"Al final, las emisoras de radio son pequeñas parroquias"
75º aniversario de radio almería
El vallisoletano Javier Ares, director del programa 'Radio Estadio' de Onda Cero, explicó y analizó el mundo en el que vive y trabaja el periodista deportivo
Con una elegante chaqueta, una bufanda para resguardarse del moderado frío que hace en Almería comparado con su Valladolid natal, y cargado de la sapiencia que se adquiere después de tantos años detrás de un micrófono, Javier Ares recibió a Almería Actualidad en la recepción del Hotel Catedral. Un par de horas antes de impartir magistralmente la primera conferencia con motivo del 75º aniversario de Radio Almería-Onda Cero, este periodista vallisoletano aparcó por unos minutos sus quehaceres profesionales y su pasión por el ciclismo, para analizar el periodismo deportivo español.
-Javier, buenas tardes. ¿Cómo definiría lo que es un periodista y lo que es la radio?
-Ser periodista es una vocación. La radio es un vehículo maravilloso que tenemos en nuestro alcance para acercarnos a la gente.
-Si cien años no son nada, ¿cuántos son setenta y cinco?
-Es la confirmación de que una emisora de radio ha sido capaz de sobreponerse a los avatares. Significa tener una solidez y unas raíces como para pensar que se va a soportar todo lo que venga.
-¿Cómo es Onda Cero?
-Es una emisora bastante entrañable. Es grande de contenidos, ambiciones, objetivos y resultados. Pero es pequeña en lo que se refiere a un grupo de personas que trabaja codo con codo, en la que se conocen todos.
-La impersonalidad es la principal característica de la radio para los oyentes, pero ¿qué se siente detrás del micrófono?
-Es curioso porque se pasa de una sensación de tremendo respeto, casi rayando en el miedo, a la confianza. Es un poco el veneno y el peligro que tiene la radio. Cuando te pones delante de un micrófono, crees que todos los oyentes son tu familia. Es una cosa cercana y familiar, pero creo que es un error. Vas perdiendo ese respeto tan reverente, y vas ganando cariño y afecto.
-Mucho trabajo de cortes, publicidad, búsqueda de información.
-Es como todo. En cualquier medio, sector... hay un montón de trabajo por detrás. Tú por lo menos tienes la seguridad de que siempre hay gente oyéndote. Sin embargo, hay otras profesiones en las que estás ante un público desconocido, que tampoco te conoce a ti a veces. Esto es más ingrato; la radio es gratificante.
-¿Por qué cautiva tanto el periodismo deportivo?
-Tiene audiencia. Este país se mueve por el terreno del ocio. Para la gente, el deporte es una diversión, y el fútbol es mucho más que eso, es una religión. Desde ese punto de vista, ser periodista deportivo significa que llegas a mucha gente, generalmente para ti. Pero al final las emisoras de radio son pequeñas parroquias en las que cada uno se cita para oir lo que quiere.
-¿Cómo es Radio Estadio?
-Es una locura muy divertida, que utilizamos como recurso. Originariamente, partimos de la idea de hacer un programa que fuera más allá de la información deportiva. Entendemos que hay una masificación de fútbol exagerada. De lo que se trataba era de contar a la gente lo que ocurría en los campos, pero sobre todo hacerles compañía. Cuando empezamos con esta historia hace seis o siete años, la radio deportiva era más seria y monótona; y ahora ya se ha cambiado bastante. No digo que lo hagamos mejor o peor, pero es cierto que nosotros emprendimos una senda que muchos están siguiendo.
-¿Vuelta, Tour o Giro?
-A mí me gusta el ciclismo en Italia, porque hay una pasión como en ningún sitio. Es un deporte muy arraigado y la gente lo vive con una pasión y un fervor que no se encuentra en los demás sitios. En España lo hemos seguidos más por tradición y los éxitos. Cuando no hay victorias, la gente no lo sigue con la misma atención.
-Un consejo para los estudiantes de periodismo.
-Es muy peligroso que abraces esta profesión porque quieras ser un personaje público, de extraordinancia relevancia. Es un error porque tienes un noventa y nueve por ciento de posibilidades de darte la bofetada y no llegar. Si a ti te gusta la profesión, estar a las nueve de la mañana en la redacción, con un ordenador, un teléfono y los periódicos a mano, no tiene precio. El periodismo es vocación y ser feliz con lo que se hace.
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