Otro año con nada bueno que celebrar

La salvación no oculta la pésima planificación inicial y el bajísimo rendimiento del plantel

Con Ramis y Lozano llegaba el sentido común

Pablo Laynez

12 de junio 2017 - 02:33

A propósito o por olvido después de un partido lleno de nervios, Luis Miguel Ramis se marchó el sábado de la rueda de prensa dejándose sobre ella un gráfico impreso en un folio. En él se podía ver un análisis de las últimas trece jornadas, en las que el Almería era el quinto mejor equipo de la categoría de plata precedido por Getafe, Valladolid, Rayo y Huesca. Los magníficos números del técnico tarraconense y una salvación que parecía imposible cuando llegó, siendo muy generosos permiten darle un aprobado raspadísimo al equipo, más gracias a los jamones regalados que a los codos hincados sobre los libros.

Lo único que se puede destacar de esta aciaga temporada es que parece imposible hacerlo peor, aunque si el Almería se pone, posiblemente lo logre y tropiece tres veces con la misma piedra. Fernando Soriano no vio o no quiso ver que confiar en el grupo que hace dos años ya logró salvar la categoría en Córdoba con más pena que gloria, era sinónimo de fracaso. Se quiso rodear de su nucleo duro y dio el visto bueno a fichajes que no aportaron nada positivo. Además, su dudoso estilo de juego dejaba en evidencia las muchísimas carencias de una plantilla que comenzaba a romperse al ver que algunos jugaban por decreto y no por méritos, y que terminó de resquebrajarse cuando en el mercado de invierno se marcharon algunos jugadores válidos y llegaban otros fuera de forma (Motta y Sereno) o medio lesionados (Yoda).

Tampoco ayudó para nada la enorme pasividad de Alfonso García, que permitía al Almería hundirse con un Soriano perdido y agarrado al banquillo. El UCAM, a la postre el último en bajar, fue el encargado de hacer reaccionar al club y al equipo con su victoria en un Mediterráneo que pidió el cese tanto de entrenador como de presidente.

La llegada de Lozano y de Ramis trajo consigo la confianza y el saber estar necesario. Después de estar a cuatro puntos de la salvación, a falta de dos jornadas estaba a cuatro del descenso, un cambio radical que, sin embargo, no consiguió cambiar la manía del equipo de dormirse en los laureles cuando no estaba con el agua al cuello. Por ello, lo mejor es una regeneración total del plantel.

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