Saturno devorando a su hijo (1-3)
Liga bbva
Lección táctica del maestro Emery ante el alumno Francisco. Un Almería plano y bloqueado cuaja el peor partido de toda la temporada.
Los entrenadores no ganan partidos, pero una acertada disposición en el campo suele evitar derrotas y Unai Emery demostró ayer que hoy por hoy es de los mejores estrategas de la categoría por su clarividencia a la hora de plantear e interpretar los partidos. Se permitió el lujo de dar descanso a Rakitic y de rehusar a su habitual 1-4-2-3-1 para confiar en un 1-4-4-2 que pillaba a contrapié a Francisco, engullido de principio a fin por el dibujo táctico del vasco.
Como en un tablero del Risk, el Almería se movió al son que Emery dictaba desde su tablero, mientras Francisco asistía atónito a una partida a la que parecía haber acudido sin dados. El triunfo del Valladolid frente al Barça tampoco ayudó en exceso. Verse fuera o dentro del descenso condiciona mucho y a los jugadores se les vio bloqueados, incapaces de generar juego con soltura y faltos de atrevimiento para desbordar.
Todas esas circunstancias derivaron por parte local en un juego plano, desprovisto de cualquier hoja de ruta ofensiva, en el que todo se redujo a estériles pases en corto sin profundidad ninguna que, por lo común, acababan en las botas de Esteban para que éste buscara en largo a Soriano.
Pobre propuesta para superar a un rival que supo maniatar a la perfección las virtudes del Almería y resaltar sus defectos. Por eso mientras Cristóforo e Iborra hacían la labor oscura de cortocircuitar a Verza y Azeez, Vitolo y Reyes explotaban las bandas con el convencimiento de que el talón de Aquiles de los almerienses radica en los costados.
Emery, analítico y perfeccionista hasta rozar la obsesión, vio la vía de agua que Dani Alves le generó a Dubarbier en el Camp Nou y durante los primeros minutos volcó el juego por esa banda, donde al argentino se le cogía la espalda con enorme facilidad.
El primer tanto sevillista arrancó en el carril opuesto, pero Dubarbier era quien habilitaba a Bacca en el remate al quedarse colgado en el intento de la zaga de tirar el fuera de juego. A la media hora el marcador ya era adverso y la tarde barruntaba lo peor teniendo en cuenta que en toda la primera parte el mayor peligro unionista fue un disparo de Azeez desde el borde del área.
Nada mejoró en el segundo acto porque nada puede mejorar si sobre el campo continúan los mismos protagonistas. Francisco aún esperó a encajar el 0-2, obra de Carriço en un monumental despiste defensivo en un córner que lo dejó libre de marca, para introducir una doble sustitución, dando entrada a Corona y Jonathan por unos grises Soriano y Suso. A esas alturas un Sevilla cargado de bajas (no olvidemos que llegó sin Fazio, Alberto Moreno, Pareja -defensas titulares-, M'bia o Cheryshev) era capaz de hacer relojes suizos. Emery, más voraz que Saturno devorando a un vástago, daba entrada a Rakitic para ponerle la puntilla al equipo que un día ascendió.
Un buen pase del croata era culminado por Kevin Gameiro, que trajo loca a la zaga descolgándose y abriendo espacios para el colombiano Bacca. El Almería reclamó un par de penaltis a Suso y Rodri no concedidos (al menos uno fue) y en un arrebato de orgullo hizo el 1-3. Piensen en Goya, pincel en mano, pintando a Saturno (Emery) engullendo a su hijo (el Almería de Francisco). Pues eso.
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