Virtuoso delante de un piano; infalible en las colocaciones
Voleibol
Josh Howatson comenzó a tocar el piano con 10 años · Su madre fue quién le enseñó · Pensó en dejar el voleibol por la música, pero en el deporte se le abrieron más caminos
Sorprendió a propios y extraños el piano que habían instalado junto a las mesas en el restaurante del Pireo, donde cenó la expedición de Unicaja Almería tras la disputa de la final a cuatro de la Copa CEV. En un momento de la noche, Juanjo Salvador se levantó y cogió el micrófono para agradecer el ejemplar comportamiento tanto de toda la plantilla en la cancha como de los aficionados en las gradas. Hasta ahí, todo normal. Pero cuando Josh Howatson se sentó ante el piano y le hizo el acompañamiento musical a su capitán, la sorpresa entre todos los presentes fue mayúscula. Las palabras de Juanjo, ya gratas de por sí solas, sonaban mucho mejor con esas dulces notas que tocaba el colocador canadiense del equipo. Al final, palmas para uno y otro porque el dúo que formaron fue tan maravilloso como esas colocaciones a zona tres para que el pechinero o Fredy Cedeño rematen a placer un primer tiempo.
Joshua Howatson nació en Canada hace 24 años. Tras comenzar a jugar a voleibol en el colegio y proseguir en la Trinity Western University, donde estudió Educación Física y Religión, comenzó su aventura española en Zaragoza. Tras un año en tierras mañas, Unicaja Almería le echó las redes y el norteamericano, por lo pronto, ha sido capaz de conseguir una Copa del Rey, quedar cuarto en la Copa CEV y quién sabe si levantará también la Superliga en pocas semanas. Su principal pasión, tocar jazz con el piano, apenas la puede practicar en nuestra ciudad, aunque se desquitó en los salones de Unicaja, donde concedió la entrevista a El Almería.
"Empecé en Canadá, en mi casa. Mi madre era profesora de piano hace mucho tiempo. Yo siempre he tenido un piano enfrente de mis manos", comienza el colocador. "Mi madre me enseñó a leer las notas y la manera en la que se toca, pero aprendí por libre".
Su madre fue, sin duda, el gran espejo musical en el que mirarse, aunque los estilos de ambos son diferentes. "A mí me gusta tocar jazz, mientras que mi madre es más de clásico. Ella ha tocado de manera semiprofesional y fue profesora durante mucho tiempo", explica.
El principal problema que se encuentra el norteamericano para desarrollar su pasión es que "aquí" no tiene piano, mientras que en Canadá tenía "dos". "Me gustaría comprarme uno, pero es difícil porque no tengo mucho espacio en mi piso y porque siendo jugador profesional, no sé cuantos años voy a estar aquí. Yo espero que muchos", apostilla con una mueca de sinceridad.
"Mi autor favorito es Óscar Peterson, una persona negra de Canadá que tocaba increíble [falleció a los noventa años]. Tenía los dedos muy suaves para tocar; me encanta su música", dice Howatson, que toca el piano de memoria. "Recuerdo sólo trozos. Eso sí, no voy a olvidar cómo se toca. Espero que eso se quede en mí para el resto de mi vida", desea.
Y si el piano es una de sus pasiones, su trabajo no difiere en sentimiento. "El voleibol es otra cosa que me encanta. Empecé con diez años en mi colegio y, poco a poco, me fue gustando mucha más que baloncesto, balonmano o béisbol, los deportes de Norteamérica. No hay mucha gente en Canadá que juegue al voleibol. Yo tuve un entrenador muy bueno cuando era pequeño, que me enseñó mucho", reconoce el '2' de Unicaja Almería, al que alguna vez se le pasó por la cabeza dedicarse al mundo de la música. "En el instituto sí que pensé dejar el voleibol por la música. Pero en el instituto tuve la oportunidad de seguir jugando y, al empezar con la Selección junior de Canadá, pensé que se me abría un camino más grande en el voleibol que en el piano".
En un vestuario como el almeriense, donde reina el buen rollo y priman las bromas, seguro que Howatson saca un par de compañeros para formar un grupo de música. "Ellos no sabían que yo tocaba el piano, porque no he tenido oportunidad de tocarlo aquí. Se sorprendieron cuando me vieron tocándolo" en aquella maravillosa e inolvidable cena de fin de fiesta en Atenas el pasado mes de marzo.
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