Crónica Personal

Al borde del ataque de nervios

Incertidumbre. El PP empezó la campaña con el pecho henchido por los sondeos que daban a Mañueco la mayoría absoluta, pero el viento ha virado y asoma la sombra de Vox

Pablo Casado, junto al candidato del PP por Burgos, Ángel Ibáñez (c), y Pablo Montesinos (i).

Pablo Casado, junto al candidato del PP por Burgos, Ángel Ibáñez (c), y Pablo Montesinos (i). / Santi Otero

Ha desaparecido la euforia de hace diez días y en Génova ha aparecido, casi de un día para otro, la inquietud. Narciso Michavila, uno de los expertos en sondeos más acreditados, y que trabaja para el PP aparte de hacerlo para varios medios, ha sido muy claro en sus declaraciones a la Cope: si a las 14:00 de hoy la participación está por debajo del 33%, se haría muy difícil para el PP mantener el Gobierno de Mañueco.

¿Qué ha sucedido en estos últimos días? En Génova confían en la remontada, la esperanza es lo último que se pierde y los ciudadanos de Castilla y León han sido leales al PP, que los ha gobernado desde hace 35 años, aunque en las pasadas autonómicas ganó el PSOE. El acuerdo con Cs, un partido entonces fuerte, permitió la coalición que convirtió a Alfonso Fernández Mañueco en presidente. Sin embargo, ahora las cosas no están tan claras, aunque lo estaban hace apenas diez días. ¿Qué ha sucedido?

Hay versiones para todos los gustos, en todos los partidos, entre los analistas y entre los candidatos. A saber: Mañueco no midió bien las consecuencias del adelanto electoral. Estaba fuerte en el momento en que convocó elecciones, pero su argumento de que Cs tenía preparada una moción de censura no se sostenía suficientemente; había dudas sobre la maniobra que aparentemente preparaba el vicepresidente Igea, que ha utilizado la campaña para desmentir a Mañueco y presentarlo como mentiroso y oportunista.

Más versiones: a Mañueco le ha perjudicado el PP nacional. Desde la presencia constante de Pablo Casado, con una campaña poco acertada y tantas comparecencias pastoriles que se convirtieron en chanza y concurso de memes, hasta el episodio de Alberto Casero y su voto equivocado, que en lugar de asumirlo como lo que era, se convirtió en un esperpento al intentar presentarlo al principio como un error informático y exigir después que se le permitiera la votación presencial.

A Mañueco sólo le han hecho un favor las tres figuras regionales cuya potencia se ha convertido en nacional, Ayuso, Feijóo y Moreno, que no han dudado en acudir a la llamada. La incógnita es saber si ese esfuerzo de los tres presidentes autonómicos será suficiente para cambiar las tornas que, hoy, se han vuelto contrarias a un Mañueco que antes del inicio oficial de la campaña tenía esas tornas a favor.

Sánchez se moviliza

Más razones que hay que tener en cuenta: Vox. El partido de Abascal crece en Castilla y León, aunque la campaña no ha sido relevante y el candidato Juan García Gallardo ni siquiera vive allí. Su padre tiene un bufete en Burgos y se le ha presentado como abogado de ese despacho, cuando en realidad su vida profesional está centrada en Madrid. Por otra parte, han aparecido una serie de tuits machistas que, aunque son de hace años, abundan en la idea de que todo miembro de Vox es machista y xenófobo aunque no sea cierto.

Abascal se ha volcado en la campaña, consciente de que es a él a quien respaldan los votantes, y puede tener un caladero importante entre los decepcionados con el PP de Casado y los de un Cs que aún sufre las consecuencias de los errores de Rivera, y que no acaban de comprender el apoyo de Arrimadas a la reforma laboral.

