Voleibol

Unicaja Almería se arma con Kukartsev

  • El club ahorrador se hace con los servicios del máximo anotador de la pasada Superliga: “Muchas veces se hace punto sin potencia, pero se me ha entrenado para que salte, le dé duro a la pelota y rompa dedos"

Composición del fichaje.

Composición del fichaje.

En los 19 partidos que jugó la temporada pasada, extendidos en 79 sets, anotó 432 puntos para su equipo, una media de casi 23 por encuentro y de cinco y medio por manga, ocupando la primera plaza de los artilleros incluso sin haber disputado play off, ni tan siquiera haber estado en pista en tres jornadas de la fase regular. Esa es su mejor tarjeta de presentación, además de los datos básicos de haber nacido un día 23 de marzo de 1993 (26 años), de medir dos metros y tres centímetros y pesar en torno a los cien kilos, pese a su apariencia enjuta. Muy fuerte, Pablo Kukartsev, que vino al mundo en Buenos Aires en el seno de una familia rusa y al que le gusta recordar que ha vivido “casi toda la vida” en el Grao de Castellón, lleva en las venas el veneno del vóley por genética y tradición: “Mi madre fue mi primera entrenadora”.

Ganas de triunfar de manera definitiva y de llevar su carrera al estrellato, a pesar de que por detrás ha dejado grandes hitos, tiene claros los argumentos en los que se ha apoyado para dar el ‘sí’ a Unicaja Almería: “Me motivó el saber que voy a estar en uno de los mejores equipos de España, que además va a jugar en la competición europea; yo diría que eso motiva a cualquier jugador”. En el viejo continente ya se ha hecho ver, pero solo por un año y solo en ‘ligas’. En concreto, antes de hacer del UBE L’Illa Grau el equipo revelación la pasada temporada en España, la 2017-18 la repartió entre Francia, a bordo del Cannes, y Rusia, militando en el Yugra-Samotlor Niznevartovsk, si bien su particular metamorfosis para convertirse en ‘depredador’ se produjo en Argentina, país al que regresó tras ser reclamado por la federación.

Y es que, tras iniciarse en el colegio bajo las órdenes de su madre y después pasar al Mediterráneo, del que salió para entrar por primera vez en el L’Illa Grau y así estar en los dos clubes del Castellón en el que su familia echó raíces, precisamente fue en el seno familiar en donde se tomó la decisión de su vuelta a las tierras argentinas: “Sabíamos que si en algún momento de mi carrera yo quería estar a un alto nivel, necesitaba pegar un gran salto, mejorar muchísimo, y fue justo en 2013 cuando vino el ‘manager’ de la Selección Argentina hasta mi casa para convencernos de que me fuera a jugar en clubes se allí y entrar en la órbita de su equipo nacional, todo esto porque mis padres jugaron en Argentina, los conocían bien y sabían que sus hijos eran jugadores de vóley”. Pablo ya había pisado antes la Permanente de España.

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