Diego Valeri, el sueño confeso de Alfonso García, ya viste la rojiblanca. El centrocampista argentino entrenó ayer por primera vez junto a sus nuevos compañeros y acusó el brusco cambio climático (de cero grados en Buenos Aires a casi cuarenta en Almería), sintiéndose mareado.

Repuesto de la bajada de tensión, el jugador compareció en sala de prensa para explicar los detalles de su fichaje, cerrado finalmente bajo la fórmula de cesión sin opción a compra.

"Me da mucha satisfacción estar acá. No tantos clubes te llaman y te brindan tanta confianza. Es algo lindo y para nada acoso", dijo el jugador acerca del obsesivo interés del presidente.

Comparado por sus cualidades con Juan Román Riquelme, Valeri no se achanta: "Es un halago para mí porque es uno de los mejores futbolistas argentinos. Creo que me viene bien para intentar llegar a ser lo que él fue".

El futbolista, que asegura no tener ninguna secuela de la grave lesión de rodilla que padeció en 2005, agradeció el recibimiento de los compañeros y sus compatriotas: "Este vestuario se nota desde el primer día que es muy cálido, no sólo los sudamericanos, sino también los españoles. Aportaré lo que sé hacer a un club que se nota muy familiar".

La primera toma de contacto con Lillo ya se ha producido y confiesa ser positiva: "Habló conmigo y me pide mucho amor al juego y la pelota, dedicación y compromiso, valores buenos. Son conceptos de buen fútbol. Viene bien que nos enseñe eso".

Cuestionado acerca del próximo careo con su ex técnico, el luso Jesualdo Ferreira, ahora en las filas del Málaga, Valeri no echó leña al fuego: "No tengo nada en contra de él. Al contrario, Jesualdo es un gran técnico que me ha enseñado muchas cosas".