De ruta por los pinares de Abla en busca de las mejores setas
Las 150 personas que participaron ayer en la excursión micológica El Serbal se afanaron en llenar sus cestas con ejemplares que buscaron junto a los pinos y bajo la hojarasca. En especial, níscalos
La jornada del sábado se inició con un día soleado, sin viento y con una temperatura muy agradable para disfrutar de la naturaleza y conocer sus recursos. Un día perfecto para caminar por los pinares abulenses entre los que en esta época se esconden un sinfín de setas. Diferentes especies que ayer se afanaban en encontrar el grupo de 150 personas que participaron en la ruta micológica por El Serbal, que forma parte de las actividades que conforman las Jornadas Micológicas de Abla. La excursión comenzó pasadas las 11:30 horas después de un desayuno con chocolate caliente y casera bollería (tortas de manteca, bollos suizos...) para coger fuerzas y una breve explicación en la que se descubrían las claves para realizar la ruta y recolectar correctamente las setas. "Hay que cortar el ejemplar y echar hojarasca sobre el hueco para que el hongo que está bajo tierra no se seque de más.
"No se trata de acumular setas, sino de aprender el mundo de los hongos y adquirir o ampliar nuestros conocimientos", explicaba el guía y micólogo, Jesús Vilches Arenas, quien también llamó a la responsabilidad. "Yendo a medias con el campo siempre salgo ganando", apostillaba.
Tras sus consejos, los excursionistas comenzaban a dar sus primeros pasos en dirección al Área Recreativa El Serbal. Niños, adolescentes, jóvenes, adultos y mayores buscan con paciencia junto a los pinos y bajo la hojarasca. La tarea era complicada, pues ha llovido poco estas últimas semanas y los ejemplares escasean por la sequedad del suelo. Pero siempre hay suerte. "Aquí hay una", gritó Javier a los pocos minutos de adentrarse en la sierra.
Varios de los participantes acudieron a su grito para ver su tesoro. Entre ellos, Jesús Vilches que confirmó que la seta encontrada por Javier era un níscalo. Esta especie fue la más buscada por todos los participantes, ya que se trata de una seta comestible y de las más comunes entre los pinares.
Algunos no tuvieron mucha suerte en su búsqueda. Pero otros si como se comprobó al final del recorrido, que duró unas dos horas. La prueba cestas de todos los tamaños, colores y formas llenas setas.
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