Campanas de luto en Linares

Campanas de luto en Linares
Campanas de luto en Linares

20 de agosto 2012 - 01:00

Doblaron solemnes las campanas que inspiraron a Rafael Farina. La minera e industrial Linares bullía en fiestas estivales de San Agustín. El 28 de agosto de 1947, Gitanillo de Triana, Manolete y Luis Miguel Dominguín estaban dispuestos en el patio de cuadrillas. En toriles "6 seleccionados toros, 6", de Eduardo Miura. Islero, nº 21, negro, bragado y entrepelado de 295 kg. en canal (el más gordo del encierro), con divisa verde y grana, esperaba para ser corrido en quinto lugar… ¡Y aún dicen que no hay quinto malo! Con otro quinto ocurrió lo de Joselito el Gallo y Espartero. Con el papel vendido, un sector discrepante le expresaba su manifiesta hostilidad al carismático diestro, exigiéndolo más y más. Era la nueva situación de desamor creada: que si toros pequeños, que si afeitados, que si vetos a compañeros… Ni estaba justificado ni era razonable el cambio de actitud. Físicamente agotado y cariacontecido ante el cúmulo de incomprensiones, ya había anunciado su retirada de los ruedos al acabar la temporada. Tras aseada lidia al primero se fue, enrabietado, a por el segundo miureño, difícil y de irregular juego, de mal estilo.

Faena importante. ¡Monstruo, monstruo!, el público, reconciliado, volvía a entregársele. Se acrecienta la vergüenza torera a la hora de matar. Pudo echar mano de habilidad y oficio, pero no. Lo cuadró y se volcó muy despacio, marcando los tiempos: estoconazo hasta los gavilanes, de buena ley… Y cogida seria, de catafalco. Lívido y con una sanguinolenta mancha en el traje rosa pálido, lo retiraron a la enfermería, donde le llevaron las dos orejas y rabo cortados. Estupefacción en el público, caras muy serias entre los profesionales.

¿Una cornada como para costarle la vida? Nunca se sabrá. Las décadas transcurridas no han logrado responder la pregunta. Cuarenta minutos de intervención operatoria y el doctor Fernando Garrido Arboleda, cirujano titular de la plaza, emite el preceptivo dictamen médico.

Parte facultativo

Herida de asta de toro situada en el ángulo anterior del triángulo de scarpa, con una trayectoria de veintitrés centímetros de longitud, de abajo a arriba y de dentro a afuera y ligeramente de adelante a atrás; con destrozo de los músculos del sartorio, recto interno, con rotura de la vena safena, contorneando el paquete vascular nervioso y la arteria femoral en una extensión de cinco centímetros; y otro trayecto hacia abajo y hacia fuera de unos quince centímetros de longitud, con intensa hemorragia y fuerte schok traumático. Pronóstico muy grave.

Intensa hemorragia. Más preocupante debido a su precaria condición hemodinámica. Primera transfusión a cargo del Dr. Medinilla -el cabo de la Policía Armada, Juan Sánchez, ofreció su brazo- y traslado en camilla de la Cruz Roja, al detectarse una leve mejoría dos horas después, al Hospital Civil "Marqueses de Linares". Da inicio una noche tensa y difícil. Le levantan los apósitos y realizan una nueva operación para cerrarle más vasos abiertos. Tres nuevas transfusiones, ahora el donante es el torero Pablo Sabio "Parrao". Presentes en todo momento su cuadrilla, mozos de espadas y hombres de confianza, con Guillermo González y Máximo Montes Chimo, a la cabeza; Gitanillo de Triana, Álvaro Domecq; el director del semanario Dígame, Ricardo García K-Hito; su apoderado, José Flores Camará; el empresario Pedro Balañá, el marqués de Colombí; cuadro sanitario y monjas de toca blanca de San Vicente de Paul. Avanzada la noche llega desde Lanjarón su novia, la aspirante a actriz Guadalupe Sino -Antonia Bronchalo Lopesino-, la Nena para Manuel y la Serpiente, en malediciente comentario de su mozo Guillermo.

De Madrid se desplazan urgentemente los doctores Tamames y Luis Jiménez Guinea, pertrechados de penicilina y sueros de los utilizados cuando la trágica explosión de dos semanas atrás en Cádiz. La madre viaja desde San Sebastián, lugar de veraneo, a Córdoba, en el coche del marqués de Villalpando, acompañada de dos sobrinas y del empresario Pablo Martínez "Chopera". Jiménez Guinea -don Luis, no siento la pierna, don Luis, no le veo- le aplica la quinta y última transfusión (en total el equivalente a 1.200 centígramos de sangre). Nuevo schok hipovolémico, probablemente anafiláctico. La situación se hace desesperada, vislumbrándose el fatal desenlace. A las cinco de la mañana el capellán del Hospital le administra la extremaunción. Siete u ocho minutos en periodo agónico y aproximadamente a las cinco y cuarto del malhadado 29 de agosto de 1947 Manuel Rodríguez Sánchez dejó de existir. La siniestra muerte rondadora de fríos pasillos hospitalarios había realizado su trabajo. La Parca consumó el objetivo no escrito de llevarse de este mundo a Manolete, uno de los toreros más grandes que ha dado España en todos los tiempos. ¡Inmolado en el holocausto con Islero!, escribió Tico Medina

Desenlace opaco

Luces y sombrar de una noche fatídica. Dudas e interrogantes que se renuevan cada aniversario: ¿murió a resultas de errores médicos?, ¿habría ocurrido en otro centro sanitario más cualificado?, ¿fue achacable a las hemorragias sufridas?, ¿le aplicó el Dr. Guinea un plasma no apto, el citado de Cádiz? Si es así ¿le aceleró el proceso una súbita reacción anafiláctica? Preguntas sin repuesta ya que tampoco se le practicó la auptosia. En diferente orden de cosas, había circulado el rumor de una boda en secreto con Lupe, desmentida por ambos: ¿por qué Camará y Domecq no le permitieron entrar junto al lecho de Manolete?, ¿temían que se casaran in articulo mortis? El propio diestro había adelantado que al concluir la temporada se retiraba de los ruedos y que, entre sus proyectos más firmes, se casaría con la belle mujer nacida en Sayagón (Guadalajara), presentada por Pastora Imperio en el bar madrileño de Perico Chicote.

Después de velado unas horas en el hospital linarense, el cadáver fue trasladado a su ciudad natal, donde el sábado día 30 recibió sepultura en el cementerio de Ntra. Sra. de la Salud (¡un auténtico contradios se nos antoja que la casa de los muertos adopte tal advocación!), tras el cortejo fúnebre desde la iglesia de San Nicolás de la Villa, a donde concurrieron todas las cruces parroquiales. Tal era el número de ramos y coronas que llevaba que la ciudad se quedó sin flores en patios y casas particulares. Sobre el féretro, el marqués de Valdivia depositó la Cruz de Beneficencia de Primera Clase concedida por el Gobierno. Relataba Antonio Bienvenida que debido a la ingente multitud y a las numerosas paradas en el trayecto, con balcones festoneados de crespones de luto, el enterramiento (en un panteón privado hasta que el escultor Ruíz Olmos no construyó su mausoleo definitivo) se consumó cerrada ya la noche, a la luz de candiles. Si España lloró la muerte del último Califa, con más razón Almería, donde estaba anunciado al día siguiente de la cogida, el día 29. La segunda del ciclo linarense de San Agustín se suspendió a instancia de toreros y apoderados.

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