La vuelta de la competición tras casi tres meses de parón por culpa del coronavirus va a significar una especie de play-off de once jornadas de duración en la carrera por lograr el ascenso y eludir el descenso. ¿De qué punto parte la UD Almería para certificar esa meta de jugar en Primera el curso que viene y qué puntuación necesitaría sumar para ello?

Los rojiblancos afrontaron el frenazo de la competición con 50 puntos tras la goleada sobre el Deportivo de la Coruña (4-0) en su último partido oficial hasta la fecha, lo que sirvió entonces para romper una racha negativa de juego y resultados.

Solo 5 veces de las 19 últimas temporadas el segundo subió con menos de 75 puntos

José María Gutiérrez ya dijo en su primera comparecencia pública tras la vuelta al trabajo que la intención no solo era ascender, sino hacerlo como campeones de Segunda. La declaración es muy ambiciosa, pues incluso subir como segundo partiendo con cinco puntos de desventaja sobre el Zaragoza (55) y seis con el Cádiz (56) va a resultar complicado.

Así lo sugieren las matemáticas con los números conseguidos por los segundos clasificados de cada temporada en las dos últimas décadas. Haciendo la media ponderada de los 19 últimos cursos, para ascender desde el segundo puesto se necesitan al menos 75 puntos, estando el ascenso más barato en la 2013-2014, cuando al Deportivo de la Coruña le bastaron 69 puntos para conseguirlo y el más caro en la 2011-2012, cuando el Celta de Vigo sumó 85 puntos.

Lazo, comprado en propiedad al Getafe, espera jugar en Primera el próximo curso

Traducido, el conjunto de Guti tendría que sumar al menos 25 de los 33 puntos en liza en las 11 jornadas restantes si quiere subir por la vía rápida eludiendo un engorroso play-off que se adentraría en el mes de agosto con temperaturas ya asfixiantes.

El margen de error, por tanto, es mínimo, de apenas 8 puntos, por lo que los unionistas podrían permitirse únicamente el lujo de ceder dos derrotas y un empate en ese tramo decisivo de la competición. Todo está por ver al ser un reinicio peculiar sin afición en las gradas, donde la capacidad de adaptación jugará un papel decisivo.