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El grano de arena de Olivares

  • El central es uno de los artífices de la edad de oro contemporánea de un club al que llegó en Segunda B

  • Trabaja como fisio en Puerto Lumbreras y es ojeador de cantera del Levante

Primer once de la UD Almería en Segunda División en la temporada 2002-03 ante el Salamanca: por arriba de izquierda a la derecha: Bilic, Olivares, Cervián, Armindo, Sorribas y Barbero. En el mismo orden abajo: Juan Jesús, Francisco, Esteban, Jorge Pérez y Manu. El entrenador era Juan Martínez Casuco.

Primer once de la UD Almería en Segunda División en la temporada 2002-03 ante el Salamanca: por arriba de izquierda a la derecha: Bilic, Olivares, Cervián, Armindo, Sorribas y Barbero. En el mismo orden abajo: Juan Jesús, Francisco, Esteban, Jorge Pérez y Manu. El entrenador era Juan Martínez Casuco. / Felipe Ortiz

Sentado en el supuesto palco que cada día de partido se acota en el Campo Anexo del Mediterráneo, José Carlos Olivares seguía con atención las evoluciones del Almería B, el club al que siempre como propio y por el se dejó la cara en todos los campos de la época. Pasa desapercibido, escondido detrás de sus gafas y el papel de las alineaciones, los ojos de los aficionados se dirigen hacia Ramis, Corona, o algunos de los muchos jugadores del primer equipo que el miércoles vieron al filial.

Como en sus años de profesional, cuando comandaba la zaga rojiblanca con carácter y personalidad, Olivares no le pierde la mirada al balón en ningún momento. Sólo quienes vivieron con pasión aquellas temporadas en blanco y negro, en las que se soñaba con el Bernabéu y el Camp Nou, pero se jugaba en Zafra y en Melilla, reconocen al autor del 0-1 en Pasarón, último partido de la Unión Deportiva Almería en Segunda División B, allá por junio de 2002.

Con la amabilidad de los futbolistas de su generación, aquellos que sabían ganarse el cariño de la gente con su fútbol y sus gestos, el murciano accede a atender a Diario de Almería en la propia bocana de vestuarios, al choque del Almería B 3-0 Huétor Tájar. "Últimamente estoy viendo mucho fútbol de cantera porque estoy echándole un cable a un amigo a nivel de captación para el Levante y por lo demás, trabajando en el pueblo [Puerto Lumbreras] con la fisioterapia y entrenando a los niños. Más que nada, por no dejar el fútbol, que es lo más me gusta. De vez en cuando me dejo caer por aquí, pero muy poco para lo que debería venir", explica el central que conoce a la perfección los kilómetros que separan su localidad natal de la localidad donde el balón lo hizo grande: "Cuando voy llegando y veo el resplandor del mar, se me vienen muchos recuerdos a la cabeza. Como vivía en Puerto Lumbreras, iba y venía constantemente, conozca esta carretera perfectamente. Con una experiencia tan buena como la que vivimos, el cariño mútuo que nos tenemos, es enorme. Pero como te digo, vengo menos de lo que debería".

Si habla de recuerdos, nada mejor que preguntarle por el templo del fútbol de la ciudad: el Campo Municipal Juan Rojas. "Tenía un encanto especial. Los recuerdos que yo tengo son del Campo Municipal, muy buenos todos por la etapa y por el olor a fútbol que allí había. Las circunstancias permitieron hacer este magnífico estadio [en el que él no llegó a jugar], que ahora está mejor que al principio gracias a que han acercado las gradas". Por suerte, en su época todavía se jugaba en el Campo Municipal, porque en el Mediterráneo hubiera sido imposible que se produjera esa comunión entre el equipo y la afición para remontar, a juicio de Olivares, el mejor partido de la historia rojiblanca: "Siempre me acuerdo del encuentro ante el Madrid B [fase de ascenso a Segunda A, 4-1], creo que cambió la historia de la Unión Deportiva Almería, nos cambió a nosotros como futbolistas y cambió al club como institución. Para mí, es el partido más importante de la historia", y encima fue titular y le tocó cubrir a la gran estrella del momento: el madridista Portillo.

Por su experiencia, Olivares sabe que el Almería volverá por sus fueros cuando consiga el gran ambiente de vestuario que hubo en sus años. "Estas categorías son de trabajo, unión. Las temporadas se hacen muy largas y prima más el compromiso que el talento. Lo más importante es que el vestuario esté unido, que se le apoye y saber que durante el año habrá momentos malos y que se hace más fácil superar con el calor de la grada", donde estuvo el pasado sábado viendo al primer equipo ante el Lorca, otro de sus ex: "Se ve un equipo fresco, con gente joven y es importante que no se cargue de mucha presión como en años anteriores, porque en Segunda siempre hay momentos malos y si la presión es excesiva, a uno le cuesta salir adelante", finaliza el murciano, que promete volver pronto a Almería "para ver fútbol o para tomarme unas tapillas".

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