Ramis, ¿por qué lo hiciste?
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Un equipo que en pocas semanas ha logrado imponer su propia identidad, no se puede permitir el lujo de dejar de ser él mismo ni un solo minuto en una categoría como ésta
Con lo difícil que resulta ensamblar todas las líneas de un equipo de Segunda, para que en unos minutos todo se vaya al traste por un par de decisiones erróneas. Grosso modo, es lo que aconteció ayer en Los Pajaritos desde el comienzo de la segunda mitad. El conjunto de Ramis comienza a ser reconocido por un estilo de juego definido, donde la recuperación del balón forma parte de una identidad competitiva, dirigida por Rubén Alcaraz, con un enlace de lujo llamado Pozo y una banda izquierda letal, donde Nano y Fidel parecen haber encontrado un alto grado de entendimiento, que viene de la anterior campaña. Con toda la maquinaria en marcha, la zaga sufre menos y un René espectacular termina por desbaratar las escasas llegadas al área del rival. Ése ha sido el esquema que, desde la primera jornada, ha ido mostrando el remozado equipo rojiblanco. Frente al Oviedo se vislumbró un sospechoso primer ademán, al desbaratar Ramis al final la mágica banda izquierda, junto a la entrada de Tino Costa, que terminó por desmembrar el centro del campo. Un equipo que en pocas semanas ha logrado imponer su propia identidad, no se puede permitir el lujo de dejar de ser él mismo ni un solo minuto, porque en ese momento abandona la idiosincrasia de la Segunda División en favor de otros rivales que nunca se descomponen. Si hace una semana se salió airoso con un punto, ayer errores escalonados ordenados desde el banquillo tras la reanudación permitieron que el Numancia jugara a placer en un estadio donde en su césped deben de estar marcados, por repetitivos, todos los conceptos básicos de la categoría de plata. No es admisible pasar de disfrutar durante los primeros 45 minutos con ese equipo reconocible de Ramis, que puede ganar o perder, pero que nunca le pierde la cara al choque, a padecer con un conjunto tosco, gris y desordenado por la sinrazón de su propio entrenador. La entrada de Fran Rodríguez fue el principio del fin. Motta tenía una tarjeta, pero no parece suficiente argumento, sin la advertencia de expulsión por parte del colegiado, tener que prescindir del lateral italiano, máxime cuando a Fran Rodríguez no se le ve con el nivel suficiente, sobre todo en el plano defensivo. Ramis comentó que se sufrió por la banda de Motta (solo lo vería él), sin embargo las aptitudes defensivas de Fran Rodríguez brillaron por su ausencia. Al joven lateral se le adivina solvencia ofensiva, pero poco más. Lo que remató la faena fue la entrada de Tino Costa, al igual que hace 7 días. El argentino no está en forma todavía; su presencia mandó a la caseta a un incisivo Gaspar, aparte de romper la banda izquierda al pasar Fidel a la derecha. Un desaguisado perpetrado única y exclusivamente por Ramis. Cuando el técnico catalán manifestó que no hubo ganas de ganar y que no iba a permitir que nadie se durmiera, ¿se lo estaría recriminando a sí mismo? ¿No será que tras el descanso el que se durmió en los laureles fue precisamente él?
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