Un saludable fanatismo

Jorge Sampaoli rige el destino de su selección con un estricto control de todas las circunstancias La mentalidad de Bielsa, su claro reflejo

Jorge Sampaoli.
Jorge Sampaoli.
R. Chisleanschi Belo Horizonte

17 de junio 2014 - 05:02

Jorge Sampaoli no es un entrenador cualquiera. Se puede decir de él que es frenético, hiperactivo y obsesivo, pero quizás la palabra que mejor lo defina sea fanático, o incluso fundamentalista. No obstante, su fanatismo es sano, enfocado sólo al fútbol y a una manera muy particular de jugarlo, vivirlo y transmitirlo.

Basta con escuchar a los integrantes de la selección de Chile para darse cuenta hasta qué punto este técnico que sólo jugó al fútbol en ligas regionales, les ha inyectado el virus de su pasión.

Desde su llegada a la concentración de Toca de Raposa II, el centro de entrenamiento que el Cruzeiro posee en un rincón de Belo Horizonte muy alejado del ruido de la ciudad, el plantel de La Roja no ha visto la capital mineira más que en los traslados en autobús hasta el aeropuerto. Y eso incluye al numeroso cuerpo técnico que lo acompaña. Veinticuatro horas diarias dedicadas a preparar cada partido como si en él se jugara el destino de la humanidad.

Pero nadie se queja, nadie esboza un gesto de fastidio. Sampaoli los ha contagiado a todos.

"Ningún otro entrenador que he tenido se le compara en su forma de trabajar, en su forma de vivir el fútbol", dijo hace algunas semanas Marcelo Díaz, medio centro de la selección y tal vez el hombre que mejor haya entendido las enseñanzas del hombre que comenzó su carrera en Casilda, el pueblo donde nació hace 54 años, y que nunca dirigió en el fútbol grande de su país, Argentina.

Casilda, situada en plena pampa cerealera, dista apenas 50 kilómetros de Rosario, la ciudad de Lionel Messi, pero también la de Marcelo Bielsa, y es imposible hablar de Sampaoli sin asociarlo al flamante técnico del Olympique de Marsella, su inspirador e ídolo.

En los 90, cuando el Loco Bielsa empezó a darse a conocer en Newell's, Sampaoli, conocido como el Zurdo, recorría la distancia los días de conferencia de prensa, las grababa y después las escuchaba una y otra vez a través de los auriculares mientras salía a correr por los campos del pueblo.

Destripar cada detalle del discurso de Bielsa fue el puntapié inicial de su carrera. Y le marcó el método de trabajo, el amor por el estudio. Porque Sampaoli es, sobre todas las cosas, un analista compulsivo capaz de explicar paso a paso el funcionamiento de todo equipo que le interese. Y de compartir la información con sus jugadores.

Lo demostró en cuanto se hizo cargo de la selección, en un momento delicado para Chile en las eliminatorias para el Mundial, enviándoles vídeos a los futbolistas que militan en Europa para enseñarles cómo se movían los siguientes rivales en los partidos de clasificación.

Nada se escapa a la parabólica del Zurdo. "España no es la misma que en el Mundial anterior. La veo más aburguesada", dijo antes del Mundial. "Alemania tiene jugadores con mucha calidad, pero cuando no puede recuperar la pelota le cuesta mucho las transiciones a las espaldas del mediocampo".

Y así con los 32 conjuntos que están en Brasil. Porque como afirma Díaz, "Sampaoli no deja ningún detalle al azar. Nadie se puede igualar a él".

Por eso no es de extrañar que cada movimiento y cada gesto del técnico y de sus colaboradores tengan su significado. Se pudo comprobar durante los días previos al debut ante Australia, cuando la actualidad de Chile se resumía en conocer el estado físico de Vidal.

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