La consulta del especialista

¿Qué puedo hacer con mi artrosis?

  • La artrosis es la forma de discapacidad que afecta a las articulaciones, más frecuente sobre todo en cadera y rodilla · Puede afectar a una de cada cinco personas, llegando a invalidar al 10% de la población que la padece

LA artrosis es la forma de discapacidad que afecta a las articulaciones más frecuente sobre todo cuando afecta a cadera y rodilla. Puede afectar a 1 de cada 5 personas, llegando a invalidar al 10% de la población que la padece. Definimos artrosis como el resultado de problemas mecánicos y biológicos que desestabilizan el estado natural de la articulación, pudiendo llegar a provocar en sus fases más avanzadas dolor, inflamación, crepitación y pérdida de la función articular.

La artrosis puede ser primaria o de causa desconocida y de artrosis secundarias a alguna causa, como por ejemplo una fractura que afecte a la articulación. Por orden de frecuencia, las articulaciones de las manos, las de la columna vertebral, la rodilla, la cadera y la del primer dedo del pie, son las más frecuentes.

La progresión de esta enfermedad es exponencial dado el aumento en la prevalencia de la población anciana en nuestro días. Se estima que el número de prótesis de rodilla se incrementará en un 10% en los próximos años y las de cadera en un 2'5%.

Aunque el cartílago no posee terminaciones nerviosas, se sospecha que el dolor debido a la artrosis es secundario a las lesiones de las estructuras vecinas, como una inflamación de la cápsula articular secundaria a la deformación progresiva de la pierna, microfracturas del hueso que hay debajo del cartílago y sinovitis (inflamación de la articulación).

Muchas veces las manifestaciones clínicas de la artrosis son inespecíficas y se podrían dar en cualquier enfermedad músculo-esquelética como pueden ser los chasquidos, la deformidad, la rigidez o la inestabilidad.

El dolor es el motivo de consulta más frecuente del paciente artrósico. Se exacerba con el uso (mecánico) y se alivia con el reposo. Puede empeorar con el cambio de tiempo, con el frío, y suele mejorar con el calor seco local, y un clima caluroso y seco. La rigidez es el segundo motivo de consulta al médico. Suele ser matutina o bien cuando el paciente ha estado en reposo unos minutos tras haber realizado una caminata o alguna actividad. El enfermo refiere que es una sensación como si la musculatura y todo el tejido periarticular los tuvieran pegados al hueso y eso le impide moverse con normalidad.

El paciente no puede realizar sus actividades de la vida cotidiana como puede ser su aseo personal, realizar ejercicio físico o simplemente ponerse unos calcetines. A veces la causa de esa discapacidad es el dolor, otras veces es debida al estrechamiento de las superficies articulares o al mal alineamiento de una extremidad como ocurre en la gonartrosis severa, donde las rodillas, literalmente se tuercen hacia afuera; otras veces por la debilidad muscular asociada a la artrosis que puede provocar cierto grado de inestabilidad. Otro signo puede ser la inflamación de la articulación debida a la reagudización de la enfermedad y la coexistencia con una artritis, lo que provoca además del derrame dentro de la articulación, calor, enrojecimiento y dolor no sólo con el movimiento sino en reposo y sobre todo, por la noche, impidiendo el descanso nocturno.

El dolor y la incapacidad funcional son los principales predictores de la evolución hacia una prótesis y ambos son los mayores determinantes de pérdida de calidad de vida de los pacientes.

Los estudios complementarios con pruebas de imagen son los que nos dan el diagnóstico definitivo de la enfermedad. Un dato importante es que puede haber una disociación clínico-radiológica en la artrosis: pacientes con gran inflamación y dolor pueden presentar un estudio radiográfico anodino o con poca severidad y en cambio Rx catastróficas pueden asociar poco dolor e incapacidad.

Los objetivos en el tratamiento de la artrosis son:

1.Aliviar el dolor.

2.Mejorar la capacidad funcional.

3.Evitar la progresión de la enfermedad.

Lo primero a la hora de prescribir un tratamiento es:

¿Cómo es el paciente? La edad, enfermedades asociadas y la medicación actual que toma.

¿Cómo es la artrosis? Hay que valorar el grado de incapacidad, los tratamientos previos administrados, su eficacia y valorar el estadío radiológico de la enfermedad.

Se inicia tratamiento oral con paracetamol y antiinflamatorios.

Corticoides intrarticulares: Son las llamadas "infiltraciones". Reducen la inflamación y facilitan la remisión del dolor.

La indicación ideal es la afectación de una articulación moderada-severa y cuya sintomatología no cede con el tratamiento habitual. Su efectividad no tiene discusión y como cualquier otra medicación requiere no abusar ni en dosis ni en el número.

Se pueden poner 3 infiltraciones, separadas cada una por una semana dos veces al año. No está demostrado que necrose el cartílago de las articulaciones ni lo destruya si se siguen las pautas correctas de administración.

Son los que evalúan a los fármacos que frenan, endentecen o modifican los efectos articulares de la artrosis. Son los que modifican la clínica de la enfermedad, mejorando el dolor y la calidad de vida de los pacientes, aunque de acción lenta. No comienzan a hacer efecto analgésico de forma inmediata. Los más importantes son condroitin sulfato, glucosalina, diacereína y el ácido hialurónico intrarticular.

Su efecto analgésico se puede prolongar durante 3 a 6 meses tras suspender el tratamiento.

Ácido hialurónico intrarticular: se sabe que en la artrosis hay un descenso del ácido hialurónico, por lo que su reemplazo puede asociarse a una mejoría de la sintomatología. Su vida media dentro de la articulación varía entre 24 horas y 2 semanas.

Entre sus potenciales ventajas: Disminuye la fricción de la articulación, barrera biomecánica por su viscoelasticidad, efecto antiinflamatorio, efecto analgésico. Modula el comportamiento celular intraarticular.

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