Feria

El Juli, de hoy para el resto de la historia

EL Joselito del siglo XXI, el Mozart del toreo… Calificativos grandes para un torero grande cuya trayectoria es la del propio devenir del arte al que se ha entregado. O para el que estaba ungido, porque lo de El Juli parece una clara elección del destino…

Y es que a veces el tiempo designa para su cumplimiento a alguien que en su nombre de pasos al frente para marcar el paso a todos los demás. En cualquier orden de la vida. En el pensamiento, en la literatura, en la música, en el cine, en la pintura, en la escultura…, en el toreo.

Dice un proverbio chino que cada hombre es hijo de su padre y de su tiempo. No sé yo hasta qué punto, en el caso de Julián, los dos son la misma persona…

Los hechos demuestran, su vida constata, su carrera atestigua que El Juli siempre ha ido diez por años delante hasta de sí mismo.

Fue niño prodigio, pero dando siempre la impresión de que lo suyo no era un bluff más, sino que en él se estaba cociendo un maestro en ciernes. Todos andábamos encandilados por su prodigio, por lo adelantado de su fondo y de sus formas, envueltos en el destello de sus lopecinas, cuando su cabeza y su corazón ya iban dando forma al torero que sería después.

Un torero capaz de mantener intacta su capacidad de penetración social, pero con la necesidad interior de fortalecer sus bases para ser más tiempo que momento. Y el niño torero fue evolucionando a torero hombre en fases medidas. Nada en él era casual: ni aquello de dejar de banderillear, ni lo de dejar de sumar más para sumar mejor. Todo era parte de un proceso, de la alianza que Julián tiene pactada con el tiempo…

Y los destellos del ahora se fueron apagando como lo hacen los fuegos de artificio, tan llamativos pero tan breves, para que en el horizonte se fueran abriendo otros amaneceres, otras luces, un brillo más cierto. Aunque sólo unos cuantos, muy pocos cuantos, lo vieron. Al fin y al cabo, eso de mirar más allá y ver con nitidez no puede ser virtud común.

Y se hicieron algunas sombras de dudas sobre la consistencia de su presencia en la Fiesta. Que si se ha aburrido, que si está vacío, que si se ha quedado en el camino, que si ya no da más de sí…

¡Ingenuos! Julián siempre ha ostentado la plenitud de un tiempo nuevo en constante cambio, el camino para llegar a él y la fuente donde los demás beban cuando él se ponga a la búsqueda de otros posos, de otros horizontes, del mismo tiempo que no da tregua…

Piensen en alguna gran catedral del mundo. ¿Ya? ¿En cuánto tiempo se hizo? Pues igual el toreo se va fraguando en el alma de unos pocos elegidos para que los demás lo gocemos luego. Sólo que diez años por detrás…

Emergió entonces El Juli hondo. El Juli despacio. El Juli largo. Y con él, de nuevo, el deslumbramiento de aquellos que no ven más allá de sus narices: "El Juli ha vuelto", decían, cuando El Juli no se había ido nunca. Nunca el tiempo se va de sí mismo. Simplemente avanza en busca de cumplirse para seguir siendo el tiempo. Como El Juli.

Con él había pasado lo que tenía que pasar: que la fragua se hizo forja y dio lugar al torero que tenía que llegar. El Juli hondo. El Juli despacio. El Juli largo. Ya todos se convencieron. Y le llamaron el Joselito del siglo XXI y el Mozart del toreo.

Y llevaban -y llevan razón- quienes así le apellidaron, pero lo tuvieron que tener a dos metros de su clarividencia para reconocerlo. ¡Bueno está: nunca es tarde si la dicha es buena!

Los hay que siguen en aquel momento, mientras que el tiempo, El Juli, sigue su curso en busca del mañana. Siempre diez años por delante de los demás. De nosotros mismos. Si vienen a Almería a verle torear, no le miren solamente. Contémplenle, obsérvenle, escudríñenle, disfrútenle.

Ninguna tarde es casual en Julián. Todas son un paso más en busca de un tiempo nuevo. Un paso que este año tienen que ser dos porque nos debe uno del año pasado.

Ya saben que nada, ni siquiera el tiempo, es perfecto y que también éste tiene sus renglones torcidos…. Pero cuando le vean torear el 24 de agosto sobre el albero almeriense sépanse -ya lo he escrito alguna vez- ante uno de esos toreros de los que mañana se leerá en los libros. Es El Juli, un torero de hoy para el resto de la Historia.

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