Elisa Gómez Núñez
Gracias a un bando informativo dictado en 1804 por el Gobernador y Jefe Político, Carmen Cervetto (hombre, pese al nombre femenino), tenemos noticias precisas del Carnaval almeriense. Desde entonces, la preocupación de las autoridades por el mantenimiento del orden público fue primordial, aunque no siempre lo lograron
El destino quiso que La Salerito -ese era el nombre artístico de nuestra protagonista- viniese a morir violentamente durante el reinado del Dios Momo de 1911. Un mal año en las páginas de sucesos. La primavera anterior había sido testigo del horripilante crimen cometido en Gádor en la persona del niño Bernardo González. Los encausados se encontraban ahora en la Cárcel Partido de la calle Real a la espera de juicio: Francisco Leona -uno de los siniestros personajes- se moría a chorros en su celda y Elena Amate, otra de las procesadas, a la espera -paradojas de la vida- de dar a luz a una criatura. Junto a dichos reos vino a penar Luis Pastor, joven almeriense autor del tiro, al parecer fortuito, causante de la muerte de Elisa Gómez Súñer, conocida en la farándula nocturna por Salerito.
A pesar de su minoría de edad, ya actuaba como cupletista en el Apolo y en antros menos aconsejables que el teatro de Obispo Orberá. El gobernador Civil, dados los sucesivos escándalos protagonizados dentro y fuera del local, la recluyó un par de veces en centros asistenciales (presumiblemente Las Adoratrices) y finalmente la mandó con sus padres a Valencia. En ambas ocasiones escapó y regresó a Almería. Los excesos del Carnaval de ese año justificaron, ahora sí, los trisagios de desagravio a SDM organizados por el Obispado.
La tarde del 26 de febrero la pareja de tórtolos alquiló disfraces y caretas en La Terraza -establecimiento de bebidas de José López, alias El Mojo, en calle Conde Ofalia esquina a Trajano- y desde temprana hora se dedicaron a visitar en coche de caballos bares del Paseo del Príncipe; donde se enzarzaron en una riña. Un guardia civil de paisano puso paz y cacheó al mancebo en busca de un arma de fuego, pero éste, precavidamente, se la había dejado en depósito al cochero. Regresaron a casa del Mojo y aquí, según informaban de forma confusa los periódicos, ocurrió el fatal desenlace. Despojados del disfraz y con la browing nuevamente en su poder, "no transcurrieron ni cinco minutos, afirman testigos presenciales, cuando Luis Pastor hizo un pequeño movimiento, pero no como agresión, y sonó un disparo. Inmediatamente cayó en tierra La Salerito y Pastor quedó arrojando sangre de la mano derecha". Resultado: él a la Casa de Socorro (en c/. Murcia) y ella al cercano Hospital Provincial.
Tras atravesarlo el vientre, el proyectil se alojó en la región abdominal y en su pronóstico inmediato no cupo la menor esperanza de vida. El 5 de marzo de ese 1911 Elisa Gómez moría en medio de agudos dolores en un oscuro rincón de la sala Santa María, con el único consuelo de una caritativa monja de San Vicente de Paul. Cuentan que el entierro, efectuado con cierta pompa, fue sufragado por la familia del joven amante.
Para rematar aquellas luctuosas Carnestolendas nada mejor -debió (mal)pensar un tal Manuel Limones- que prenderle fuego a una chica con máscara que departía con amigas en un merendero de la hoy plaza de Barcelona y con anterioridad dedicada a D. Ivo Bosch, empresario catalán que propició la llegada del ferrocarril a nuestra provincia. En dicho local se encontraban otras dos pupilas de un prostíbulo en plaza Lugarico (La Cateta y La Alicantina), cuando Limones le aplicó una cerilla al disfraz de papel que vestía Josefa la Satisfecha, sufriendo gravísimas quemaduras sin que nadie la auxiliase. La pobre mujer pudo sanar en el Hospital, al tiempo que el agresor, quizás preso de remordimientos, se suicidó en la cárcel ahorcándose con una sábana.
También te puede interesar
CONTENIDO OFRECIDO POR DIPUTACIÓN DE ALMERÍA