 1-0 a Negredo. ¿Alguien dudaba que el vallecano le iba a marcar a los rojiblancos? Lo que sí es seguro es que nadie se esperaba que fuera tan fácil y menos tras un saque de puerta a favor de los almerienses.
Pese al garrafal fallo en el minuto 9, el Almería estaba siendo mejor que su rival. Goitom tuvo el empate poco después, pero disparó sin mucha convicción cuando estaba solo ante Palop. El que volvió a no perdonar fue Negredo pasada la media hora, pero el linier había levantado el banderín.
Tras el susto, una gran triangulación entre Crusat y Corona acabó con un disparo del talaverano que se marchó junto a la cepa del palo de la meta local. El Almería estaba encontrando huecos. Pero mientras que a los rojiblancos les sigue costando un mundo marcar, el Sevilla tiene a uno que los hace como churros y al que muchos siguen echando de menos.
Al comenzar la segunda mitad, Alves le leyó las intenciones a su ex compañero y detuvo un peligroso disparo de Negredo con la diestra. El Sevilla, por inercia, se estaba aprovechando del nerviosismo de la defensa rojiblanca. Acasiete seguía jugando con fuego y otra mala cesión a punto estuvo de costar un nuevo gol. El hombre, los tropiezos y las piedras. Ya saben ustedes.
Pasado el arrebato inicial sevillista, el Almería volvió a hacerse con las riendas del encuentro. Aun sin crear mucho peligro, el dominio fue rojiblanco, lo que provocó los silbidos de la grada. A los 60 minutos, Mateu Lahoz, el único que le faltaba a la historia, convirtió un claro penalti sobre Corona de Escudé en amarilla cuando el talaverano iba a chutar.
Los de Lillo le habían metido el miedo en el cuerpo al rival. Goitom, en su mejor partido, Corona y Crusat traían en jaque a la defensa nervionense. Pero en el área se nublaban las ideas y eso desnivela una balanza. Soriano, tras un contragolpe de libro, tardó un mundo en controlar y Palop desbarató una clarísima ocasión.
En los últimos minutos, el cansancio hizo mella [Lillo sólo realizó un cambio] y el Sevilla supo dormir el encuentro. El público en el Pizjuán sufrió, pero la ingenuidad del Almería le privó de conseguir algo para lo que hizo méritos. Un equipo que perdona, perdona y perdona, está condenado irrevocablemente a sufrir.
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