La picadura de Kevin 'Durantula'
Baloncesto l NBA
El alero de tercer año irrumpe en la pugna Kobe-Lebron por el MVP y catapulta a los Thunders a una posición idónea para sus primeros play-offs · Su particular físico esconde a un genio, a un líder con instinto depredador
En la NBA de Kobe Bryant y Lebron James hay un chico travieso que a golpe de genialidad pretende discutir el orden establecido. KD. Quédense con esas iniciales porque serán las que lleven los adolescentes en sus zapatillas dentro de muy poco. Cuando todavía Lebron no ha conquistado el anillo (que lo hará), cuando la línea de sucesión aún no se ha completado, Kevin Durant se convierte en su tercera temporada como profesional en un candidato real a todo, incluso el MVP. Que no engañe su rostro imberbe e infantil, su huesudo físico ni el escudo de su camiseta porque el '35' de los Thunders va como un tiro.
Durantula, como algunos le apodan, ha pasado al siguiente nivel. El terror de la Universidad de Texas ha dejado de ser sólo una promesa para refrendarse como una estrella de primera fila. El hombre llamado a replicar el reinado de King James en la próxima década amenaza con saltarse el protocolo antes de lo previsto.
Aunque los Thunder, seguramente, aún no están a la altura de enfrascarse en una batalla a siete partidos con los Cavaliers en el Este o con los campeones Lakers en el Oeste, el equipo de Oklahoma desprende una frescura y un hambre capaz de saltar la banca ante cualquier enemigo. Este curso más de un grande ya ha sido víctima de la picadura de Durantula.
Su irrupción era cuestión de tiempo por eso la franquicia preparó todo su proyecto en torno a él. Kevin Durant fue la última elección de los desaparecidos Seattle Supersonics en el draft de 2007. Aquel verano el freshman de Texas pugnó por ser el primer novato de la camada con Greg Oden, elegido por los Blazers como número uno antes de sufrir un calvario de lesiones que se prolonga hasta hoy.
Con su 2'06, en el chasis y con unos brazos interminables Durant promedió 20 puntos por noche y conquistó de forma unánime el premio de rookie del año en la triste despedida de los Sonics. En 2008 la franquicia se mudó a Oklahoma, donde literalmente partió de cero. Sam Presti lideró desde los despachos el borrón y cuenta nueva. Una reconstrucción cimentada en una piedra angular llamada Durant. Presti comenzó a rodearlo de gente joven, rehuyendo los grandes esfuerzos salariales. Demostró sus intenciones un año antes cuando se deshizo de Ray Allen-el jugador franquicia-a cambio de Jeff Green, otro novato que hoy es pieza clave en el engranaje de los Thunder. Muchos cuestionaron a Presti cuando hace dos años apostó por Russell Westbrook como el base del equipo. Otro gran descubrimiento que ya da sus frutos. El pasado verano pasó de ¡Ricky Rubio! y en el número tres apostó por James Harden, un fino anotador que aporta desde el primer día.
Los Thunders representan el descaro en el Oeste, algo así como los Bobcats de Jordan en el Este. Son la revelación, los tapados de cara a unos play-offs, los primeros que ambas franquicias están a punto de disputar.
El coach Scot Brooks aspira seriamente a ser el entrenador del año. Si el balance del equipo no se tuerce en el tramo final los Thunder jugarán sus primeros play-offs por delante de otras potencias como San Antonio, Portland o Houston, incluso de los sorprendentes Memphis.
El temporadón de Kevin Durant (casi 30 puntos por partido y casi 8 rebotes) hace que muchos se cuestionen la autoridad de Lebron y Kobe. Los que se resisten a caer en el embrujo de Durantula apelan a la falta de experiencia del alero, a que todavía no ha derramado sangre en los play-offs. Tiempo al tiempo.
Los hambrientos Thunders, al margen de su líder y de Green, Westbrook o Harden cuentan con elementos interesantes como Thabo Sefolosha-el perro de presa del quinteto de Brooks-, el recuperado para la causa Kristic, proyectos como Maynor o Mullens y una fuerza de la naturaleza llamada Serge Ibaka. El africano, ex del Manresa, se crió en nuestra LEB. Un añito en la ACB bastó para convencer a los Thunder del diamante congoleño. Mimbres, en definitiva, que tras un par de años de cultivo empiezan a funcionar como un equipo al son de un capitán de 21 años que tiene el presente y el futuro en sus manos.
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