Cs muestra un ligero incremento de la intención de voto en el último tramo de campaña, Igea ha logrado que cale la idea de que no pensaba traicionar a Mañueco y denuncia sistemáticamente que el popular va a gobernar con Vox, algo que hace también el socialista Luis Tudanca, así como todos los dirigentes nacionales y autonómicos que lo ayudan. Entre ellos Sánchez, que apenas había cerrado mítines cuando se daba a Mañueco por seguro ganador y no ha dudado en participar en toda clase de actos que se le presentaban en Castilla y León en cuanto diferentes sondeos, no sólo el CIS, anunciaron que los errores cometidos por el PP empezaban a hacer mella entre los posibles votantes de Mañueco.

En la izquierda populista, Pablo Fernández no provoca entusiasmo ni siquiera en su partido, por su propia personalidad y por rivalidades provinciales, y a Yolanda Díaz, cada vez más despegada de Podemos, se le reservó un mitin en un pueblo de 800 habitantes.

Puede pasar cualquier cosa. Han aparecido partidos vinculados con la España Vaciada, entre ellos Soria Ya, que ya tenía presencia parlamentaria y que se da por hecho que tendrá uno o dos escaños. Esos votos serían para Tudanca si tuviera opciones presidenciales. Menos claro está el apoyo de las dos formaciones leonesas que podrían tener procuradores en las nuevas cortes de Castilla y León.

Andalucía, ojo avizor

Vox se ha convertido en el centro de atención, entre otras razones porque si Mañueco estaba convencido cuando convocó elecciones de que podría gobernar en solitario porque estaba muy cerca de la mayoría absoluta y Vox nunca apoyaría una coalición de izquierda, ahora no es tan claro que el PP alcance los votos que se le adjudicaban hace un mes y, por tanto, en el caso de ganar, lo más probable es que necesitara a Abascal. Lo que tanto Tudanca como Igea, y todos sus compañeros del PSOE y de Cs repiten en cuanto tienen ocasión.

Cuando convocó elecciones y fue preguntado por primera vez respecto a Vox, declaró que convocaría nuevas elecciones antes de gobernar en coalición. Ayuso, en una de comparecencias de campaña, no fue tan drástica, y dijo que si se hacía necesario buscar apoyos, prefería hacerlo con el partido de Ortega Lara antes que con el de sus secuestradores. Mañueco ha repetido, a pocas horas del cierre de campaña, que en ningún caso se aliaría con Vox, pero la izquierda sigue esgrimiendo que Mañueco abrazaría de buen grado una coalición con el partido de Abascal.

Arrancar votos al PP es hoy la tarea en la que ponen más empeño tanto Tudanca como Igea. El primero, porque aspira a la presidencia; el segundo, porque aspira a quitar la razón a quienes le auguran una gran catástrofe. Su campaña está en muy dirigida a descalificar a Mañueco más que al PP. Considera que ha mentido al decir que él, Igea, estaba en una operación de moción de censura, y defiende que es hombre que mantiene sus compromisos. Tan es así que no descarta la posibilidad de apoyar un Gobierno del PP si hubiera ocasión... pero exigiría que no fuera Mañueco el presidente.

Un político destacado del PP mira a Castilla y León con más interés todavía que los dirigentes de su partido: Juanma Moreno. La legislatura andaluza acaba en otoño, pero no descarta convocar elecciones antes de verano, que en Andalucía es muy caluroso y la gente se refugia en playas y piscinas. Es decir, la duda está entre octubre y mayo-junio. Cuando se le pregunta siempre responde lo mismo: votará en plazo, como es obligado, y la fecha concreta dependerá de cómo se presente la actualidad.

Es evidente que un pacto de Mañueco con Vox influirá en el voto andaluz, donde Moreno está creciendo de forma considerable gracias al voto centrado. Por tanto, si efectivamente se abre la posibilidad de que Mañueco acabe negociando con Vox, no sería disparatado pensar que Juanma Moreno podría convocar elecciones en cuanto se conociera el resultado de las elecciones de Castilla y León, para que la fecha no le pillara en plena polémica de negociaciones de Mañueco con Abascal.

Los nervios en Génova son aún mayores que las que vive Mañueco, por las consecuencias que tendrían para el PP nacional.

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