“Sufro cuando voy a un concierto y escucho un piano desafinado”
José María Leonés | Afinador de pianos
José María Leonés Fernández lleva muchos años afinando pianos y lo ha hecho para los grandes pianistas del momento. Como su padre, también se dedica a la restauración. Fue socio fundador de la Asociación Española de Técnicos y Afinadores de Pianos.También da clases en el Centro Albayzín, Escuela de Formación para el Empleo. En reconocimiento a su trayectoria, la extinta Consejería de Empleo, Empresa y Comercio le concedió la Carta de Maestro Artesano el 9 de agosto de 2016.
Pregunta.–¿Qué se requiere para ser un buen afinador de pianos?
Respuesta.–Para ser un buen afinador de pianos es imprescindible tener un familiar afinador que te enseñe (solía ser un oficio que iba de padres a hijos) o buscar una fábrica de pianos que te acoja. Por suerte yo tuve las dos cosas.
P.–O sea, que fue su padre quién le enseñó el oficio.
R.–Sí. Gracias a él pude iniciarme en esta tarea. Después fui a Alemania a formarme en varias fábricas como Steinway & Sons en Hamburgo o a la recientemente desaparecida Grotrian-Sreinweg en Braunschweig.
P.–¿Y cómo aprendió su padre?
R.–Un día fue con otros cuatro obreros a subir un pesado piano a un piso. El esfuerzo fue enorme. Al llegar arriba le dieron a él y a sus cuatro compañeros cinco pesetas por el trabajo, una para cada trabajador. Luego vio, estando ya instalado el piano, que llegó un señor muy envarado que lo afinó y cobró por el trabajo lo que los otros cinco obreros que lo habían subido. Fue entonces cuando se fue a Barcelona a aprender el oficio. Llegó a ser un pionero en Andalucía en esto de afinar y restaurar pianos.
P.–¿Para ser afinador de pianos hay que saber tocarlos?
R.–Sí, hay que saber música y hay que saber tocar el piano con nivel medio-alto. Aunque, eso sí, conozco magníficos afinadores que no lo necesitan. Yo repaso la afinación tocando piezas en varias tonalidades para que en todas ellas el piano esté bien temperado.
P.–Usted cuando va a un concierto… ¿nota si un piano está desafinado?
R.–Por supuesto. Y sufro mucho por ello pues a veces el piano lo he afinado yo. Pero las cuerdas del piano se dilatan o contraen si la temperatura cambia, desafinándose muchísimo, lo que sucede muy a menudo. En los festivales de verano ponemos al aire libre el piano para los ensayos, y cuando es la hora del concierto puede haber bajado diez grados o más la temperatura. Y en salas cerradas, a veces, encienden el aire acondicionado tan fuerte que destemplan las cuerdas en media hora. Es mi lucha habitual.
P.–¿Se puede hacer uno rico afinando pianos?
R.–No conozco a ningún afinador rico. Feliz sí, pero rico, trabajando con las manos y siendo autónomo, no conozco a nadie.
P.–Dígame un pianista famoso a quién le haya usted afinado el piano.
R.–Tengo el orgullo y satisfacción de haber trabajado con todos los maravillosos pianistas y clavecinistas que han pasado por mis queridos Festival de Música y Danza de Granada y Auditorio Manuel de Falla. El primero fue Vlado Perlemuter hace más de 40 años. Y el último Christian Zacharías hace unos días. Entre los más conocidos están Daniel Barenboim, Joaquín Achúcarro, Chick Corea, Leonskaja, Argerich, Oscar Peterson, Benjamin Alard, Rafael Puyana, J.C. Garvayo, G. Sokolov. En Granada hemos podido oír a casi todos los grandes pianistas.
P.–¿Alguna vez algún pianista lo ha puesto en un aprieto?
R.–Sí, pero mi trabajo es afinar para que el piano quede a su gusto. Hay que empatizar mucho y entender sus nervios por el concierto.
P.–Cuéntenos alguna anécdota que le haya pasado en su labor.
R.–Tengo muchísimas, pero la primera fue con Vlado Perlemuter, que le llevamos el piano a los Arrayanes. Ensayó allí y todo le pareció maravillosamente bien. Pero empezó a llover y se pasó el concierto al Auditorio Manuel de Falla. Cuando le notificaron el cambio, al principio se negó en redondo porque le hacía ilusión tocar en Arrayanes, escenario mágico para él. Pero al final cedió y dio un concierto de muy mala gana, quejándose de la banqueta (que era otra distinta a la que probó) y de que no se oía como en Arrayanes. Y el caso es que tenía razón.
P.–¿Cómo afecta la temperatura a un buen piano?
R.–Bastante. Ya lo he dicho antes. Es lo que me inquieta, que por un cambio de temperatura el piano pueda sonar peor. Por eso hay que tener en cuenta mucho esta cuestión.
P.–¿Hay déficit de afinadores de pianos o sobran?
R.–Pues en Granada, al ser pequeña, estamos bien de afinadores con al menos diez profesionales, pero en grandes ciudades en donde hay muchos pianos, faltan.
P.–¿Afectará para algo la inteligencia artificial a su oficio?
R.–Afinar es la punta de iceberg. Antes hay un trabajo de mecánica y de entonación que es la base del trabajo para poder afinar. En el futuro puede haber un robot que afine, pero sus afinaciones sonarán a piano digital y no convencerán a un pianista. Mi padre decía que cada piano es un mundo, y cada pianista también lo es. Unir ambos mundos es un arte.
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