Sana, sana culito de rana

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Como colista, tras el empate del Athletic B ayer, se estrena Carrillo en Mallorca Fatau vuelve a la lista

Joan Carrillo y su cuerpo técnico charlan con Alberto Benito antes de subirse al autocar.
Joan Carrillo y su cuerpo técnico charlan con Alberto Benito antes de subirse al autocar.
Pablo Laynez

25 de octubre 2015 - 05:02

Cualquier método para sanar la herida es bueno, puesto que sigue abierta y supurando pus como nunca. La infección ha ido de mal en peor, Alfonso García ha tardado en encontrar a un sanitario que llegue con el botiquín repleto de vendas, gasas y betadine. Como el agua oxigenada pica en contacto con la carne abierta, Carrillo se sabe bien aquel cariñoso dicho infantil que hacía recuperar la sonrisa y el ánimo a los pequeños, que se creían que un arañazo en las rodillas era motivo de quirófano y bisturí. Es el momento de sanar, de limpiar la piel y tomarse los medicamentos oportunos para que el dolor se convierta en energía positiva.

La llegada de Carrillo por lo menos ha reconvertido el pesimismo. Aunque a la gente le gustaba la apuesta por Miguel Rivera y su trabajo parecía muy bueno, el grupo no mostró la actitud adecuada frente al Elche, seguía temblando como un flan en un plato. Era conveniente un borrón y cuenta nueva, una etapa que se abre ahora y cuya principal virtud debe de ser la estabilidad, ya que significará que los resultados comienzan a ir como todo el mundo quiere, desea y espera. El mensaje del nuevo entrenador es parecido al del interino, orden defensivo en primera instancia, pero mentalmente siempre está más legitimado un primer técnico que uno que se sienta en el banquillo de forma circunstancial.

Parte de la afición veía que el Almería había tocado fondo tras el desastre de Albacete. Otros vieron en la pésima imagen de la segunda parte ante el Elche el punto de inflexión. Sin embargo, éste debe llegar hoy con el cambio de hora, puesto que el empate de ayer del Athletic B hace que los almerienses sean los últimos de la fila. Vigesimosegundos de veintidós, los mofletes rojos de vergüenza por la magnífica plantilla diseñada por Alfonso García este verano. Eso sí, a siete puntos de la zona de ascenso. Tres victorias consecutivas, o ni eso, bastaría con una buena racha de resultados, haría resurgir de sus cenizas al conjunto de Carrillo, que con sapiencia pide tiempo y calma para que la suerte hasta ahora adversa, sea un aliado.

Para cambiar las caras de pesimismo es necesario dar buena imagen en un estadio que históricamente se da mal. El Almería no ha sacado buenos resultados en Mallorca en Primera, tan sólo en Copa del Rey. Será la primera vez que bajo las siglas Unión Deportiva, los rojiblancos jueguen en tierras baleares. Es el momento justo para pasarle los problemas a los bermellones, que también ha realizado una inversión importantísima este verano, pero que padece unos problemas similares a los que se sucedían con Sergi. Normal, está Ferrer en Mallorca, otro técnico de la Masía, con un estilo tan inverosímil para Segunda que los resultados son similares a los cosechado por el exlateral izquierdo en el Mediterráneo. Eso sí, el Chapi está tratando de cambiar ligeramente.

En la búsqueda de empezar con buen pie y abandonar el momentáneo farolillo rojo, Carrillo recupera a un hombre importantísimo, cuya ausencia ha provocado el caos total en el centro del campo. Fatau tendrá que jugar con máscara, pero lo hará después de romperse la nariz a comienzos de mes. El africano no sólo aporta contención y equilibrio, sino que su carácter y entrega contagia a un equipo que se viene abajo al primer sobresalto. Quien también regresa es Cristian Herrera, con el que Miguel Rivera no contó en Liga. Un buen resultado le haría ganarse el respeto de la plantilla a Carrillo y el cariño de una afición a la que le ha entrado por buen ojo el catalán.

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