Si tienes un cuerpo eres un atleta
Coeficiente físico. Al igual que hay personas con un coeficiente intelectual de 150, otras lo tienen a nivel físico compatible con el de un superdotado, casos de Nadal, Bolt, etcétera
ESTE es un lema que aparecía en letras enormes en una tienda de deportes en Nueva York durante la semana de la maratón. ¡Qué verdad más grande!
Siempre se piensa que el corredor de élite, el futbolista o el triatleta nace, o sea, que uno tiene que estar dotado físicamente para correr con cierto nivel y dar la talla en pruebas como la maratón, el ironman o una prueba ciclista de fondo. Esto es una verdad a medias.
Para poder ser un campeón o un atleta de élite en cualquier especialidad deportiva, hay que nacer con unas condiciones físicas y mentales especiales. Un superdotado, vamos. Sostengo la teoría que al igual que hay personas con un coeficiente intelectual de 150, tiene que haber otras con un "coeficiente físico" compatible con ser superdotado. De los cientos de miles de personas que juegan al tenis, sólo hay un Rafa Nadal. De los que montan en bici, un Contador. En el atletismo, un Gebreselassie o Bolt. Estos deportistas de élite, no lo son únicamente porque su cuerpo tenga unas características especiales que se adecuen perfectamente al deporte que practican, sino que además poseen una fortaleza mental increíble para poder hacer frente a las situaciones adversas sin derrumbarse. Esa puede ser la diferencia entre un deportista del montón y un superclase. Cuántos deportistas, con grandes capacidades físicas y atléticas, a la hora de la verdad, no han dado la talla.
Los corredores africanos copan los primeros puestos en todas las competiciones de fondo y medio fondo. Han nacido para correr. Su biomecánica es perfecta: brazos y piernas muy largos y delgados; en su cuerpo predomina la longitud a la anchura. El porcentaje de grasa corporal roza el mínimo compatible con la salubridad. Con una zancada pueden avanzar 5 metros y parece que corren de puntillas y sin tocar el suelo. En la feria del corredor de la maratón de Nueva York de este año, había un concurso curioso. Colocaban a una persona sobre una cinta de correr. Ésta era programada de menor a mayor velocidad hasta alcanzar el ritmo medio de un corredor de maratón de élite. El concursante en cuestión, era sujetado por un arnés por si la velocidad de la cinta era tal que despidiera al valiente o éste se cansara. El que ganó no duró más de 4 minutos. Eso lo dice todo. Los que no hemos tenido la suerte de ser tocados por esta varita mágica, tenemos que aprender a modificar nuestra capacidad física y adaptarla a la actividad elegida. En el caso de la carrera continua, yo nunca podría compararme a estos "máquinas", pero sí puedo correr y hacer un buen papel en el campo del atletismo popular y se consigue con constancia. Hay una ecuación que debemos cumplir y es lucha + sacrificio = recompensa.
Un día, un amigo me dijo que una maratón o un ironman se empieza a correr el día que no te apetece nada salir a entrenar, y sin embargo, sales a correr. Saber sufrir y querer sufrir. Con el paso de los meses, de los años de entrenamiento y regularidad, se va produciendo esa ansiada transformación. Habremos perdido peso, fortalecido y endurecido nuestro tren inferior y adaptado a nuestra vida de corredor o de atleta de resistencia; las pulsaciones en reposo se ralentizarán considerablemente y la tensión arterial se reducirá al mínimo. En el plano mental, ganaremos en fortaleza y capacidad de superación, sabremos gestionar el sufrimiento y la dificultad. Los obstáculos que antes se nos antojaban como infranqueables, ahora se afrontan de una manera más directa y positiva.
Cuando se empieza a correr desde el sedentarismo, uno hace lo que puede. Se intenta economizar energía acortando la zancada y levantando los pies del suelo lo mínimo para no tropezar. Tras acumular kilómetros en las piernas y horas de entrenos y carreras, adquirimos ciertos hábitos que nos van a ayudar a progresar como la técnica de carrera, los trucos para dosificarnos y, sobre todo, aprender a conocer nuestro cuerpo.
Gracias a eso, seremos capaces de identificar las sensaciones favorables cuando las piernas responden, o en cambio, cuando estamos acercándonos a nuestro límite, levantando el pie del acelerador. Podremos diferenciar cuando una molestia puede ser la manifestación de una lesión que nos obligue a abandonar, o si no tiene importancia y continuamos en carrera.
En el aspecto mental, el esfuerzo también nos hará más fuertes. Dirk Beardsley, ganador de la maratón de Boston, dijo: "Cuando cruzas la línea de meta de una maratón, no importa lo rápido o lento que hayas sido, tu vida cambiará para siempre. Nada se te podrá resistir jamás".
Otra gran verdad. Si yo fuera director de recursos humanos, a la hora de seleccionar personal, no valoraría únicamente la capacitación profesional en forma de licenciaturas, másteres y cursos. Le daría el puesto a aquellas personas que, además de una cualificación académica, tuvieran experiencia en deporte de resistencia como es el atletismo de fondo. Eso garantiza trabajo, esfuerzo, constancia, capacidad de superación, control mental y sacrificio, en cantidades industriales. A todo paciente que visita mi consulta, no importa el motivo ni la edad, aparte de preguntarle por sus operaciones pasadas, enfermedades actuales y medicación, les pregunto si hacen ejercicio.
Si la respuesta es afirmativa, les interrogo acerca de qué actividad y con qué frecuencia. Me desilusiono cuando la respuesta es "no" y se apostilla diciendo "es que no tengo tiempo". No me lo creo.
El tiempo se encuentra si se quiere. Es una cuestión de organizarse. Se puede entrenar por la mañana temprano, que es lo que hago yo, sobre todo en verano, para evitar el calor y la humedad almeriense, se puede hacer a mediodía o por la noche. Siempre hay un hueco.
Es cuestión de encontrarlo. Lo importante es hacer algo, lo que sea. Desde taichi a pádel, o simplemente caminar. El día tiene 24 horas que dan para mucho. El entrenamiento no depende de otros compañeros. El que no lo hace es porque no quiere. Si tienes un cuerpo, eres un atleta. Pues a demostrarlo.
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