Si los padres iban a correr, los hijos también querían su cuota de protagonismo y fueron varias centenas de jóvenes los que se vistieron de corto y se ataron sus tenis para tomar la salida en los patios de La Salle. No iban con la cara de pocos amigo con la que normalmente se acude al colegio, en esta ocasión iban encantados sin libros, pero con su mochila cargada de ilusión.

No hubo ni vencedores ni vencidos, sencillamente eran un enorme grupo de amigos que quisieron poner su granito de arena y se unieron a esta iniciativa tan bonita y solidaria como es la IV Carrera Por las Enfermedades Poco Frecuentes. Era un día para disfrutar y lo hicieron con creces. Sudaron, rieron, saltaron, pero sobre todo, disfrutaron y apoyaron a los compañeros que iban más regazados en el grupo.

Es de agradecer que a tan tempranas edades se les inculque a los niños el amor por el deporte y la importancia de ser solidarios con el resto de la sociedad. Ellos son el futuro y dejaron bien alto el pabellón en las pistas de La Salle. Muchos de ellos repetían del año pasado y ya piensan en la próxima edición en la que volverán a apuntarse.