Crónica Personal

Sálvese quien pueda

Crisis de Gobierno. A la salida de las candidatas Darías y Maroto, fuentes conocedoras del funcionamiento interno de Presidencia, dan por seguro el cambio de Pilar Llop en Justicia

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, esta semana.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, esta semana.

Todo está preparado, excepto la confirmación. En el PSOE, y en despachos en los que trabajan funcionarios de Moncloa y conocen bien el funcionamiento interno de la presidencia del gobierno, todo está listo para que este fin de semana se produzca la esperada remodelación de gobierno. Solo falta que el presidente confirme que efectivamente va a hacer las modificaciones oportunas para responder a los cambios que provocan las salidas de las ministras Darias y Maroto para presentarse a las elecciones municipales de Las Palmas y Madrid. Falta también que Pedro Sánchez decida si la crisis se queda en un simple cambio de dos caras para asumir las carteras vacantes, o plantea una crisis más profunda.

Durante los últimos días varios medios han dado por hecho que saldría del gobierno la ministra de Justicia Pilar Llop, a la que el presidente convertiría en chivo expiatorio de los graves errores presidenciales cuando avaló la ley del solo sí es sí promovida por el ala podemita del gobierno, encabezada por Irene Montero. De ser así, y valga la redundancia, se cometería una grave injusticia con la ministra de Justicia: Llop no pertenecía al gobierno cuando el consejo de ministros aprobó esa ley; no es diputada, así que tampoco pudo votarla en su tramitación en el Congreso.

En una rueda de prensa celebrada la madrugada del viernes en Bruselas, tras finalizar la reunión del Consejo Europeo, Sánchez dijo que no tenía ninguna intención de romper la coalición del “gobierno progresista”, como le gusta decir recalcando el calificativo “progresista”; expresó su confianza en todos los miembros del gobierno, en todos, lo que incluye a Irene Montoro y también a LLop, pero en el Ministerio de Justicia huelen a cambio. Por el necesario y ya mencionado chivo expiatorio al que suelen recurrir quienes cometen un error descomunal. En este caso, Pedro Sánchez, al avalar una ley sobre cuyas consecuencias habían alertado todas las instancias judiciales, y que efectivamente han sido muy serias y han provocado una grave alarma social.

Sánchez reconoce que la situación le está colocando en una situación imposible a las puertas de unas elecciones que serán fundamentales para marcar el camino de las generales, en las que él se juega su futuro político y su permanencia al frente del gobierno. Es tan inquietante el futuro de los sanchistas que se están produciendo movimientos habituales en las situaciones límite, en las “sálvese quien pueda”.

Irene Montero y sus compañeras podemitas reiteran que no tienen la menor intención de marcharse del gobierno y presumen además de que Sánchez no puede echarlas, lo que no es exactamente cierto, claro que puede hacerlo. Lo saben, y de momento han cedido en una ley en la que presumían que no cederían, la de protección animal. Todos los ojos están puestos en ellas para ver qué pasa con la del solo sí es sí. Podrían revisar su posición de intransigencia para no provocar males mayores. Males para ellas mismas, que se juegan la supervivencia como miembros del gobierno, que es lo que les importa. De ahí que también se advierta en Montero, Belarra, Rosell y Rodríguez Pam una nueva actitud en la que aparece la palabra diálogo.

Calviño va a la compra

El presidente ha retirado a Llop de las negociaciones con Montero, y ha encargado a Bolaños y María Jesús Montero que traten de hacer entrar en razón a las dirigentes podemitas. Pretende Sánchez también neutralizar las conversaciones que mantiene el portavoz Echenique con los portavoces de Bildu y de ERC, para intentar convencerlos de que no apoyen la enmienda del Psoe a la ley del solo sí es sí con la que pretenden enmendar los errores del texto inicial. Con ese texto, el aprobado, se ha rebajado las penas a más de 400 delincuentes sexuales de momento, y según diferentes instancias judiciales va a favorecer a más de 4.000. Incluso si se aprueba la enmienda socialista, esos 4 mil que actualmente cumplen sus condenas verán rebajadas sus penas, porque la nueva ley no tendría carácter retroactivo y se les aplicaría la ley vigente, la propulsada por Montero … y por Pedro Sánchez como presidente de gobierno.

