EL ACTA DE VIVANCOS

Pena de muerte deportiva

  • Portillo no está ni para sentarse en el banquillo, pero su superior lo puso a los pies de los caballos

  • Da la sensación de que Rubi no había estudiado a su rival

Jugadores y afición del Athletic celebran con su afición el gol de Iñaki Williams que posteriormente fue anulado por el VAR

Jugadores y afición del Athletic celebran con su afición el gol de Iñaki Williams que posteriormente fue anulado por el VAR / Luis Tejido / EFE (Bilbao)

El choque de San Mamés comenzó a las 20:00 horas, pese a estar fijado una hora después. Quien más y quien menos, al ver la alineación diseñada por Rubi, supuso que la dificultad del encuentro, de por sí alta, se iba a multiplicar por tres mínimo. La presencia de Portillo es una zona del terreno de juego tan esencial, anunciaba la hecatombe. ¿Qué méritos había contraído Portillo para ser titular ante el Athletic?, ¿era como premio a sus estelares actuaciones en las anteriores jornadas?, ¿era el jugador adecuado para batallar en un escenario donde los locales luchan cuerpo a cuerpo? Lo que se vaticinaba a las 20:00 horas se confirmó a las primeras de cambio, Portillo fue un espectador de lujo sobre el tapete. El hombre no está ni para sentarse en el banquillo, pero su superior lo puso a los pies de los caballos.

Otro problema en el planteamiento de Rubi: la ausencia de un primer muro de contención que le evitara a la línea defensiva recibir a quemarropa los pases mortales de la zona de creación del rival. Se sigue hablando de la defensa y de los errores de Ely, valladar de la zaga cuando recibe la conveniente ayuda; sin embargo, no se comenta la facilidad de movimientos de los asistentes del Athletic. Lo cierto es que la línea defensiva estuvo vendida, con Portillo de mero asistente, con Robertone anclado en la derecha y tan solo con Samu intentando evitar lo inevitable, amén de los dos delanteros esperando su oportunidad. Ese era el esquema presentado por Rubi para parar a uno de los equipos con más confianza de la máxima categoría.

Dijo el técnico rojiblanco en la previa del choque que esperaba tener posesión de balón y ser valientes y yo me pregunto que cómo lo quería conseguir. Melero no viajó a Bilbao, pero en el banquillo tenía soluciones para, al menos, acercarse a esa idea de juego, porque ni hubo contención ni creación. Por una parte, se podrían haber creado dos muros defensivos escalonados y por otra un centro del campo con más posesión, pero ni chicha ni limoná.

En el banquillo estaba De la Hoz para formar con un Kaiky más adelantado una primera muralla defensiva, seguro que más eficaz que los tres centrales anclados casi en el área chica. Con ello se le hubiese dificultado al adversario ese último pase que dio a placer durante todo el partido. También esperando su oportunidad estaban Arnau (no sé qué ha hecho el chaval para tener por delante a Portillo) y Eguaras, si es que se pretendía tener cierto control en el centro del campo. El caso es que se optó por un dibujo que, dadas las características del oponente, anunciaba lo peor a las 20:00 horas. Vamos, como si no hubiese estudiado Rubi a su rival.

Y ahora viene lo peor, y casi lo que debería de ser pena de muerte deportiva para un entrenador, transcurrida la primera mitad y visto el panorama y el marcador. Tras el descanso Rubi no cambió su esquema de defensa de cinco desprotegida, sustituyendo tan solo a un delantero por otro. A eso se le llama dejación de funciones o simplemente ineptitud. Por menos, a cualquier empleado de cualquier trabajo le dan un primer aviso de despido.

Algunos vendrán con la cantinela de que si la plantilla no tiene nivel suficiente; sin embargo, nadie en su sano juicio puede evaluar por varios minutos o por dos partidos a los nuevos jugadores. También esgrimió Rubi acerca de que está conociendo a los suyos, aunque el 70% de la alineación de San Mamés estuvo compuesta por jugadores de la pasada campaña. Lo que sí se está viendo a las claras, desde la victoria ante el Sevilla, es la incapacidad de Rubi a la hora de plantear los partidos y de rectificar sobre la marcha. Rubi fue un entrenador ideal para lograr el ascenso y ser un equipo dominador, pero dudo de su pericia deportiva para dirigir en Primera a un equipo que busca la permanencia, rudo atrás y expeditivo adelante.

Los grandes entrenadores son los que extraen lo mejor de sus plantillas y tapan los defectos, pero desde que Rubi fue halagado tras la victoria ante el Sevilla el técnico catalán está haciendo lo contrario. Él sabe que pende de un hilo, en sus manos está su futuro, y lo peor, el del Almería, porque al fin y al cabo Rubi es un ave de paso más.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios