Lucas Melcón, 'Malacara': "Soy prácticamente amigo del Papa y de la reina Sofía también"
Publicista

CREATIVO Y RECREATIVO. Fueron memorables por cachondos los tuits sobre políticos como Juan Ignacio Zoido o Jesús Aguirre que se inventó Lucas Melcón (Puerto Real, 1991). Conocido por Malacara –que es ya una marca con "mis camisetas y mis cosas"– en las redes sociales, su principal dedicación está relacionada con creatividad publicitaria, aunque no pierde el lado recreativo y cachondo de la vida cuando toca.
Respuesta.–¿Sabe que soy prácticamente amigo del Papa?
Pregunta.–No. ¿De León XIV?
R.–Estudié en el San Agustín, él vino al colegio en 2007 y se quedó asombrado con las cosas que hacíamos en internet. Aquello lo llevaba el padre José Luis, muy early adopter de internet, y yo escribía en la revista del colegio, en el blog... Eso me convierte prácticamente en amigo del Papa, en camarada agustino de León XIV.
P.–En mi familia no hay agustinos y sí agustines.
R.–Ah, ojo, también soy prácticamente amigo de la reina Sofía. Trabajé en el CSIC en la parte audiovisual y mi jefa me insistía para que tuviera una americana en el despacho. Ni caso. Un día vino la reina Sofía para una foto institucional y me llamó mi jefa: "Tendrás la americana, ¿no?". Yo iba con un bañador de plátanos con fondo rosa. El fotógrafo de la Casa Real es el único del mundo que va en traje, pero no vino. Estuve departiendo con la Reina emérita: "Majestad, más a la izquierda, ahí bien". Así que también soy prácticamente amigo de doña Sofía.
P.–Pongo su apodo en Google y lo primero que sale es. ¿Por qué golpeó Malacara a un menor? Qué mal bajío.
R.–Eso pregúnteselo al menor... No fui yo. Un barrio en El Puerto se llama Malacara y me quisieron hacer vecino adoptivo; también es un vino, y mexicano, que será al que se refiere, por lo visto es un prenda. Pero no soy yo...
P.–Toma su seudónimo de un perro de la película Historias mínimas, que se desarrolla en la Patagonia… éste inspirado en un caballo que sí existió y que es mito en la colonización galesa de esa región. ¡Vaya majaretá!
R.–Me gustaba la sonoridad, que tenía muchas A y ya está.
P.–¿Cuántos seguidores virtuales tiene? ¿Y reales?
R.–Virtuales muchísimos, y hay personas que siguen con mucho cariño mi trabajo. Alguna vez me paran por la calle y me recuerdan algo que yo puse y ni me acuerdo.
P.–Nació a principios de los 90 y se llama Lucas. ¿Cuántas veces maldijo a Chiquito de la Calzada?
R.–Cada semana. Me sorprende que la gente se siente mal cuando me dicen “Hasta luego, Lucas”.
P.–Tuvo como musos a Zoido y Jesús Aguirre, ¿qué encuentra en ellos?
R.–La expresividad. Los he caricaturizado mucho. Yo hacía personajes que de ellos sólo tenían la envoltura. Los he tomado prestados corpóreamente.
P.–En su contenido hay mucho humor, pero también reivindicación e incluso filosofía...
R.–Sin un poquito de filosofía no tiene mucho sentido vivir. Ojalá pudiera no plantearme las cosas, sería más feliz. La reivindicación la aprendí de mis padres y en la Facultad de Comunicación, que te hace un poco ácrata, anárquico, protestón... Eso formó parte de mi despertar.
P.–Empezó con los clásicos memes con fotos y ahora también hace vídeos locutados. ¿Cosas de la madurez?
R.–He pasado por muchas fases y en todas he decidido que el proyecto tenía que venir conmigo. No me apetece ahora hacer cosas de Zoido o de Aguirre. Ahora es una fase un poco más introspectiva.
P.–¿Cuál es la receta para un meme viral?
R.–Que sea corto y enganchar con el momento. Es raro que te salga dos veces. Si hubiera fórmula, yo no estaría aquí, sino cobrando millones. La viralidad se paga muy bien. Yo soy un viral tieso.
P.–Complete la frase, en estos días calurosos, el primer sorbo a una Cruzcampo helada es...
R.–Ese primer sorbo da motivos para que el resto de cosas tengan sentido.
P.–Reinterpretando la clásica pregunta de Pepe Guzmán de ¿petisú o magdalena?: ¿chicharrones o croquetas?
R.–De croquetas, sin duda. Y de la antigua, que últimamente vienen líquidas por dentro. Me gusta la que se le salen los cachos de pollo, la que está densa.
P.–¿Qué es lo que más le gusta de Andalucía y el tópico que más odia?
R.–Me encanta la luz de invierno, las sombras duras en las paredes blancas con el sol más bajito. Y no me gusta que digan que somos graciosos. Si se hace una cata, una muestra poblacional, no sé si salen más graciosos en Andalucía, pero igual sí más colgaos por metro cuadrado. Tampoco hay tanta gente graciosa.
P.–Reivindica en su último espectáculo a la "Sevilla heterodoxa". ¡Luis Cernuda ha vuelto un siglo más tarde!
R.–Mis padres no son sevillanos y ese arraigo dinástico, de las hermandades, del barrio, lo he aprendido por mi cuenta. Es la Sevilla que me gusta, he aprendido a quererla de una manera particular y por tanto original.
P.–Hace muchas bromas con Harry Potter, cuya mascota es lechuza. Si hubiera sido andaluz, ¿habría tenido un jilguero, un agaporni...?
R.–¿Un erizo? No, una gaviota llenándolo todo de mierda y que roba el pescado como en el mercado de Cádiz.
P.–Los lemas en sus camisetas como 'Xabale no pegarse' hace más por el buen rollo que la mayoría de políticos. ¿Aspira al Nobel de la Paz?
R.–Me gusta pensar que hago el bien, eso hace que me acueste todas las noches muy tranquilo.
P.–Entre usted y yo, es normal que se considere sevillano si ha nacido en Muerto Real…
R.–Le tengo mucho cariño a Puerto Real.
P.–¿Cuánto pasó allí?
R.–Tres horas y media. Mis tías trabajaban en el hospital de la bahía. He vivido siempre en Sevilla, pero le tengo mucho cariño a todo Cádiz.
También te puede interesar
Lo último