Una situación que probablemente no quite el sueño a un Pedro Sánchez, que presume de que nada le quite el sueño, pero sí desvela a infinidad de cargos socialistas, que sufrirán en su piel, en sus candidaturas, el rechazo creciente hacia el presidente de gobierno. Porque el problema no es solo le ley de Montero, aunque ha sido un punto de inflexión, a peor, en el ya escaso crédito del presidente de gobierno. El problema es también que se avecinan momentos complicados desde el punto de vista económico.

Las palabras de la ministra Calviño presumiendo de que su cesta de la compra no es más cara que hace unos meses, “aconsejando” acudir a las muchas ofertas que hay en el mercado, han sido recibidas con indignación. Las familias españolas conocen muy bien cómo va la cesta de la compra, y que pretenda darles lecciones nada menos que la vicepresidenta económica es un grave error de Nadia Calviño. Que además, después de sacar pecho por su eficacia al conseguir fondos europeos después de negociarlos duramente en Bruselas, se enfrenta ahora con que la UE no solo reitera su falta de confianza en cómo controla y gestiona España esos fondos, sino que además envía a nuestro país a un grupo de expertos que llegarán los próximos días para comprobar in situ si los controles se hacen con el rigor necesario. De no ser así, podría ocurrir que se retrasara el calendario de llegada de los nuevos fondos, lo que sería todo un golpe político, económico y social para Pedro Sánchez y su gobierno.

La actitud de sálvese quien pueda afecta a personas relevantes del PSOE que temen dejar de serlo, y que se mueven todo lo que puede para tratar de seguir ocupando buenos cargos. Algunos miembros de Podemos ven como un drama que no se renueve la coalición de gobierno, porque perderían un estatus económico y político del que les costará prescindir, sobre todo porque para muchos de ellos perder ese estatus significa ir a la nada. En Ciudadanos la situación es dramática, la desaparición es un hecho que parece irreversible, aunque en ese partido gran parte de sus dirigentes regionales y municipales -los que todavía no se han ido- son profesionales que pueden volver a ejercer sus carreras. Algo similar ocurre con los miembros de Vox, aunque el partido de Abascal no se encuentra en situación crítica como otras formaciones, sino que sobrevive y sobrevive bien.

Implacable Feijóo

Hoy por hoy solo el PP se encuentra en la situación contraria, cómo responder ante el número considerable de personas de otras formaciones que llaman a sus puertas. Feijóo dijo días atrás que solo se presentaría una vez a las elecciones generales, lo que significa que si no logra la presidencia del gobierno en las de este año abandonará la política. Declaraciones que no han tenido excesivo eco porque infinidad de españoles dan por hecho que alcanzará La Moncloa. Sin embargo, una cosa es ganar las elecciones, que efectivamente lo tiene en su mano, y otra distinta que logre los apoyos necesarios para ser investido, lo que está por ver porque necesitaría la mayoría absoluta el PP, cosa improbable con tantos partidos, o sumar suficiente con Vox, que pondría como condición entrar en el gobierno, lo que quiere evitar Núñez Feijóo.

Lo que sí ha conseguido es unir al partido, prácticamente roto tras el paso de Pablo Casado y, antes, con las relaciones congeladas entre Rajoy y Aznar. Multitud los militantes del PP habían optado por la inactividad política, y ahora se acercan a sus sedes ofreciendo su colaboración para lo que haga falta.

Feijóo ha pedido sentido de responsabilidad a los candidatos, que se esfuercen en medir sus palabras y sus actos para no perjudicar al partido. Aseguró que sería implacable no solo con los corruptos sino con los que no defendieran los principios del PP. Entre ellos, el respeto a la dignidad de las personas, militen donde militen y tengan la actividad que tengan. La prueba la ha dado esta misma semana, cuando ha actuado con la máxima dureza contra el alcalde manchego que pronunció palabras groseras e intolerables contra la ministra Irene Montero. Sabe el presidente Feijóo que cualquier día, a cualquier hora, cualquier persona de su partido, incluido él mismo, puede hacer un daño irreparable al PP y a sus posibilidades de expulsar a Pedro Sánchez de La Moncloa.

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