Al play-off con malas vibraciones

A lo hecho, pecho, que dice el refranero popular. El Almería no supo evaluar el escenario que se presentaba horas antes de la disputa ante el Málaga al anunciarse el aplazamiento del Deportivo-Fuenlabrada y su técnico mantuvo la hoja de ruta marcada sin alterar una alineación que perseguía evitar posibles sanciones al tener a muchos efectivos apercibidos por encima de consolidar un tercer puesto que, en caso de decisión drástica en mitad de la actual crisis sanitaria, concedería el ascenso directo si se cancelara la promoción (siempre y cuando se dé por cerrada esa jornada 42ª).

El aluvión de críticas al entrenador luso en redes sociales fue una constante al poco de concluirse el duelo y hacerse el Zaragoza con una plaza que además otorga la ventaja de que las igualadas le favorezcan sin necesidad de recurrir a tandas de penaltis. Mario Silva, desbordado por la situación que le está tocando capear desde que aceptase de buen grado el caramelo envenenado de suplir a Guti sin margen de maniobra, se defendió como pudo en rueda de prensa de las preguntas de los medios de comunicación, sin resultar demasiado convincente en su exposición.

En siete duelos al frente del plantel, el portuense ha firmado dos victorias (Sporting y Rayo), dos empates (Mirandés y Málaga) y tres derrotas (Tenerife, Girona y Ponferradina), unos discretos números que no invitan al optimismo de cara a la promoción de ascenso ante un rival, el Girona de Francisco, que es al que todos querían evitar antes de arrancar la última jornada debido a la línea ascendente que proyecta y la calidad de sus jugadores, entre quienes figura el pichichi de la categoría, Stuani.

El confinamiento ha castigado bastante a todos los equipos por el hecho de tener que jugar cada tres días sin margen para el descanso, cebándose particularmente con un Almería que apenas ha sido capaz de sumar 14 puntos de 33 en liza en las 11 jornadas celebradas tras el reinicio de la competición.

En el caso particular de los indálicos este tiempo ha servido para que aflorasen problemas latentes que las victorias a golpe de individualidad habían camuflado anteriormente. Entre los defectos que han salido a flote tal vez el más acuciante sea que el equipo carece a estas alturas de un plan de juego definido más allá de buscar las transiciones aprovechando la velocidad de Darwin Núñez.

Ese inconveniente, acrecentado sin duda por tanto vaivén en el banquillo (a Óscar Fernández ni le dejaron debutar, Pedro Emanuel duró 14 jornadas y Guti 21 antes de darle las riendas a un inexperimentado Mario Silva) no ha sido el único, pecando a veces la nueva propiedad de desconocer las interioridades de una categoría tan peculiar como la de plata.

El tercer vértice de ese triángulo de problemas radica sin duda en un nefasto mercado invernal de fichajes que, lejos de reforzar al equipo, lo debilitó. Ahora que ha finalizado el torneo regular puede decirse sin ambages, independientemente de que el destino finalmente depare el ascenso en el play-off.

Sivera, Francis, Costas, Enzo, Kaptoum o Barbero (algunos es cierto que con pocos minutos para demostrar su valía) no han mejorado ni de lejos a René, Owona, Gaspar, Sekou o Chema. Solo Villalba marcó diferencias. Toca cruzar los dedos.